SOBRE LA PRIMERA ENTREGA DE “LA ARGENTINIDAD AL PALO”
Un exorcismo, desde el abismo
POR SANTIAGO RIAL UNGARO
¿Qué nos pasa a los Argentinos? ¿Estamos locos? Bersuit es, hoy por hoy, el grupo más vendedor del momento y uno de los más convocantes. No son “la banda nueva”: fueron creciendo en forma progresiva y, en los últimos dos años, exponencial. A la vez, está más que claro que nunca van a ser un gran grupo musical; cosa que, por otra parte, nunca prometieron y nunca nadie en su sano juicio puede haber creído: aunque ensayen y estudien; aunque sean producidos por el Pop Midas Latino (Gustavo Santaolalla); aunque toquen para públicos cada vez más numerosos, el grupo –y basta ver la gráfica del disco para darse cuenta– no pretende tanto ofrecer una obra musical sino más bien un espectáculo entretenido, circense, catártico en el que se pueda bailar, saltar, cantar, gritar, insultar (¿se acuerdan de aquel “como nada puedo hacer puteo... ¡HIJOS DE PUTA, HIJOS DE PUTA!”?) y reír al fin. Desde este punto de vista, cumplen una función social, y resultan para su público liberadores y emotivos.
Establecidos como grupo exitoso y apostando con decisión a lo que se suele conocer como público cautivo (esa gente que compra el disco ni bien sale, más de 40 mil copias vendidas en el primer fin de semana pasada): la monada. Aquí el grupo ofrece, en esta primera parte de La Argentinidad al palo, un disco con pretensiones conceptuales, más literario que musical. ¿Cuál es el concepto? Subtitulado como Se es (en abril saldrá la segunda parte, a la Tarantino, Lo que se es), la temática es una suerte de Elogio de la vulgaridad, coherente con su trayectoria y plagado de slogans ingeniosos, efectistas, bien “bersuiteros”: “Coger no es amor... ¡es mucho mejor!”, arenga Cordera en el primer tema. El elocuente y simpaticón jazz de Fisurar, el popero Adestiempo (ambos de Verenzuela) y Como un bolú (de Subirá) mantienen ese mismo tono autoindulgente y un estilo cercano al humor televisivo y radial, con una ética y una estética cercanas a los Marcelos: Pergolini, famoso fan del grupo, Tinelli y su troupe cómica.
La Bersuit (difícil entender ese artículo femenino en un grupo que encarna como ningún otro el machismo futbolero, cervecero y grupal porteño) pone toda la carne al asador y apela a sus mejores recursos. Por un lado el innegable potencial rítmico del grupo (El baile de la gambeta, simple, esperanzador y entrador es de lo mejor del disco). Así exploran diversos ritmos mestizos, como la cumbia, el cuarteto o el candombe; y por otro, el sentimentalismo, esta vez describiendo las penas de algunos exiliados (con la intención de reflexionar sobre el “ser nacional”, ver entrevista aparte), o un par de temas cuyo tema es la muerte (No seas parca y La calavera) a lo que se suman los versos de Subirá, más estilizados. Es que, a lo largo y a lo ancho de todo este disco, las procacidades, los insultos, las frases hechas, los refranes se repiten en forma incansable, y, uf, sí, también redundante. En base a insistir, Bersuit Vergarabat ha logrado reflejar, con todos esos personajes caricaturescos, y también con su exhibicionismo, con su camaleónica astucia y su desenfado, una parte del ser nacional.
La Argentinidad al palo es un disco interesante, aunque más por razones sociológicas que por razones musicales. El tema más emblemático, y que además da nombre al disco, muestra a Cordera con todo su histrionismo, su ingenio y su carisma, encarnando al típico chanta argentino, y realizando una enumeración de lugares comunes (de la calle más larga del mundo, al Che, Gardel y Maradona, hasta el tiro en el pecho de Favaloro, pasando por el dulce de leche, las alpargatas y la birome). Es un sketch, sí, pero quizás sea también un exorcismo. Claro que tal exorcismo tiene su precio: “Cuando uno mira el abismo”, escribió Nietzsche, “el abismo también lo contempla a uno”. O como dijo otro pelado: “¿Sos callejero vos? BANCATELA...”.