Jueves, 8 de abril de 2010 | Hoy
CON LOS REALIZADORES DE SOMOS NOSOTROS, ANTES Y OCIO
Las películas argentinas de los directores Mariano Blanco, Daniel Gimelberg y Juan Villegas con Alejandro Lingenti son un tríptico del mundo joven. Una adaptación de una novela de Fabián Casas, lo iniciático y el después, la calle con el skate a cuestas. Juventud perdida.
Por Federico Lisica
Antes del ocio somos nosotros. Podrían formarse varios significados con los títulos de estos tres films argentinos a estrenarse en el Bafici (y no son los únicos), que tienen al joven en el centro de la mirada. El tríptico que conforman Ocio de Juan Villegas y Alejandro Lingenti, Antes de Daniel Gimelberg y Somos nosotros de Mariano Blanco, no devuelven (por suerte) una sola imagen de aquellos a los que la cámara persigue. Aquí, el orden de los factores altera el producto.
“Los grandes temas, la amistad, la entrada a la adultez y cómo se sobrevive a la muerte de alguien cercano, están en la película, pero sin enfatizar”, afirma Juan Villegas sobre Ocio (competencia oficial nacional), basada en la novela homónima de Fabián Casas. Andrés “quiere crear su propio mundo, lo que uno construye por afuera de su familia, y este personaje está a punto de encontrarlo”. El personaje, interpretado por Nahuel Viale, funciona como alter ego del escritor con sus remeras azulgranas, sus gustos de música, Boedo (la casa donde se hizo el rodaje fue donde vivió Casas) y sus recuerdos iniciáticos.
En esa “segunda patria”, los compañeros y el rock tienen ministerios fundamentales. “Intentamos que el tono sea atemporal, mezclando el vestuario y la escenografía de los ‘80 con otras imágenes más contemporáneas, lo que da algo muy particular. Y la música remite al rock nacional anterior, Manal, Pescado Rabioso. Es como un costumbrismo sin clichés y, en un punto, más real.” Para Villegas, a quien la recepción ambivalente de Los suicidas llevó a un resguardo consciente (en el medio participó de Una semana solos de Celina Murga), Ocio cuenta con la novedad de ser co-dirigida junto a Alejandro Lingenti. El periodista le propuso llevar a la pantalla la historia de Casas. “Sentí cierto alivio del peso de ser director –señala–. Con matices, los dos pensamos el cine de la misma manera, nos gustan las mismas películas, la música, y por suerte eso se dio en el rodaje.”
El “tono y cierta cosa más íntima” llevan a Villegas a conectar este film con su ópera prima, Sábado, que para 2001 narraba el paseo de un grupo en una urbe menos amable de lo aparente. “El ocio del título tiene algo de ironía, porque no hay mucho para hacer y ese personaje está bastante en soledad.” Lo acompañan en el devenir la música incidental, “pero activa”, de Ariel Minimal y sus dos amigos interpretados por los platenses Santiago Barrionuevo de El Mató a un Policía Motorizado y Javier Sisti Ripoll de 107 Faunos. “¡El Chango y el Gato la rompen!”, asegura Nahuel Viale sobre el espíritu rocker destilado por ellos en el film.
Los protagónicos en Ocio y Antes (“son dos pibes parecidos, en algunos puntos coinciden; queribles independientemente de lo que les pasa”) lo vuelven uno de los actores más persistentes del novísimo NCA junto Nahuel Pérez Biscayart y Martín Piroyansky. Los tres participan de la obra de Daniel Gimelberg. “Fue un placer dejarlos actuar solitos, sin decirles mucho a los viejos amigos que ya se conocían”, concede el director. “En mi caso, literalmente, mis amigos son mi familia. Pero hay momentos en que la soledad te puede meter en un círculo vicioso que hace que todas tus acciones, incluyendo las que hacés para dejar de estar solo, te lleven a estar más sólo aún”, piensa.
Antes retrata el viraje de Nacho con los suyos, ciertos noviazgos y salidas nocturnas. Una película parida en el Bafici, y no sólo porque el realizador haya escrito la sinopsis en el café de Abasto durante un festival reciente sino porque encontró su sentido por un traspié en la gacetilla oficial. Allí se asevera que la película transcurre entre la actualidad y un flashback. “Cuando leí el comentario en la reseña, me enojé mucho y mandé un mail pidiendo que cambien eso. El catálogo ya estaba en imprenta y no se pudo cambiar. Nos esforzamos para que la película se viera como algo atemporal, y bueno... ¡Es cierto que podría ser de los ‘90! De hecho, la historia está basada en muchas cosas mías de ese entonces. Así que cada vez me parece menos grave el error y hasta hay algo que me empieza a gustar. Quien la escribió está pasando de villano a visionario.”
Entre dos tiempos, Nacho está conmovido por un hecho trágico del que no se habla. Según Gimelberg, “el camino entre la soledad y la violencia puede ser muy corto, ésa me parece una buena definición de Antes. El persistente y obsesivo recuerdo de un tiempo pasado que ya no va a volver, el intento de dejarlo atrás y empezar a construir otra historia”. Hay música de El Mató..., Simon & Garfunkel, Supertramp, Cielito lindo y algún tema “tipo Aspen”. Y si la estirpe musical de La Plata es la segunda conexión evidente con Ocio, no falta una tercera, recalcada por ambos directores. Montarse sobre el deambular de un personaje con la influencia de la Nouvelle Vague: “Esas historias con mucha calle y mucho personaje vagando sin sentido, en general de noche, como haciendo tiempo, curtiendo la noche, pero al mismo tiempo escapándose de casa. Yo mismo soy un gran caminante nocturno, no hay por qué negarlo”, confiesa Gimelberg.
Somos nosotros, también en la competencia oficial nacional, toca algunas teclas del mismo piano (el devenir, la noche, el grupo de pertenencia), pero el intérprete se diferencia en la edad. Con 21 años, Mariano Blanco es uno de los realizadores más jóvenes en participar del festival, aunque ya cuente con actuaciones en La mosca en la ceniza, Sofacama y Pajaritos. Centrada en el mundo del skate, la define “como una película fresca y cruda a la vez, que intenta ser franca consigo misma y no pretende ser algo que no es. Quise contar el cotidiano de estos jóvenes, mostrando cómo funcionan cuando están en grupo y cómo lo hacen cuando están solos, darles un espacio a las relaciones amorosas; también me interesan mucho sus lazos”. Influenciado por Pedro Costa y los hermanos Dardenne, cuando se le pregunta sobre la posible conexión con Paranoid Park, Blanco se planta: “Vi la película de Gus van Sant y me gustó, como otras películas suyas, pero me sentí completamente invadido. A lo sumo funcionó como propulsora, para mostrar una visión de chicos que andan en skate contada por una persona que no es ajena a ese mundo, por alguien que no tuvo que investigar para saber de lo que hablaba. Se las puede tratar de películas hermanas, pero así y todo creo que al compararlas están muy alejadas, tanto en forma como en contenido”.
Muchos de los que aparecen en la cinta –incluso él mismo lo hace– son amigos de Ituzaingó y Mar del Plata (ciudad donde transcurre Somos nosotros). “Siento que están buscando algo que no tienen, como si existiese una ausencia, esa búsqueda de un ‘no sé qué’. Pero esa connotación puedo dársela hoy con la película ya terminada. Durante el rodaje no tuve la pretensión de hacer un retrato con un compromiso generacional.” Es más: al pedirle que imagine Somos nosotros en el videoclub o en la mantita de los piratas al lado de otro film, dice: “Si las tienen por ciudades donde pasan sus historias, me tocaría estar al lado de Los bañeros más locos y no estaría nada mal”.
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