SALí
Buenos Aires, como buena cosmopolita, es una pero encierra muchas. Una multiplicidad a la que no escapa la cocina. En apenas diez años, el turismo, la revalorización de productos regionales y los expatriados que se radicaron aquí han cambiado la escena gastronómica porteña de manera rotunda. Pero el sur de la ciudad, con excepción de La Boca for export, supo mantenerse ajeno a las modas, con un fuerte anclaje en una identidad que se nutre de las tradiciones italianas y españolas, reinterpretadas al gusto local. El bodegón es el máximo exponente de esto. Entre ellos, Las Cuarenta, un clásico de Nueva Pompeya que ofrece una extensa carta que explica el ADN de esta culinaria: parrilla, pastas y platos como costillitas a la riojana, revuelto gramajo y un largo etcétera.
Lo que destaca en Las Cuarenta, lo que lo ubica por encima de la media de sus vecinos, son los pescados y mariscos. Un ítem siempre complicado, que aquí se resuelve con maestría. Un buen comienzo es la degustación de mar ($180), suficiente para tres comensales de buen diente: rabas, langostinos crocantes, mejillones a la provenzal, almejas y gambas al ajillo, todo acompañado de una sabrosa salsa tártara. Para continuar, las opciones se multiplican: la trucha a la manteca negra con papas natural ($80) o una contundente brótola rellena de camarones con salsa de verdeo ($150, para compartir) son opciones posibles. También hay pulpo, paellas, cazuela de mariscos, risotto y alguna pasta rellena con salmón.
La carta de vinos es consecuente, sin concesiones a la modernidad: Bianchi, López, Escorihuela a partir de los $60 y, para festejos importantes, un Angélica Zapata ($400).
En la carta de postres, además de las clásicas copas heladas, panqueques, flan y budín de pan, se destaca el volcán de chocolate ($60), receta repetida que, cuando está bien hecha, demuestra la mano del pastelero.
En el sur de la ciudad, entre Pompeya y Parque Patricios, no son tantos los lugares que ofrezcan buenos pescados y mariscos. Allí, Las Cuarenta cumple con creces. Una postal del pasado con vigencia en el presente.
Las Cuarenta queda en Almafuerte 53. Teléfono: 4911-5922. Horario de atención: lunes a domingo, de 12 a 16; miércoles a sábado, de 20 al cierre.
Hasta la apertura de Meshi, hace escasos siete años, los residentes de La Boca y alrededores debían trasladarse a otros barrios para comer sushi. Mariano, de familia okinawense pero todo un porteño nacido y criado en Barracas, es el alma mater del autodefinido “único despacho de sushi al sur de la avenida Caseros”. Aburrido de tener que viajar para comer rolls y sashimis, e imaginando que a muchos de sus vecinos les sucedería algo similar, decidió apostar por su barrio, comenzando con un modesto delivery. El éxito fue inmediato y, dos años más tarde, llegó el turno del restaurante, para luego sumar otras dos sucursales más allá del Riachuelo, en Avellaneda y en Quilmes.
Si bien en principio la carta se restringía al sushi, con el tiempo se fueron incorporando otras especialidades japonesas con detalles que la acercan al paladar porteño y su estricta predilección por el salmón rosado frente a los pescados blancos.
Una buena entrada son las gyozas (6 unidades, $48) o los yakitori de pollo ($53), brochettes de pollo y vegetales con deliciosa salsa teriyaki. Muy recomendable también el ebi furai ($56, langostinos rebozados en panko) y el ika furai ($51, crocantísimos aros de calamar fritos).
Los rolls van de amables $55 a $89, entre los que destaca el Meshi, con interior de langostino y recubierto de salmón ahumado, o el Tako, con pulpo. También están las consabidas tablas combinadas de 10 piezas ($61) y los enormes barcos de 50 piezas ($288).
Para los que no prueban pescados ni mariscos, la carta ofrece salteados al wok con pollo, cerdo o vegetales ($55 a $ 72) y una excelente Tonkatsu ($52, una milanesa de cerdo gruesa rebozada en panko).
La carta de vinos es acotada, pero incluye alguna perlita como el Rutini Sauvignon Blanc a $120, apenas por encima del precio en vinerías. De todas maneras, por estilo de cocina y en especial para los días más calurosos, lo mejor va por las cervezas japonesas Asahi ($28) y Sapporo ($30).
En el sur de la ciudad, Meshi se hace cargo del sushi, con buena calidad, precios correctos y ganas de seguir creciendo.
Meshi queda en Aristóbulo del Valle 1499. Teléfono: 4300-4446. Horario de atención: lunes a sábado, de 20 a 23.30. Sucursales sólo delivery en Barracas (4362-0009), Avellaneda (4201-3501) y Quilmes (4254-3501).
El paisaje gastronómico de La Boca se ha ido modificando al ritmo del turismo. Las otrora cantinas populares agregaron el inglés a sus cartas y algunos ceros a los precios, convirtiendo en chic a aquellos antros que unas décadas atrás eran frecuentados casi exclusivamente por obreros y empleados que paraban a repostar en medio de la jornada laboral o antes de ver a los xeneizes. Por suerte, Agarrate Catalina logra escapar a este estereotipo de brillantes luces de neón. Esta parrilla da de comer a vecinos famosos (algunos cantantes y actores del barrio) y a otros anónimos, pero a todos con la misma propuesta: un entorno familiar, mesas en la vereda, porciones generosas y precios acordes.
Aquí la cosa es simple y directa: vacío ($58), asado ($54), bife de chorizo ($72) o entraña ($50), todo en porciones para compartir, aunque también hay medias porciones para quienes coman poco o para aquellos que prefieran probar distintos cortes. Para acompañar, papas fritas –con o sin provenzal– y algunas ensaladas básicas.
De entrada se suman los consabidos chorizos, morcillas, riñones y unas buenas mollejas. La tablita mixta de achuras ($130) viene con papas y mixta. Y las empanadas fritas, quemantes y bien jugosas, son también recomendables.
La carta se completa con algunas minutas (milanesas, supremas, rabas), platos de cocina como mollejas al verdeo y pollo al ajillo o pastas para los que eviten las carnes. Al paso, es posible optar por sandwiches, como el de bondiola o el de chorizo, ambos servidos en buen pan y regados por un chimichurri picante.
Un par de pizarrones anuncian los platos del día por fuera de la carta, que varían según el buen saber y entender de la cocina. Para terminar, resulta ineludible la descomunal porción de budín de pan con dulce ($22), un desafío para el más pintado.
Carne al por mayor, vinos de batalla, cervezas y gaseosas de litro hacen de Agarrate Catalina un combo imbatible para cena entre amigos. La cuenta cierra por todos lados.
Agarrate Catalina queda en Caboto 532. Teléfono: 4307-1098. Horario de atención: lunes a domingo, de 12 a 15.30; lunes a sábados, de 20 al cierre.
Fotos: Pablo Mehanna
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