(Damon)
Albarn y (Justine) Frischmann se conocieron en el Zap Club de Brighton en 1990,
cuando Suede abrió un show de Blur. Le pedí un póster de
Blur a Damon y me contestó muy mal: Comprátelo, mierda.
Y recuerdo que venía a sermonearnos, tipo Nosotros tenemos el camarín
más grande y ustedes el chico, pero tienen que pagar su parte.
O sea, se comportaba como un pelotudo.
Albarn ya había visto antes a Suede. Tal como recordó más
tarde, fue engatusado para ir mediante una simple tentación: ¿Querés
venir a ver a una banda esta noche? Una de ellos es una chica de escuela privada
y lleva a todas sus hermosas amigas. En esa ocasión, a él
le resultó completamente indiferente. En Brighton, en cambio, su beligerancia
contradecía el hecho de que, mientras veía a Suede tocar, no podía
sacarle los ojos de encima a su segunda guitarrista. Después de
eso, se tomó como algo personal seguirme, dice Frischmann. Me
llamaba por teléfono para ofrecernos un show, y enseguida decía
que yo era la mujer, que íbamos a casarnos y que yo no tenía otra
opción. Yo estaba bastante sorprendida; nadie me había hecho algo
así antes. El era muy hermoso en ese entonces, con sus enormes ojos azules.
A su debido tiempo, le presentó al resto de Blur. Pensé
que eran un poco raros, dice ella. Infantiles, borrachos. No amenazantes,
sólo patéticos. Me encantó la forma de tocar la guitarra
de Graham, pero pensé que era un boludo. Pensé que la banda era
realmente buena, mucho mejor que Suede en lo musical.
A pesar de la rápida declaración de Albarn acerca de que encajaban
perfecto, él esperaba que la relación le dejara espacio para citas
ocasionales; el hecho de que tanta parte de su vida fuera ocupada en giras hacía
aparecer como inevitable el arreglo. Teníamos una relación
bastante inusual, dice Frischmann. Nos veíamos a nosotros
mismos como bastante modernos y no afectados por las mismas reglas que el resto.
La pareja abierta no hacía nada bueno para mí, pero no había
otra opción. Si estás con Damon, vas a estar en una relación
abierta.
Hacia mayo de 1991, los Blur eran estrellas pop gracias al suceso de su segundo
single, Theres no Other Way. Aparecían en programas
infantiles y salían en la revista Smash Hits. También eran retratados
como los principales protagonistas de un ritual londinense semanal que ayudó
a definir las columnas de chismes de los diarios: pasaban el rato en un night
club llamado Syndrome en Oxford Street. Me gustaba Syndrome, dice
Frischmann. Damon pasó por una fase en la que se besuqueaba con
chicos, así que era realmente excitante. Chicas besuqueando a chicas
y chicos besuqueando a chicos. Era una rebelión patética, en realidad,
cuando pensás en lo que hacían Mick Jagger y Marianne Faithfull
cuando tenían la misma edad. Pero ahí pasaban los discos de todos
y todo el mundo estaba borracho. Era una joda.
(...)
Se incubó un plan, dice Frischmann. Damon y yo estábamos
bastante obsesionados con la idea de un zeitgeist (espíritu de una época).
Y, en algún momento, se nos ocurrió que Nirvana estaba tocando
y que toda la gente estaba interesada por la música norteamericana, y
que debería haber alguna especie de manifiesto por el retorno de lo británico.
El segundo álbum de Blur, Modern Life is Rubbish, fue lanzado en mayo
de 1993. Al mes siguiente, Albarn y Coxon hicieron una breve aparición
en Great Expectation, un concierto organizado por la XFM, una radio londinense.
Esa noche, Blur sonó perfecto. Para mí, ése fue el
punto de inflexión, dice Mike Smith. Recuerdo haber estado
con un amigo, mirarnos y decir: Mierda, esto va a ser enorme.
(...)
Cuando un grupo de periodistas lo arrinconó y empezó a hablarle
sobre su responsabilidad de salvar la música británica, él
hizo una mueca. Esta vez lo hicimos. De verdad, respondió.
Parklife, el nuevo álbum de Blur, era la prueba. (...) El disco entró
en los charts en el número uno. Noera obvio que Parklife fuera
a resultar tan grande, recuerda Frischmann. En ese momento, Elastica
era más grande que Blur, teníamos más prensa y más
atención. La semana en la que Parklife llegó al número
uno, él no podía parar de llorar.
Con una sinceridad admirable, Albarn escribió acerca de la experiencia
al año siguiente. Nunca tuve en mi vida a alguien que se sintiera
aunque más no fuera levemente deprimido o suicida. Esas eran emociones
tan incomprensibles para mí como el idioma japonés. Entonces,
de la nada, me desperté deprimido. Era como el primer día en la
escuela primaria y como una resaca muy mala, todo al mismo tiempo. Tenía
dolores en la espalda y en los hombros, ataques de pánico, y el único
alivio era llorar.
El no podía dormir, dice Frischmann. Estaba consiguiendo
todo lo que había deseado, pero estaba perdiendo el foco. Después
de eso, perdió esa parte suya que era infantil y que no podía
asumir las cosas, y realmente fue capaz de convertirse en una estrella pop.
Mientras tanto, yo estaba haciendo entrevistas y sacando discos, entonces ya
no estaba disponible para él. El no estaba bien y yo no podía
ayudarlo demasiado. Ese fue el comienzo de los problemas.
Albarn fue a ver a un doctor recomendado por la familia Frischmann. Le preguntó
por su consumo de drogas. El le explicó que fumaba una módica
cantidad de marihuana, que bebía bastante y que ocasionalmente tomaba
cocaína. Le dijeron que desistiera de esta última y le dieron
una receta para antidepresivos. Apenas le dio una oportunidad a las píldoras:
las tiró después de unos días. Más tarde explicó
que lo hacían ver el mundo como si saliera de una radio a transistores.
Entonces trató con hierbas y con acupuntura, antes de descubrir los beneficios
de un régimen más mundano: viajes al gimnasio y un partido de
fútbol por semana.
(...)
A fines de febrero de 1996, Blur debía aparecer en el festival de San
Remo, pero sólo Albarn y Rowntree viajaron (Coxon había avisado
que no iría; James se quedó dormido y perdió el avión).
Las noticias llegaron pronto al New Musical Express, cuyo reporte fue: La
última semana de Blur alimentó rumores de que están a punto
de separarse. Para ese entonces, Albarn había empezado a imaginar
un camino diferente, un escape del britpop. Un día se levantó,
dijo que había estado soñando con la tundra barrida por el viento
y soltó: Debo irme a Islandia, recuerda Frischmann.
Fue un auténtico punto de quiebre para él. Yo fui algunas
veces. No me gusta el frío; sentía que iba en la dirección
incorrecta en el avión. Lo vi como una movida levemente agresiva, porque
habíamos estado hablando de comprar algo en España, Francia o
Turquía.
El conoció a una chica islandesa muy linda en Los Angeles, hecho
que debe haber sido más atractivo, dice James. Y él
salía mucho allá. Tres días después de que llegó,
recibí un mensaje en mi contestador, con una voz de calma infinita que
me decía: Alex, esto es realmente, realmente hermoso. Lo
cual era cierto.
Ese verano, Blur comenzó a reagruparse. Entre las primeras composiciones
que grabaron estaba una canción llamada Beetlebum. Pensé
que era una canción sobre Justine Frischmann (quien, en ese punto, consumía
heroína), dice James. Es una canción de drogas, ¿no?
Todas las grandes canciones pop son sobre el amor o las drogas. Y las realmente
grandes son sobre ambas cosas.
(...)
Albarn y Frischmann habían empezado a separarse en 1995, cuando su vínculo
se mantenía a través de conversaciones telefónicas. Para
peor, después de su vuelta tras un año de gira con Elastica, ella
descubrió que sus respectivas visiones del futuro eran muy diferentes.
Damon me decía: Ya probaste que sos tan buena como yo, tuviste
un hit en Estados Unidos, ahora pará y tengamos hijos. El quería
que yo dejara de ser parte de un grupo, que no saliera de gira y que criara
a sus hijos. Yo no estaba muy feliz con la idea y él me decía:
La razón de tu infelicidad es querealmente querés tener
hijos, pero no lo sabés. Y era convincente. realmente lo pensé
con bastante seriedad.
En 1997, de todos modos, Albarn no se estaba comportando exactamente como un
aspirante a hombre de familia. Cada vez era más abierto con respecto
a su infidelidad, asegura Frischmann. Pasaba mucho tiempo en Islandia.
Una vez fui y me dijeron que había un sketch en un programa de comedia
local con un montón de mujeres con bebés que se llamaban Damon.
Hasta ese punto se había ido de las manos. Después de retornar
a Londres, a pesar de que Frischmann pensaba que él debía irse,
Albarn se rehusaba a concluir la relación. Me lo pasaba diciendo
que quería que se fuera y él me decía que me fuera a descansar,
porque yo no me sentía bien. Y eso era cierto, porque tardó mucho
tiempo en dejar la relación; él quería hijos; quería
algo que no le había dado e iba a permanecer hasta que le diera lo que
quería. Tomó mucho tiempo la ruptura.
Finalmente, tras unas vacaciones tipo última oportunidad
a fines de 1997, Albarn y Frischmann tomaron caminos separados. Pasó
del punto de ser un modo inteligente de vivir, dice ella. Dejamos
de remar, lo cual daba miedo. No dormíamos en la misma cama, y no lo
habíamos hecho por un tiempo, pongámoslo de ese modo. Los
detalles de su separación no fueron distintos de los de tantas relaciones.
De todos modos, en las mentes de aquellos que vieron sólo la superficie,
no podría haber un signo más claro que la era del britpop, que
comenzó con Parklife y que definieron discos como el primero de Elastica,
para entonces había terminado.
Extracto del libro The Last Party: Britpop, Blair and the Demise of English Rock, de John Harris, recientemente editado en Inglaterra. Tras leer un anticipo publicado en The Guardian, Damon Albarn le dijo a ese diario: Justine parece percibirse como una víctima de todo tipo de comportamientos erróneos. Eso es muy triste. Siento que, de algún modo, soy responsable de eso. No me siento bien al respecto. Amé a Justine. Cuando nos conocimos, estábamos increíblemente enamorados y, por el simple hecho de estar tan interesados en la música, arruinamos nuestra relación. Ambos lo hicimos. No fue algo maquiavélico, es simplemente triste que una relación que nació tan hermosa haya terminado tan mal.
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