Dom 06.12.2015
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FAN › UNA ACTRIZ ELIGE SU PELíCULA FAVORITA: DENISE GROESMAN Y L’ENFANT DE JEAN-PIERRE Y LUC DARDENNE

LA CRUDEZA DE LO REAL

› Por Denise Groesman

L ‘Enfant es una película del 2005 de los hermanos Dardenne que gira en torno a la marginalidad, a la venta de un bebé y a los cambios que se producen en su padre a raíz de este hecho. Recuerdo el día que la vi, a los 16 años .Yo iba a la escuela, pero mis amigos ya no pertenecían a ese mundo. Había empezado otra nueva escuela: la de actuación de Nora Moseinco.

Allí me encontré con un grupo de gente muy distinta a mi y a toda la gente que conocía hasta ese momento. Tenían edades diferentes y vivían realidades diferentes; cuerpos diferentes, deseos diferentes.

Mi formación escolar primaria y secundaria tuvo inclinación judía: la mañana era Argentina y la tarde, Israel. Mi rutina estaba controlada por el ritmo escolar, incluso al llegar a casa después de las seis de la tarde era el momento de hacer infinitas tareas, que me encantaban: me obsesionaba asumirlas con muchísima responsabilidad.

Eso se rompió cuando mis amigos crecieron. Ahora tenía una mejor amiga de 18 y otra de 21. Venían a buscarme a la escuela, íbamos al teatro, bailábamos en casas y fiestas. También nos juntábamos a ver películas. Disfrutaba muchísimo esas sesiones.

Esta vez eran vacaciones de invierno y nos juntamos con Inés en lo de Agos. Vimos L’ Enfant. La foto de la cajita del dvd nos gustaba mucho, estábamos ilusionadas.

La película empezó y atardecía. Terminó y ya era de noche. Agos se tuvo que ir en mitad de la película a una clase pero nosotras nos quedamos en su casa solas hasta el final de la película.

Terminó y nos fuimos rápido antes de que llegase el papá de Agos con su mujer y su hermanita. Era rara la situación de que estemos en su casa sin su hija. Apenas nos había visto alguna vez. Apagamos las luces rápido y desaparecimos. Yo debía volver a mi casa, ya era de noche y aun no usábamos celulares.

Cuando la película terminó sentí algo que me suele pasar cuando la ficción me captura y no me devuelve apenas termina: percepción alterada lo llamo. Quedo sumergida por un largo rato en ese paréntesis, esa parábola simbólica que es una ficción.Me sentía agobiada por la realidad/ficción de la película, ese amor lleno de juegos adolescentes y brutos, excitantes y peligrosos. La mujer, como una niña a cargo de un bebé, sola, muy sola. Y un hombre frío y torpe, insensible e impulsivo, delincuente y moralmente perverso.

Ese año mi vida se había transformado. Mi hermano se había accidentado en el mar y como consecuencia perdió la motricidad de la mitad de su cuerpo.Éramos una familia trastornada, durmiendo de a turnos en la clínica de rehabilitación, escapándole a los silencios ensordecedores.

La película tenía algo de eso, algo inhumano, denso, imposible de comprender y aceptar. Un despojo desmesurado.

Ese día permanecí perturbada, recuerdo que mi mamá me dijo: “Denise ¡no se para qué mirás esas películas! Tenés que mirar cosas lindas...”

Después Inés se ofendió conmigo y no la vi mas por unos años. Entonces con Agos empezamos a juntarnos con Martín a ver películas: él elegía unas más divertidas y ocurrentes, de Woody Allen, de Hitchcock. Unos años más tarde empecé a actuar en películas, ahí fue cuando Paula Hernández me pidió que volviera a ver L’Enfant, que me serviría de referencia para preparar el personaje de Lisa. Entonces me volví a encontrar con esta perturbación del pasado que se transformaba en puro deseo, en mi segunda oportunidad: la amé.

Ese romance infantil cargado de una densa profundidad, esa realidad belga áspera y fría. El supermercado, los monoblocks, las motos. Este hombre tan desagradable, al que a lo largo de la película lo vemos fallar, fallar tan fuerte, errar de un modo tremendo y por algún motivo, quizá por el hecho de ver toda su miseria tan expuesta, lo entendemos, lo detestamos pero confiamos en él y en su inmadurez. Algo de la idea de justicia se pone en jaque. Se vuelve todo incómodo y bastante parecido a la realidad.

Me obsesioné y empece a ver todas las películas y entrevistas de los Dardenne. La promesa y Rosseta también quedaron como un tatuaje en mi. Fascinada por como contaban la crudeza social y humana desde el guión, la cámara, la actuación, el vestuario. En una entrevista los escuché decir que eran como una persona con cuatro ojos. Y les creí: nadie ve como ellos ni lo que ellos ven.

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