Dom 05.04.2015
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COMER Y BEBER

› Por Cecilia Boullosa

RECETA EQUILIBRADA

“Queremos que el cliente se lleve una experiencia para contar, un momento memorable”, dice Rodrigo Pascual, uno de los dos bartenders que están al frente del bar del flamante The Brick Hotel, parte de la cadena MGallery, que abrió sus puertas el 1° de enero sobre la calle Posadas, frente al Patio Bullrich. Pascual arma una divertida dupla con Matías Bernaola (antes en Frank’s y en Dadá), que dota de alma, energía y juventud a un bar bastante clásico, en términos de ambiente: sillones en capitoné, mesas bajas, una barra de madera oscura y, como único detalle de color, un mural de Cabaio Spirito. Los muchachos son simpáticos y talentosos, pero no abusan tampoco del show: “Un clásico estará siempre delante nuestro”, declara Bernaola, que usa un guante negro en su mano derecha para preparar los tragos.

La carta es más bien corta y está dividida en clásicos y tragos de autor (creados por Pablo Piñata, del icónico bar Mundo Bizarro). En el primer ítem el plan es rescatar olvidados, “los perdidos dentro de la coctelería”, como el No. 9 Park Palmyra –un cóctel que lleva el nombre de un estacionamiento sólo pudo haber nacido en Los Angeles– con vodka Skyy, limón y menta, o el Hanky Panky, creado por Ada Coleman a principios del siglo XX en el Hotel The Savoy de Londres (gin Tanqueray, Cinzano Rosso, Fernet Branca y naranja). Entre los de autor hay cócteles interesantísimos, como el Fennel Martini con vodka infusionado con semillas de hinojo, el ligeramente ahumado Il Disserto con Grand Marnier, Kahlua y Tabasco Chipotle o uno aún sin nombre a base de frambuesas, gin, Grand Marnier y oleo saccharum (un extracto casero que se hace con las pieles de cítricos y azúcar), servido dentro de un morrón verde. Originales y ricos. Y a buen precio: la mayoría de los tragos oscilan entre los $80 y los $100.

La dinámica del bar es tan equilibrada como sus tragos: lo que podría ser un lugar solemne y algo aburrido levanta vuelo gracias a la calidad de la bebida y la simpatía de sus bartenders. Una muy buena receta.

The Brick Bar queda en Posadas 1232. Teléfono: 4819-1129. Horario de atención: todos los días, de 16 a 1.


COCINA DE AMIGOS

Maschwitz está en boca de todos. Desde hace tres años esta localidad de Escobar a la que muchos se siguen refiriendo como pueblo se transformó en el boom del corredor norte, con una receta que combina conciencia ecológica, arte y buena comida. El polo se armó sobre la calle Mendoza, alrededor de tres paseos a cielo abierto: el primero, el Paseo Mendoza, montado por un grupo de padres que se conocieron en un jardín Waldorf de la zona, de estilo bohemio y veraniego; el segundo, el Mercado Mendoza, armado con material de demolición, y el tercero, Quo Cointener Center, construido a partir de containers marítimos reciclados.

Entre tantos restaurantes –parrillas, delis, bistrós, casas de té, lugares veggies– destaca Ramona, un encantador bistró en el Paseo Mendoza, el preferido de los lugareños y también de buena parte de los visitantes, cuyo lema es “cocina de amigos”.

“Cuando abrí no había nada, la calle era de tierra. Ahora un fin de semana es imposible estacionar”, cuenta su dueño, Gonzalo Recalt, que tiene más de 25 años de experiencia en el rubro gastronómico. El espacio predispone bien: madera, manteles cuadrillé rojos y blancos, lindos cuadros en las paredes –la famosa foto de Mario Testino con Jagger y Richards abrazados–, simpáticas cartas pegadas en elepés y una linda terraza. Poco más, como un lugar de playa.

Los pescados y las pastas mandan. Entre las entradas hay boquerones con guacamole rústico y brusquetas ($85), carpaccio de salmón y langostinos ($85) o salteado de mix de hongos con brie y verdes ($85). Entre los principales, el ya clásico salmón teriyaki apanado con sésamo y miel ($150), impecable; mariscos a la Ramona (con arroz verde de espinaca y cilantro) y brótola con mohlo de camarón y mil hoja de papas. Más algún plato del día. Postres clásicos, del vigilante al strudel de manzana o la marquise de chocolate. Vinos orgánicos y de bodegas pequeñas.

Con 8 años de vida, Ramona está en pie desde mucho antes que Maschwitz estuviera en boca de todos. Un imprescindible del pueblo.

Ramona queda en Mendoza 1578 (Maschwitz).Teléfono: 0348-442-610. Horario de atención: todos los días, mediodía y noche.


SANTO CEVICHE

Gastón Acurio es el chef que impuso la cocina peruana en el mundo. El que más ayudó a difundir sus ceviches, sus tiraditos, sus causas rellenas y todos los ingredientes insignia: el ají amarillo, el rocoto, los limones, el huacatay. Hombre acostumbrado a los desafíos, Acurio se acaba de imponer uno nuevo: tentar a los porteños con un restaurante dedicado a los pescados, a sabiendas de que aquí el consumo no es tan alto como en otras latitudes. La flamante apertura de La Mar significó la sexta embajada en el mundo de la cevichería de Acurio (además de la original en Lima, hay sucursales en San Francisco, Bogotá y San Pablo, entre otras).

El lugar promete. Son casi 200 cubiertos (la mitad al aire libre) en la planta baja de lo que pronto será un hotel y que antes fue un orfanato y la terminal de la línea 57. Un imponente edificio de 1927 construido por Valentín Brodsky que se encuentra bajo protección patrimonial. En el centro de la terraza, hay una barra de madera, donde hacer la primera parada. ¿Qué pedir? El clásico Chilcano (el fernet-cola de los limeños) con pisco, ginger ale, limón y angostura ($85). También hay sours, ponches y tragos a los que llaman “levantamuertos”, como el Bloody Chifa.

La carta de comidas, armada por el arequipeño Anthony Vázquez (ex chef de La Mar Lima), no tiene desperdicio. “Es el mejor pescado argentino, el más fresco, combinado con nuestros ingredientes.” Obligatorio empezar con un tiradito o un ceviche (el Barrio o el Nikkei, por ejemplo, ambos $160). Los caminos luego se bifurcan: una degustación de causas ($190), un arroz chaufa, una plancha anticuchera con pulpo y chipirón ($280, para compartir) o las riquísimas hamburguesas de salmón con salsa tarí son garantía de éxito. Otra opción es acercarse hasta la barra interior, donde se dispone el pescado del día (meros, lenguados, pejerreyes, lizas, a veces langosta) y pedirlo al gusto de uno. En sashimi, en sudado o nikkei, si se quiere.

El representante del mar en la tierra ya atiende en Buenos Aires. La Mar queda en Arévalo 2024. Teléfono: 4776-5543. Horario de atención: martes a sábados, mediodía y noche; domingos, mediodía.


Fotos: Pablo Mehanna

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