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Jueves, 4 de enero de 2007

ENTREVISTA CON HOWARD RHEINGOLD

“Estamos al borde de la extinción de una era”

En junio de 2003, Bill Wasik, editor de la revista Harper’s, paradójicamente un periodista, promovió a través de Internet una reunión en la tienda Macy’s de Nueva York. El fin: consultar el precio de una alfombra. Algunos meses antes de realizarse esta acción, el primer flash mob como tal en el mundo, Howard Rheingold publicaba “Multitudes Inteligentes: la próxima revolución social”, obra cardinal para entender estos agites. Si la cultura psicodélica encontró en Timothy Leary a su mentor, Rheingold es, sin dudas, el gurú de los smart mobs (pequeñas movilizaciones), un concepto anterior al de los flahs mobs. El creador del concepto de “comunidades virtuales” tiene tanto de Frank Zappa en su aspecto, como de Marshall McLuhan por sus teorías radicales referidas a la comunicación y sociedad. Aquí, la entrevista exclusiva con el NO. Tecnófobos abstenerse, tecnófilos a rezar, los demás a dejarse sorprender.

—¿Cómo podría definirse un “smart mob”?

—Una multitud inteligente es un grupo, pequeño o grande, que fusiona la acción colectiva social, política y económica. Su diferencial radica en la utilización de los medios de comunicación móviles e Internet para informarse y coordinar acciones. Lo que sobresale es la conexión entre personas en espacios y en pasos antes inadmisibles, cuya comunicación nunca hubiera podido establecerse de otro modo.

—Consideraste las manifestaciones antiglobalización de Seattle en 1999 como el momento en el que los smart mobs se hicieron visibles. ¿Qué cambios han ocurrido desde entonces?

—Hubo centenares de smart mobs en un sentido político. Las “mob tools” (herramientas de la multitud) fueron fundamentales en las elecciones españolas y las coreanas (N. del R.: Oh my news, un diario digital que fomenta la participación de los usuarios, torció la votación a favor del candidato opositor). Pero los smart mobs también están teniendo su importancia económica. En China se hicieron compras colectivas con el objetivo de bajar los precios de los productos. Otro caso es el de Wikipedia, un smart mob como círculo y reunión de conocimiento.

—Supongo que habrás oído hablar del término “flash mob”.

—No escribí particularmente sobre los flash mobs en mi libro, pero el divertimento autoorganizado —más que el entretenimiento masivo tipo packaging— es otro canal de expresión de los smart mobs.

—Los coolhunters están fascinados con estas acciones... ¿Cuáles son las implicaciones comerciales de un smart mob? ¿Puede el uso desviado de la tecnología ser más significativo que el marketing potencial?

—Pensá más grande que en el coolhunting. Hay que concebir nuevas formas de producción. El código de fuente abierta es un ejemplo de ello, Wikipedia, y los juegos en línea multiplayers son precursores de distintas formas económicas. No hay que confundir esto con el colectivismo totalitarista: coercitivo y controlado centralmente. La acción colectiva es suma de acciones de individuos, donde el control se distribuye entre ellos.

—El cuadro clásico de un usuario de Internet es pensar en una persona encapsulada en su casa usando una computadora. Tus investigaciones rompen esta idea.

—Es que si tenés 15 años no importa dónde estás en el mundo, podés llevar tu conexión a Internet en un bolsillo, y utilizar mensajería instantánea y SMS más que el e-mail.

—¿Cuán importante es para los mobbers la creación de nuevos espacios de la interacción? ¿Cuál es el sentido social de una smart mob?

—Advierto que todos estos casos son pacíficos y democráticos, pero es posible que veamos smart mobs violentas y fascistas. Una multitud inteligente no es necesariamente una multitud sabia. Sin embargo, desde que nacieron las democracias constitucionales, el rol de las personas instruidas estuvo potenciado por la prensa. Internet y las comunicaciones móviles están generando nuevas formas de instrucción en ese sentido. Y esto va a afectar las formas de gobernar, de la economía, de la producción cultural, y demás modos organizativos.

—¿No es demasiado optimista creer en una construcción social a largo plazo basándose en las smart mobs?

—¿No creés que tres mil millones teléfonos móviles y mil millones cuentas de Internet en poco tiempo presagian disposiciones educativas con efectos de tan largo alcance como las producidas por el alfabeto, la prensa, y del teléfono?

—¿Cuánto afecta esto a los medios de comunicación tradicionales?

—A menudo, las nuevas prácticas culturales deslumbran y asustan a los viejos. Los periódicos, la radio y las estaciones de la televisión ya no poseerán el monopolio sobre el entretenimiento, la información y la comunicación.

—¿Este movimiento es exclusivo de los jóvenes?

—No, pero hoy por hoy, los únicos verdaderamente nativos al nuevo régimen tecnosocial son aquellos para quienes un teléfono móvil y una conexión del Internet forman parte de su ambiente. Casi como la electricidad y agua corriente. Es difícil, pero no imposible, que los viejos dominen blogs, wikis, SMS, RSS, juegos en línea, y la filosofía del “hacelo vos mismo” implícito en la producción y distribución del video digital.

—¿Entonces estamos frente a una nueva era?

—Estamos al borde de la extinción de una era. El calentamiento global, las armas de destrucción masiva en manos de Estados y demás actores, nuevas enfermedades, polución tóxica, conflictos étnicos, la brecha entre ricos y pobres, todo esto, sumado a décadas de amenazas sin precedentes que afectan la misma continuidad de la civilización humana. Ninguna tecnología va a solucionar esos problemas, pero sin dudas, no serán solucionados sin el inteligente uso de estas herramientas.

Más en www.smartmobs.com / www.rheingold.com

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