SALí
› Por Cecilia Boullosa
Tres películas: El hijo de la novia, Un año sin amor y Rosas rojas... rojas. Más algunos programas de TV y el video de un tal DJ Denis. El restaurante del Club Centro Montañés debe ser uno de los que más hizo las veces de set de filmación. ¿Por qué lo eligen tanto? Gustavo Calandra, al frente de la concesión desde hace 23 años, junto a su hermano Fito, arriesga: “El lugar es lindo y creo que se sienten muy cómodos”. Lo de lindo es fácil de constatar: techos altos, mucha madera, luminoso, mesas grandes y con buen espacio entre sí, imágenes y mapas de Cantabria, manteles a cuadros. El club fue fundado por inmigrantes españoles en 1923 y funciona desde 1935 en su sede actual, un edificio de piedra sobre la calle Jorge Newbery, donde los socios aún se juntan a jugar a las cartas, la pelota paleta, el bolo palma –un deporte típico de los cántabros– o a bailar danzas montañesas.
“Para El hijo de la novia filmaron durante ocho días y fue una revolución. Sólo pudimos trabajar durante el fin de semana”, recuerda Gustavo. En la ficción, el restaurante era manejado por el personaje de Ricardo Darín, siempre al filo de la quiebra.
Más allá de sus condiciones estéticas para locación, el restaurante tiene una fama bien ganada por su cocina de corte español, de porciones generosas y precios amables (los restaurantes de club suelen ser más baratos que los bodegones). La comida arranca con una cortesía de queso y chorizo colorado. Entre los platos, sobresalen la tortilla ($ 120 la española, $ 95 la de papas, para dos o tres personas), la cazuela de mariscos ($ 370 para tres), la paella a la valenciana ($ 350) y el pollo a la vizcaína ($ 140). En temporada invernal, el plato estrella son los callos de Tama, un suculento guiso de mondongo con garbanzos, chorizo, panceta y patitas de cerdo. De postre, arroz con leche o el postre Calandra, en honor a los dueños, que consta de vainillas al café, crema, chocolate y nueces. Servicio cordial y amistoso. El Montañés es un clásico. Y no solamente en la pantalla.
El restaurante del Club Centro Montañés queda en Jorge Newbery 2818. Teléfono: 4553-2482. Horario de atención: todos los días, de 11 al cierre (sólo cierra lunes por la noche).
De los últimos de su especie. Por momentos, da la sensación que dentro de Le Caravalle, un cafetín al paso sobre la peatonal Lavalle, sigue siendo 1962, el año de su fundación. Sigue allí el mismo mobiliario y la máquina de café, color bronce y de marca Lagorio, ya no se fabrica más. La mayoría de los mozos tiene más de 30 años de servicio. La clientela, casi todos hombres de sobretodo y portafolio, que no cambian la tradición porteña del cortado por lattes o machiattos. Declarado Café Notable por el Gobierno de la Ciudad, Le Caravalle se muestra más deteriorado que la mayoría de sus pares, pero en algún punto también más auténtico: nada es como sí; todo, bien o mal, es.
En Un mundo misterioso, de Rodrigo Moreno, Le Caravalle aparece en escena por unos minutos. Boris, el protagonista, entra al bar siguiendo a una chica que le gustó en la calle. Se sientan en una de las dos barras que tiene el local –una es la barra sandwichera, la otra la cafetera–, ella toma un agua, él una bebida fuerte. Charlan un poco. Fin. “No me acuerdo de esa película, pero sí de que una vez filmaron algo cuando fue el Mundial ’78”, dice Juan Carlos Villanueva, el empleado con más antigüedad. También recuerda las épocas de esplendor, cuando Le Caravalle llegaba a vender miles de cafés por día, después de que la gente salía en tropel de los cines. “Hubo una época dorada. Lavalle era el paseo obligado y nosotros cerrábamos a las 2, 3 o 4 de la mañana.”
El café –de Santos, Brasil– es la especialidad de la casa y hay quienes afirman que su capuchino ($ 25) es uno de los mejores de la ciudad. Con una espuma alta y compacta, y mucho cacao espolvoreado por arriba, lo sirven en las clásicas tazas con monograma en azul. A la vista impactan y tal vez por eso hay varios videos de fans en YouTube. Para comer, algunas pizzetas ($ 40) y sándwiches de pebete o pan árabe (entre $ 30 y $ 40). Junto a la vieja cafetera, tres relojes marcan la hora de Buenos Aires, Roma y Madrid, como avisando que es “coffee o’clock” en algún lugar del mundo.
Un sobreviviente de película.
Le Caravalle queda en Lavalle 726. Teléfono: 4322-1673. Horario de atención: lunes a sábados, de 7.30 al cierre.
Es una de las escenas-poster de Relatos salvajes. El personaje de Darín –que posteriormente será conocido como Bombita– sale de una pequeña panadería con toldo a rayos, con el pastel de cumpleaños de su hija en una mano, envuelto en una caja dorada, cuando se percata de que la grúa le acaba de remolcar el auto. Es breve. Y es el turning point de Bombita hacia la ira y la locura.
La escena se filmó en la calle Juncal y la panadería donde Darín hace su compra en realidad es Choice Chocolatier, una bombonería y chocolatería con más de 20 años en el barrio. “El primer mes después de que se estrenó la película vino un montón de gente. Todos preguntaban lo mismo: ¿no tienen tortas?”, cuenta Luisa, empleada desde hace década y media.
La fama imprevista alteró por un tiempo el ritmo de este negocio, que es de los mismos dueños de chocolates Fénix y Salgado, pero luego todo volvió a la normalidad. Los clientes llegan a Choice en busca de sus famosos bombones rellenos que se venden en cajas de 600 y 360 gramos (entre $ 380 y $ 240). Hay con ron, limón, frambuesa, whisky, almendras, dulce de leche y pastas de avellanas, entre otros rellenos. También son un éxito las minigalletitas ($ 100) y las medallas de chocolate que vienen en variedades dulces, semiamargas o con menta. Además, claro, de las tabletas Salgado, marca argentina premium de chocolates con denominación de origen. “Gustan todos. El de Venezuela es muy bueno, pero hay clientes que no lo compran porque es de Venezuela. Prefieren llevar de Ecuador o Brasil”, dice Luisa. El local es pequeño y las paredes están estampadas con escenas típicas que referencian a la cosecha de cacao. Un mostrador de madera, un par de aparadores con las tentadoras cajas y no mucho más. Como rastro de la filmación de Relatos salvajes, la película argentina más taquillera de la historia, en la vidriera queda un cartel verde y dorado, con el nombre del negocio y con el autógrafo de Darín. Bombita estuvo ahí.
Choice queda en Juncal 1296. Horario de atención: lunes a viernes, de 10 a 20; sábados, de 10 a 14.
Fotos: Pablo Mehanna
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