LOS ORIGENES HIP HOP, SEGUN UN DOCUMENTAL
Los chicos quieren bandejas
POR PABLO PLOTKIN
¿Qué distingue a un DJ de hip hop del promedio de sus colegas? En principio, una cosa es pasar un disco y otra muy distinta es que ese disco no vuelva a ser el mismo después de pasar por sus manos. Cuando un DJ de hip hop mete púa y dedos sobre un vinilo, ese vinilo se convierte en un objeto tan maleable e imprevisible como un kilo de harina en manos de un panadero. Un DJ inventó el hip hop (DJ Kool Herc, dicen las enciclopedias), y la cultura hip hop vigente en todo el mundo –de una u otra manera– transformó el oficio de DJ en una entidad artística elevada. Y aunque se diga que de noche todos los gatos son pardos, debe agregarse que no cualquiera sabe arañar vinilos.
En esa clase de DJs (los maestros del scratching) se basa el documental de Doug Pray que se proyectará los próximos días en el IV Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. A través del testimonio y las performances de sus mejores hombres, Scratch cuenta la historia de una cultura que comenzó en el sur del Bronx y, treinta años después, sigue propagándose por el mundo. Hablan pioneros como GrandWizzard Theodore, Afrika Bambaataa (que fundó, en 1973, la decisiva agrupación Universal Zulu Nation) y GrandMixer DXT, el DJ que apareció cierta noche de 1984 en “Saturday Night Live”, haciendo scratching sobre un hit de Herbie Hancock, y le voló la cabeza a toda una generación en Estados Unidos. También están el increíble Mix Master Mike (DJ de los Beastie Boys), Q-bert, Shadow, Rob Swift y muchos otros. A diferencia de los meros animadores de fiestas, los maestros del scratching generan una música poderosamente nueva a partir de obras ajenas. Es un arte no del todo explorado en la Argentina. DJ Peggyn hizo algo de eso en Babasónicos; Ezequiel Araujo (tecladista de El Otro Yo) es un practicante casi secreto: entre colegas, suele decir que lo que mejor sabe hacer es manipular y alterar vinilos. Por lo demás, son pocos los DJs de acá que tomaron las mejores armas del hip hop para desarrollar su oficio. Entrevistado por el No, Doug Pray –yanqui blanco, residente de Los Angeles, 41 años, sociólogo, amante de la música– responde algunas cuestiones vinculadas con el fenómeno.
–¿Qué fue lo que más te
impresionó de la cultura DJ?
–El parecido que hay entre los turntablists (¿bandejeros?) y los músicos de jazz. Realmente, esto no tiene nada que ver con el rap masivo; este hip hop se basa en la improvisación, la creatividad, el flow, el estar conectado. Es una forma de expresión asombrosa. Eso fue lo que más me impresionó: los DJs son pensadores tremendamente profundos e innovadores. Es lo contrario al estereotipo de lo que muchos creen que es el “hip hop”.
–¿Qué lugar ocupan los DJs, hoy,
en la sociedad estadounidense?
–Bueno, después de ser absolutamente esencial en los primeros tiempos del hip hop, el DJ fue olvidado durante muchos años (a los fans sólo les importaban las estrellas de rap). A no ser por las batallas de DJs y algunas pocas excepciones, la mayoría de los DJs sólo tocaban para sí mismos en sus habitaciones y en algunas fiestas. Hablo de fines de los años ‘80, principios de los ‘90. Pero después, a mediados de los ‘90, estos DJs se rebautizaron como “turntablists”, lanzaron sus propios discos y empezaron a hacer nuevas formas de música. En esta nueva explosión de los DJs (signada por la edición del LP The Return of the DJ) está basada Scratch. Hoy en día, a los adolescentes de los Estados Unidos ya no les interesa comprar guitarras eléctricas (como en los ‘70 y los ‘80): ¡quieren bandejas tocadiscos! El hip hop es popular en todas partes y el rock se está muriendo. Hasta las bandas de rock más cool contratan a un DJ para que toque en sus discos y en sus shows.
–Algunos años atrás rodaste Hype!,
un documental sobre la generación grunge. Aquello era, precisamente,
el renacimiento de la guitarraeléctrica. Ahora estás documentando su
“muerte”. ¿Existe alguna similitud
entre el grunge y el hip hop?
–Musicalmente, casi no hay ninguna conexión. Hay algo similar en la actitud. Ambas escenas se plantaron contra el statu quo de la industria musical masiva. En Seattle, los músicos se alinearon en la ética hacelo-vos-mismo: sacar discos para tus amigos y volver a lo que se suponía que era el rock and roll: divertirse, beber, comportarse como un estúpido, tocar fuerte. El movimiento turntablist es más serio en cuanto a su música, pero ellos también están sacando los discos por su cuenta, haciendo música para sus amigos y volviendo a esa energía original del viejo hip hop: los elementos (breakdancing, graffiti, MCs, DJs), pasarla bien, ser creativo.
–¿Creés que el hip hop es la mayor
invención en las últimas décadas
de música popular?
–Sí, pero no quiero que eso se confunda con el rap mainstream, que se volvió muy aburrido y corporativo. El hip hop underground, lo que pasaba a fines de los ‘70 en Nueva York, eso es un movimiento artístico revolucionario. La idea de hacer música a partir de otra música ya grabada es uno de los progresos más importantes de toda la historia de la música. Estamos sólo en los comienzos de esta idea, y conocemos a los pioneros del hip hop para agradecerles.
–¿Qué pensás de la cultura gangsta?
–Mi película no tiene nada que ver con eso. Personalmente, creo que, cuando apareció, jugó un papel muy importante en la cultura estadounidense, aunque haya ofendido a tanta gente. Es como el punk rock: cuanto más agresivo y detestable sea, más chicos se van a identificar con eso. Si eso genera una válvula de escape para la agresión, es bueno. Si en cambio incita a la violencia (lo cual a veces sucede), es malo. No es bueno ni malo. Sencillamente está.
–El hip hop es un tipo de arte
combativo y a la vez una industria multimillonaria. ¿De qué manera
influye en la vida norteamericana?
–Esa pregunta requiere de una respuesta demasiado larga. En síntesis: el hip hop influyó en toda la cultura norteamericana: moda, lenguaje, arte y, por supuesto, música. Está en todas partes, pero muy poca gente llega a comprenderlo realmente. La mayoría no sabe de dónde viene, ni cómo ocurrió. n
Scratch se podrá ver (y escuchar) este lunes a las 22.30 en el Cosmos (Av. Corrientes 2046), el miércoles 24 a las 23 y el viernes 26 a las 0.30 en el Hoyts General Cinema (Shopping Abasto, Corrientes 3247).