Jueves, 13 de abril de 2006 | Hoy
San Jorge es el protector de los armeros, de los herreros y de los soldados en general. Acá es el santo de policías y también de ladrones. Es el patrono de la Policía Bonaerense y de una división del Ejército argentino. De todo aquel que ande enfierrado. O sea que ahora mismo se pueden estar cagando a corchazos devotos de un mismo Santo. Pero Jorge no tiene la exclusividad con los combatientes ni con los afiliados al gremio del hampa. Le son fieles comerciantes, buscas y remiseros. Algo es seguro: si bien fue canonizado por la Iglesia hace mucho, es difícil que esta oración, que figura en el reverso de algunas estampas que circulan en trenes y santerías, haya obtenido el Imprimatur, el sello de aprobación del culto católico: “Que mis enemigos si tienen ojos que no me vean, si tienen oídos que no me sientan, si tienen boca que no me difamen, si tienen manos que no me agarren, si tienen pies que no puedan caminar y que todo el mal que me deseen se les dé vuelta para ellos”.
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