DON LETTS RECUERDA A THE CLASH
El cineasta Don Letts avanza con sus dreadlocks hasta el teléfono y, cuando toma el tubo, lanza su metralleta inconfundible de poeta callejero. El hombre que “agarró una cámara porque los punks no habían dejado ningún instrumento”, el que llevó el reggae al club Roxy y fue nexo entre Bob Marley y esos desclasados (aunque advierte que “no estoy definido por mi color”), el que filmó videos para The Clash y tocó con Mick Jones en Big Audio Dynamite, hoy sigue con su prédica de mixtura creativa. Filma y es DJ radial. “Culture Clash Radio (de la BBC 6, puede seguirse en la web) es de una forma extraña lo más honesto que he hecho. Están presentes todos los aspectos de los que soy. Hablo un poco, pero más que nada es música. A veces hago algún especial, como uno reciente sobre la vida de Joe Strummer.” Y el lema de ese gladiador (“el futuro no está escrito”) también anida en Letts, motor de Shatter the Hotel, un disco con versiones dub de temas de The Clash a beneficio de Strummerville, “usando y haciendo música para ayudar a la gente”. Ese futuro tuvo un inicio. Los conoció en Acme Attractions, su local de ropa: “Tenían mucho estilo y actitud –recuerda–, pero lo que me convirtió en un fan fue verlos en vivo. Eran como un pack de dinamita, tenían muchísima energía y carácter. Te convertían para siempre (...) Y si bien en un comienzo nos unió nuestro cariño por la música de Jamaica, al igual que yo habían crecido con Led Zeppelin, Cream y Mott The Hoople. Así que todos estábamos impresionados por los gustos de unos y otros. Fue el amor mutuo por la música lo que nos hizo amigos”.
–Es un momento muy interesante en la vida de The Clash. Estaban bajo mucha presión de la discográfica, no tenían manager y su segundo trabajo no había sido bien recibido. Estaban contra la espada y la pared, no sé si me entendés... Lo particular de The Clash es esto: cuanto más presionados estaban, mejor tocaban. No tomaban la ruta fácil. Se las ingeniaban para que sea duro. Eran más creativos.
–No fue un realmente un concepto, ¿sabés? Lo puedo comparar con Culture Clash Radio. Mucha gente piensa que Don Letts sólo pasa reggae o punk, pero les muestro todo tipo de música. Cuando The Clash hizo el primer disco se pensó que eso era el punk, con guitarras rápidas y ruidosas. Pero se pararon y dijeron: “¡No! Vos no decidís lo que es el punk. ‘Nosotros’ decidimos lo que es el punk”. Por eso no creo que haya un concepto. Adaptaron los géneros a su música con las guitarras siempre adelante. Fue algo muy orgánico.
–Fue totalmente natural. Cada uno pudo explorar lo suyo. Joe al frente. Mick con todas sus melodías. Paul cantando. Incluso Topper podía liberarse con las jams bien del jazz. Cada uno formaba ese todo hermoso que se oye en el disco.
–Estuve allí un par de veces. Lo gracioso es que no me acuerdo de nada. Pasaron 30 años. Pennie Smith me dio algunas fotos donde estoy al lado de Joe mientras hace las voces. Pero no puedo recordar nada (risas). Fueron muchos estudios con The Clash.
–Sus primeros shows duraban poco más de media hora y luego de London Calling lo hacían de una forma muy compacta por más de dos. Lo increíble es que un año después de lanzar London Calling editan Sandinista, ¡un triple! Pensá en eso. Te puede gustar o no, pero siguen siendo tres discos. Y en el medio giraban. Estos tipos estaban operando al tope de su juego.
–Por eso cuando chocaron fue tan duro. Implosionaron. No quedaba otra alternativa. Grababan y tocaban todo el tiempo. No se daban un descanso. Deberían haberse tomado unas vacaciones.
–Uh, man, eso fue algo creado por los medios. Rolling Stone dijo que era el mejor disco de los ‘80. Pero fue lanzado en 1979. Cuando Los Beatles lanzaron sus primeros discos escuchaban música de los ‘50. La cosa no es tan simple. Fue un gran disco lanzado a fines de los ‘70 y escuchado a comienzos de los ‘80. No me importa dónde lo pongan realmente. Es un gran puto disco. Para mí siempre tendrá algo que ver con los ‘70. Eramos chicos en ese entonces. Del ‘77, College of Knowledge (Colegio del conocimiento).
–Esa es la causa. Lo que pasó en un lado en los ‘70 luego pasa en otro en los ‘80. ¡Ey! Y en otros en los ‘90. Es una mierda revolviéndose. Los problemas siempre van a ser los mismos, pero los reconocemos cuando los vemos. Es un disco que tendrá significado de acá a veinte años. Trata de emociones universales de los humanos. Tal vez haya otro soundtrack entonces, pero los problemas serán los mismos. Por eso la gente recurre una y otra vez a Imagine de John Lennon, The Times are Changing de Bob Dylan, What’s Going on? de Marvin Gaye, o Get up Stand up por Bob Marley. Siempre habrá lugar para ellas.
–Sí, en Portabello Road. Ese soy yo. Al principio me resistí. Lo gracioso de la foto es lo que la cámara no muestra, y es lo que está detrás de mí. Parece que estoy enfrentándome a todos los policías. Pero no se ve que detrás de mí hay cientos de negros con palos y botellas a punto de lanzarlos. En realidad trataba de escaparme de todo eso (risas).
–En realidad, no mucho. De por sí el nombre Punk: Attitude dice bastante. El punk es una forma viva, podés ser punk y doctor, hay escritores punks, hay periodistas punks, desde el diseño, la indumentaria, las artes plásticas. El punk no es algo que leés en libros de historia. Es mucho más que música; si sólo hubiera sido eso, no habría generado tanto.
–El quantum es que mostró algo. Al principio se pensaba que el punk era nihilismo, cortes mohawks y cosas negativas; no era nada de eso. Era ensamblarse con otros, individualidad y libertad. Y cuando escuchás London Calling oís eso. Redefinieron lo que para ellos era el punk. Ese es su legado más impresionante: cuánta mente abierta puede tener uno uniéndose con otros.
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