Presionados por los cierres de lugares, producto de la paranoia del post-Cromañón, los pocos escenarios para el rock pyme se mudan al Gran Buenos Aires: clubes sociales se acondicionan, antiguas discotecas de cumbia cambian los colores de las luces y los clásicos reductos de siempre –con más gente– se acostumbran a ser todavía más under. ¿El centro fue?