Jue 18.07.2013
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El semillero de lo raro

› Por Walas *

Soy uno de los fundadores de la cultura joven de la Bond, de los que parábamos y generábamos una movida nueva, alternativa y hardcore, que no había en Buenos Aires. A finales de los ‘80, en el piso de abajo se instalaron diseñadoras independientes, pendejas que estudiaban diseño de indumentaria, y de ahí salieron marcas como las de Miuki Madelaire, que hacía sombreros, o Patra, que fue la primera diseñadora de accesorios de rock, glam y punk. También Bikini y Culebra. En ese momento, la moda era adulta o careta, y esto era el semillero de lo raro y alternativo.

También había salas de ensayo, donde a principios de los ‘90 tocaba Hermética. Yo paraba en el local de Patra, y ahí caían Marcelo Pocavida y Manuel Moralez (histórico vestuarista, estilista y diseñador de Soda Stereo). En ese momento yo lo gastaba, le decía que le interesaba más la estética y los looks que el rock en sí mismo. Lo condenaba porque le gustaban las ropas, las camperas, las botas y las vinchas. Finalmente me tapó la boca, se terminó dedicando a eso.

La planta baja fue el eje conceptual de la Bond, con el skate, el tattoo, el piercing y la música. Arriba había un local medio porno y otro que vendía cosas de electrónica. No había más que eso, hasta que en un momento los pioneros le quisimos dar vida al piso de arriba. Ahí me mandé el Museo del Skate Argentino La Rata, sin fines de lucro. Fue por una cuestión cultural. Tengo la colección argentina más grande de skates y colgué más de cien tablas en la pared.

En realidad, con la Bond primero me vinculé como habitué, después como proveedor y más tarde por los locales: llegué a tener tres. Cuando me mudé de Capital puse un taller de serigrafía y empezamos a fabricar las primeras remeras de rock argentinas en colores. Las comprábamos clandestinamente, de contrabando, en un lugar que hoy es conocido como La Salada. Hacíamos remeras de bandas que no solía haber acá, de NOFX, Sonic Youth y Rage Against The Machine. Así me convertí en proveedor de un local. Al poco tiempo decidí poner uno propio: la disquería La Lupita, de discos importados de punk y derivados. Ahí ejercí mi pasión por la melomanía.

La Bond es el paso obligado de las bandas alternativas que vienen a Buenos Aires: Social Distortion, Agnostic Front, incluso Die Toten Hosen, que son unos caballeros re-divinos, vienen a comprar sus propias remeras. Como no se las queremos vender, se las regalamos y compran otras cosas. Igual hay otras bandas que son bravísimas con el merchandising oficial, como Millencolin. Los yanquis, en general, son re-legalistas y burocráticos.

* Cantante de Massacre.

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