FEBRERO: EL REGGAE SE MUESTRA A PLENO
› Por Luis Paz
El segundo mes arrancó con los almanaques del NO, que aún no habían sido entregados por la imprenta en enero. La primera semana de febrero se recomendaron once bandas británicas underground para disfrutar en todo el año: Florence & The Machine y The XX, entre otras, le dieron la razón. La segunda semana se anunciaron casi todas las ediciones locales, anticipando que el disco compacto aún sobrevivía en la Argentina, como vendría a confirmar luego el informe sobre la industria discográfica en la década ‘00 (“El indie se la come”). Ese mes recorrimos la costa y el interior en busca de buena data y alguna postal veraniega, y cataba cervezas argentinas y uruguayas hasta la cirrosis. Pero también tuvo una tarea dura: poner a debatir a los rangos bajos, altos y medios de las milicias del reggae made in Argentina, para rastrear qué es lo esencial entre tanto roots, dub, dancehall y rocksteady, con excusa de la edición del primer compilado de reggae argentino y en paralelo a la publicación del insólito tributo Reggaes Redondos, una suma de voluntades reggae que revisitó la obra de Solari y Beilinson, dos músicos que serían figuras centrales del almanaque 2010 y sus premios.
Miembros de Los Pericos, Resistencia Suburbana, Nairobi, JPA, Los Umbanda, Mensajeros, Spiritual Reggae Band y Shambala discutieron, pero resolvieron: “El reggae no es una moda que te hace mover el culo”. Por un lado, Juanchi Baleirón decía: “En lo artístico es un gran momento, con muchas categorías, hasta las más impensables. Y en cuanto a la popularidad, está claro que es su mejor momento”. Por el otro, Horacio Armoza (Spiritual Reggae Band) decía que sólo el roots es trascendental: “El lovers, el reggaetón y el duby duby son sólo modas que pasarán. Y un rastone suena lindo, pero es un invento poco feliz”. Con simpleza, el cantante de Shambala, Leonardo Badaracco, ordenaba: “Hay algo que no estamos viendo: hace 10 años, sólo una persona que hubiera investigado conocía al reggae y hoy lo conoce el ama de casa”, y así las voces del reggae se alzaban más que las volutas de humo dulce.
Gaspar Om (Los Umbanda) delimitaba el problema de la cooptación del género, anticipándose al estallido de Dread Mar I y la consolidación de Nonpalidece: “La masividad trae consigo algunos vicios, conceptos y prejuicios, e incluso formas de consumir frías”, decía Om. Su grupo, Los Umbanda, fue uno de los que, con el año casi cerrado, entregó un disco notable, acompañado de un DVD: Latintropiks. También el Wet de Nairobi y el autohomenaje Pericos & Friends confirmaron, en el resto del año, que los músicos convocados tenían algo para ofrecerle a 2010.
En aquel lejano mes, bueno, también hubo tiempo para la bebida. El Comité de Someliería Popular cató cervezas argentinas y uruguayas... y lamentablemente allá son mejores; pero como consuelo queda el vino. Entre bandas (Shaila, Laissez Faire), DJs (Paul van Dyk), músicos-DJs (Julián Della Paolera) y directores de videoclips (Vincent Moon) se fueron el resto de las páginas del suple, pero quedaba un suplemento para el final del mes, dedicado al último héroe de acción del rock local: Pappo. De la Carpología, o la ciencia que estudió a Pappo diseccionándolo en doce partes, se encargaron Andrés Calamaro, Pety de Riddim, Gori de Fantasmagoria, Dread Mar I y Marcos Orellana (Michael Mike y Onda Vaga), todos músicos que con el correr de los meses irían publicando su nuevo material, confirmando su voz dentro de la escena rock argentina.
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