Situación paranoica
por Horacio “Gamexane” Villafañe
Hice el servicio militar en 1982 como paracaidista en la Compañía de Comunicaciones Aerotransportadas de Córdoba. Apenas entramos, nos dijeron: “Soldados, van a saltar sobre Malvinas”. Al principio nos cagamos de risa, pero el 2 de abril nos levantaron a todos de la cama y nos dijeron: “¡Viva la Patria... las Malvinas son Argentinas!”. Lo primero que pensé fue: “¿Me van a mandar a dispararle a uno que le gusta la misma música que a mí?”. Me dieron una plaza para un vuelo, un fusil y una extremaunción para que, si me mataban, fuera directo al cielo. Fue muy heavy. Finalmente zafé, porque me habían designado para ir dos días después del día en que finalmente se produjo la rendición. Yo no podía tolerar, por mi rebeldía, que un país decida sobre mi vida, sobre cuándo me iba a morir o cuándo me iba a quedar hemipléjico o mutilado. Pensaba mucho en eso, tenía un compañero al que una granada le había volado las manos y pensaba: “Lo que más me gusta en mi vida es tocar la guitarra... mirá si me pasa eso”. Además, si desertabas, estaba vigente el código de guerra que habilitaba a los milicos a matarte por la espalda sin juicio previo. Era una situación paranoica, muy dura, con el pueblo levantando la bandera y apoyando la guerra, mientras vos estabas adentro con un fusil. Cuando me dieron la baja por falta de presupuesto, me hice la cresta y salí a destruir, a pechear policías por la calle. Estaba con un odio impresionante, con una mierda que después exterioricé haciendo música. No entiendo porque nadie mató a esos demonios que, de tanto morbo y sadismo, terminaron provocando esa guerra cruel. TESTIMONIO RECOGIDO POR CRISTIAN VITALE
Nota madre
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