Jueves, 21 de mayo de 2009 | Hoy
DAVID JOHANSEN, CANTANTE DE NEW YORK DOLLS, HACE UN APORTE A LA CONFUSION
Habla el ¿señor? que le pintó los labios al rock norteamericano y lo intoxicó en poco tiempo, para asegurar que se trata de una confusión y que en realidad son una banda de ¡blues! Como sea, se editó Cause I sez so.
Por Daniel Jimenez
David Johansen fue Mick Jagger antes que Mick Jagger lo supiera. Y también fue Rob Tyner, sin los MC5. Pero, antes que nada, David Johansen fue el cantante bardero de la banda más bardera del mundo en la década más bardera del rock. El extraño caso de un sobreviviente del reviente que venció las barreras del tiempo y el ridículo y, junto a su eterno compañero Syl Sylvian y una nueva camada de muñecas maquilladas, revivió después de treinta años de silencio a los New York Dolls. Hoy, un mito viviente de una dorada época donde todo estaba por hacer.
“La vida en las calles, lo que me pasa todos los días, la naturaleza, el universo, el cosmos, el hombre; todo lo que me inspiraba en los ‘70 para escribir es lo que me inspira ahora, nada ha cambiado mucho, aunque eran tiempos donde todo era más... urgente”, comenta con tono pastoso el cantante de cincuenta años y arrugas como balcones, en conversación telefónica con el NO.
Y sus palabras resuenan a un mes de presentarse por segunda vez en la Argentina con una formación que dio una clase magistral de rock hedonista y que incluyó al guitarrista Steve Conte, al baterista Brian Delaney y al bajista Sami Yaffa. “El público argentino nos conquistó la primera vez que vinimos, por eso sentimos la necesidad de volver. Es increíble la energía que tiran y cómo demuestran su cariño por nosotros. Nos hacen sentir como en casa y eso nos permite relajarnos y disfrutar de la fiesta, porque tocar en Buenos Aires para nosotros es una fiesta”, dice un Johansen excitado por los frescos recuerdos de sus fans nacionales y ¡touché!, por la aparición de Cause I sez so, cuarta producción de estudio de los neoyorquinos y continuación de One Day it will Please us to Remember even this de 2006.
“Cause I sez so de alguna manera es una prueba firme de que hemos logrado revivir el sonido que teníamos en los comienzos y recuperar la esencia del blues, una de nuestras principales influencias. Aunque nadie imaginó que podía resultar después de la reunión de 2004, aquí estamos; con nuevo material y canciones nuevas”, se emociona. Y no se equivoca. El disco no tiene tantos picos de rock and roll coke style si no que ahonda en el barro del blues, por momentos acercándose al Tom Waits etílico de Heartattack and Vine (This is ridiculuos), por otros coqueteando con la canción stone (Better than, Lonely so, Long). Para el recuadro: la versión “Expensive Winos” de Thrash, una joya sucia de su primer álbum. “Quisimos divertirnos un poco y le dimos una cadencia más reggae a Thrash, y si la escuchás lo único reconocible es la letra, porque después parece otra canción”, apunta el vocalista, que admite no sólo haberse reencontrado con sus raíces más bluseras sino también con Todd Rundgren, productor de su histórico debut de 1973 cuando en sus filas estaban Billy Murcia y Johnny Thunders, ambos muertos por sobredosis (al igual que su segundo baterista, Jerry Nolan). “Cause I sez so lo grabamos en Utopia Sound, en Hawai, que es el estudio de Todd. Volver a trabajar con él fue maravilloso porque nos conoce bien y porque hay muchas cosas que no tenés que explicar. Disfrutamos como viejos amigos y así es difícil no pasarla bien, porque en cierta forma fue como retomar lo que dejamos en algún momento del pasado, y eso se nota. Escuchándolo ahora veo que hemos podido lograr un verdadero disco de rock and roll y al mismo tiempo un disco clásico de los New York Dolls, con todo lo que puede tener un disco de los New York Dolls... aunque no tenemos muchos (risas). Es el gran disco de rock de una gran banda de rock en actividad, y eso nos pone contentos”, asegura este señor maduro e hiperdelgado que, cuando todo estaba por hacer, le pintó los labios al rock norteamericano y lo (se) intoxicó en menos de tres años.
Pero los New York Dolls no fueron solamente David Johansen. A su crossover sexy de blues, glam y punk rock le sumaron boas, maquillaje barato y un vestuario escandaloso que los presentaba como cinco rameras decadentes de la zona baja de Manhattan. Hasta que la pintura se corrió y en 1975, con la partida del bajista Arthur Kane (quien moriría de leucemia luego del concierto reunión en Meltdown hace cinco años), el grupo desapareció hasta 2006, cuando regresaron con nueva formación. Cause I sez so confirma lo que en un principio parecía impensado: los Dolls tienen planeado continuar la saga: “Considero que este álbum es un buen reflejo de la banda, porque nuestras raíces, detrás del maquillaje y el rouge, provienen del blues. Hasta podría decirte que somos una banda de blues que hace rock and roll. Nunca consideré que fuéramos una banda glam porque jamás buscamos serlo, sólo se dio como se dio y lo vivimos como pudimos, pero no somos una banda glam. Debajo de nuestra ropa vas a encontrar blues”, afirma con énfasis Johansen, hasta que se noticia de su encendido discurso y baja un par de decibeles: “Sigo escuchando viejos discos de rock and roll, porque el gusto por las viejas glorias nunca se pierde, y escucho de todo siempre que puedo, aunque al final me quedo con los clásicos. Me gusta mucho el rhythm & blues y el soul, pero mis inquietudes no necesariamente se terminan en el rock. También me gusta mucho la música flamenca y el punk, por supuesto, pero escucho música tribal africana y hasta música clásica”.
Entre la paleta de iconos del glam rock de la década del ‘70, los Dolls compartieron cartel con figuritas como T-Rex, David Bowie y Lou Reed, y con proyectos menos famosos como Mud, Sweet, Mott The Hoople y el degeneradito de Gary Glitter. Pero la espiral de drogas y descontrol al que se subieron David y sus amigos y la carencia absoluta de profesionalismo los llevó a un estado voluble de conducción que terminó estrolándose en un barranco.
“Nosotros caíamos en el momento preciso en el lugar preciso”, dice el cantante. “Nadie nos indicó cómo eran las cosas y nos encontramos de golpe con un presente que no podíamos creer; los New York Dolls íbamos a grabar un disco... era increíble. Llegamos al mejor lugar del mundo en el mejor año posible; por eso cuando miro hacia atrás sólo tengo lindos recuerdos, aunque eran tiempos muy densos en que la música te llevaba a experimentar y todo se mezclaba con otras expresiones artísticas: había pintores, escritores, poetas, todo era fértil. De hecho, nuestro concepto artístico no terminaba en la música; la marca del lápiz labial, los pantalones de cuero, los colores, la ropa... todo era parte del concepto New York Dolls, no eran sólo los discos sino que había detrás una escena y una imagen definida.”
En Cause I sez so, David le advierte al planeta en Nobody got no Bizness que la banda desaparecerá algún día y que la única forma de recuperarla será a través de una cruzada esotérica (“si no volvemos, llamanos a través de la tabla ouija”, canturrea). Una idea no tan descabellada teniendo en cuenta que cuatro de sus integrantes ya no están entre nosotros. Antes de colgar, Johansen deja una última recomendación: “La tabla es lo más fácil de conseguir; el resto es lo difícil. Pero si lo intentan, tal vez nos tengan una vez más con ustedes, al menos en espíritu”.
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