Jueves, 1 de septiembre de 2005 | Hoy
Leonetti se ve a sí mismo como un médium entre las compañías y los artistas. “Tienen intereses antagónicos –dice–, por eso el productor queda en el medio. Igual, creo que hay necesidades que plantean las compañías que son entendibles, ya que sin esos requisitos no se puede ingresar en el mercado. Hay detalles entre líneas que al artista le pasan desapercibidos y que influyen mucho en el resultado final.” Este hombre -ex bajista de Los Guarros, Walter Giardino, Temple y Fabiana Cantilo– tiene una vasta trayectoria en el rubro. Fue, por ejemplo, el que cedió ante los caprichos de los metálicos Horcas, de meter en uno de sus temas un arreglo de cuerdas similar al disco que grabó Metallica con la Filarmónica de San Francisco y el que produjo varias bandas y solistas argentos, entre ellos el ex Hermética, Pato Strunz, Claudio Marciello o bandas heavy under como Renacer y Quemar. “Es fundamental que el artista comprenda que el productor está de su lado. Por lo general, hay una reticencia del artista a que su obra sea alterada. Todos los músicos han pasado o pasarán por la etapa en la que al descubrir herramientas nuevas sienten la necesidad de usarlas todo el tiempo. Es como un bebé que descubre que puede usar las manos para agarrar cosas... A veces te piden que saques agua de una piedra.”
–¿Es mejor la simplicidad?
–A veces la tarea del productor es la de despojar a la canción de todos los elementos superfluos que distraen del mensaje principal. Hace años, cuando compuse un corte de difusión para Los Enanitos Verdes, Nigel Walker (productor de los discos solistas de Keith Richards) reemplazó la batería por un simple bombo y tacho, uno y uno todo el tema. Fue lo único que cambió. A los 15 segundos de escucharlo me di cuenta de que quedaba infinitamente mejor que la rebuscada batería que me había costado lograr.
–Algunas bandas de rock independiente opinan que los productores invaden, meten demasiada mano y atentan contra la independencia artística. ¿Qué opinan al respecto? Incluso se acusa a ciertos productores de ir “tras el dinero”.
–Ir tras el dinero no tiene por qué ser malo en sí mismo. Hay una postura muy careta a ese respecto. El dinero es una herramienta importante que brinda libertad, sobre todo al artista, y no es opuesto al arte. Hendrix y Los Beatles tuvieron que basar gran parte de sus carreras en el uso de la imagen y la búsqueda de un producto comercial. Y eso no nos privó de su talento.
Para Leonetti, según le marca su experiencia, el artista que más exige es el que “menos sabe”. “He notado con los años que la exigencia del músico casi siempre es inversamente proporcional a su capacidad. Es muchísimo más fácil trabajar con músicos profesionales reconocidos que con principiantes.
–¿Por qué?
–Y... una vez me pasó de tener que separar a un baterista de 120 kilos de un guitarrista que casi pierde los dientes.
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