Dom 30.12.2007
radar

FAN › UNA ARTISTA VISUAL ELIGE SU IMAGEN FAVORITA

Así en la Tierra como en el cielo

› Por Andrea Juan

En octubre de este año visité una muestra en el Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York, donde tuve oportunidad de ver unas fotos fantásticas de Marte y de Venus con una definición impresionante. Se trata de imágenes que obviamente no están tomadas por seres humanos sino por... ¡máquinas! El efecto que tienen es increíble, es como si pudieran transportarnos a esos lugares, a esos paisajes, pero que a la vez producen también una gran impresión “de cercanía”, como si alguien hubiera estado ahí, como si se tratara de fotos tomadas en un paisaje terrestre.

Son imágenes que invitan a especular, a imaginar y a aventurarse en la posibilidad de que existan otras especies, otras formas de vida, otras culturas y civilizaciones. Es una idea que me apasiona: descubrir otros espacios, otros mundos y pensar la relación que pudieran tener con lo ya conocido.

En algunas fotos, Marte parece Tandil; ocurre también con algunas imágenes tomadas en la Antártida, que tienen esa misma analogía con las formaciones de la Era Terciaria.

Lo que es fascinante es la proximidad del más allá que generan estas imágenes: nos amplían el panorama sobre otras posibilidades, como la posibilidad de que existan otros lugares, lugares que sean más o menos similares al nuestro, o absolutamente distintos. La imagen de la Tierra vista desde afuera, desde el espacio, es impresionante: es como verse en un espejo en el cual no te reconocés. Con la tecnología actual logramos hoy acercarnos más a nuevos paisajes y territorios, a espacios en los cuales se podría viajar en un futuro próximo.

Es fantástico, y me pregunto: ¿hasta dónde seremos capaces de llegar? Si bien es cierto que en estas imágenes hay una selección y una importante tarea de posproducción y de edición, hasta los colores parecen estar adaptados a los que percibimos en la Tierra y que están determinados por nuestra atmósfera. Pero son imágenes asombrosas de una extraña belleza. No hay límites para el asombro, porque cuando emergen nuevos paisajes, es como recomenzar, empezar a imaginarse todo de nuevo. Nos invita a pensar que tal vez existan colores que aún no conocemos... ¿Cómo serán esos colores que el ojo humano no puede ver, o los sonidos que no puede oír?

Hace poco formé parte de unas Jornadas sobre Calentamiento Global en las que participé con una ponencia artística entre las científicas en la Universidad de Comahue, en Neuquén; y descubrí que cuando te involucrás un poco con las investigaciones que diferentes científicos están desarrollando, es como observar la Tierra desde otra perspectiva, es como mirarla a la distancia.

Ahora elegí esta foto de Marte como síntesis de lo desconocido, de esta búsqueda que se está llevando a cabo más allá de lo establecido, de lo ya explorado. La poética y la fantasía son lo más maravilloso que el hombre ha desarrollado, implica ir de lo mental a lo real y todo lo que se investiga fuera de nuestra atmósfera, o dentro de ella. Lo que pasa por debajo del suelo y hacia lo alto del cielo plantea interrogantes que tienen que ver con esa fantasía y esa poética, con esos mundos repletos de nuevas posibilidades.

Hasta el 23 de marzo, en el Ecocentro de Puerto Madryn, Andrea Juan tiene en exhibición Proyecto Antártida: incidencias en el cambio climático, una muestra compuesta por 12 fotografías color (100 x 133 cm) y tres videos (25 minutos) sobre los efectos producidos por los cambios climáticos en la Península Antártica, con proyecciones de videos sobre los glaciares y performances llevadas a cabo en diferentes locaciones antárticas.

Columbia Hills within Gusev Crater on Mars (Colinas de Columbia dentro del Cráter Gusev en Marte)

Imagen multi-mosaico, tomada por el Spirit Rover entre el 9 al 19 de agosto de 2004. La foto corresponde a Michael Benson (NASA/JPL/Kinetikon Pictures) y se exhibe actualmente en Beyond, muestra de fotografías de Marte y Saturno, entre abril de 2007 y abril de 2008 en el American Museum of Natural History de Nueva York.

El cráter de Gusev tiene unos 170 kilómetros de diámetro y se formó hace aproximadamente tres o cuatro mil millones de años. Fue bautizado en 1876 con el nombre del astrónomo ruso Matvei Gusev (1826-1866). Se cree que el sistema de canales que lo atraviesa, conocido como Ma’adim Vallis, probablemente transportó agua alguna vez en el pasado del planeta, lo cual alimenta la especulación sobre la posibilidad de que haya vida allí.

En enero de 2004, el cráter de Gusev sirvió de lugar de aterrizaje para el primero de los dos Rover de exploración de la NASA: el Spirit, que eventualmente llegó hasta Columbia Hills, donde se recogieron rocas que presentan pequeñas partículas de agua salada.

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