SOLDADORES UNIVERSALES
No More my Lawd sonando a todo volumen frente a un escenario con las luces apagadas. Una vez finalizado ese grito clásico de rebeldía frente a un opresor, quizá la semilla de lo que hoy se conoce como rock, aparecen Diego Porras en guitarra y Dylan Lerner en batería. Así es un show de Soldadores: un rescate de voces perdidas del blues más rústico (el que lo creó todo) sumado a una pesadez sonora casi heavy, abrazando el propio blues rock que Pappo legó. Una búsqueda stoner que prefiere nadar en un río espeso de melodías antes de ir al golpe seco.
“Arrancamos el show con ese tema porque nos gusta lo que representa”, aclara Dylan. “Se escuchan los monos picando piedras y a eso del minuto y medio una de las piedras pega en el micrófono que está grabando y hace que todo suene distinto. Los tipos gritan que no pueden más de laburar, de ser esclavos, de todo... Ese grito es un poco lo que sentimos cuando tocamos.” El tema está en un compilado de Alan Lomax, el encargado de rescatar las grabaciones rústicas de los años ‘20 y ‘30 en el sur de Estados Unidos, un lugar y una época repletos de negros con grilletes en sus pies, llorando sus miserias a través de la música. Un grito de rebeldía que luego devino en rock.
El debut de Soldadores es epónimo, llegó en marzo, y lleva dentro todos esos matices sensoriales que hielan la piel. Sus canciones no son ligeras, hay que escucharlas con la atención que una pieza rebuscada requiere: entender el ruido, darle mucha bola al porqué de la percusión y perderse un rato en las oscuras letras de temas como Dark Rooster o Apofis Grave, imaginarios entre sombras siempre acompañados de ritmo macabro. Todos temas ruteros, intensos y geniales.
“¡Ni que tuviera tetas!”, responde Dylan ante las eternas comparaciones que se comieron por el simple hecho de ser dos y la clásica semejanza numérica con The White Stripes. Lo cierto es que al ser dos quizá los comparen con The Black Keys o las andanzas duales de Meg y Jack, pero sus canciones reviven el imaginario melódico de Pappo’s Blues y algunos parajes de Black Sabbath, cuando la cosa se pone poderosa.
“Empezamos a zapar de la nada, yo estaba en el estudio tocando con una banda amiga y él estaba de paso por laburo. Desde ese momento sacamos la esencia de hoy en día, sentarse y tocar”, relata Porras –que formó parte de Natas en sus inicios– acerca de cómo conoció a Dylan y la génesis de Soldadores. Todos sus temas fueron grabados en vivo, en una o dos tomas, priorizando la primera porque es la que más fresca suena. Todo fue hecho en cinta sin ningún recurso digital, como se solían grabar los discos antes. “Tenemos eso de los negros de los años ‘30, tocamos con huevos”, simplifica el baterista. Y el guitarrista agrega: “Esos viejos discos de blues casi los grababan a punta de pistola, no había mucha pasta, la primera toma es la que va. Esa adrenalina de sólo tocar y no estar al tanto, te llena de energía”.
* Viernes 25 en Niceto Club, Niceto Vega 5510. Desde la medianoche con Bestia Bebé.
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