SALí
› Por Sandra Martínez
Poco a poco, la cocina apta para celíacos gana lugar en el mapa de la gastronomía porteña, con propuestas donde los que padecen intolerancia al gluten pueden disfrutar de platos ricos y variados en ambientes agradables, como cualquier otro comensal. Entre las novedades destaca La Pastronería, un proyecto con unos pocos meses de vida que, sin embargo, cuenta con la larga experiencia de la gente de Celigourmet, cadena pionera de alimentos libres de T.A.C.C.
La idea surgió el año pasado, cuando Celigourmet participó por segunda vez en la feria Masticar. Allí, su sandwich de hot pastrami se llevó todos los elogios, no sólo del público sino de muchos de los cocineros presentes, que al probarlo los alentaron a abrir un lugar para ofrecerlo durante todo el año. La idea prendió rápido y tuvo como consecuencia directa la inauguración de La Pastronería, un deli con ecos neoyorquinos, libre de gluten donde la estrella, por supuesto, es el sandwich de pastrón. Como bien indica la tradición del Hemisferio Norte, la tierna carne curada sale caliente y prácticamente se desmenuza en el mordisco. Acompañada por los clásicos pepinillos agridulces y mostaza relisch, hay dos opciones: con 300 o con 150 gramos de pastrón ($ 140 y $ 75, respectivamente). Sale en pan blanco casero, si bien a futuro piensan sumar opciones y agregar también una versión kosher.
La carta ofrece otros sándwiches, como el veggie ($ 65) o el de pollo asado ($ 70), todos enormes y acompañados con una papa con queso crema y una pequeña ensalada verde. Los panes, elaborados con harinas aptas (como fécula de mandioca y almidón de maíz), tienen una textura diferente que les confiere un carácter distinto y delicioso. Y si el pastrón es el rey del lugar, la princesa son sus pizzas a la parrilla, finitas y bien crocantes (desde $ 60 las chicas y $ 100 las grandes). A la hora del postre, el cuadrado de chocotorta con masa de brownie es imperdible ($ 36). Porque La Pastronería es una fiesta para todos y todas. Salvo, claro, para el gluten.
La Pastronería queda en El Salvador 6026. Teléfono: 4776-5448. Horario de atención: jueves y viernes de 16 a 24, sábados de 12 a 24 y domingos de 12 a 20.
En un pequeño local de ambientación moderna y minimalista se encuentra Toute La Soupe, el primer restaurante de sopas de la ciudad. La filosofía de la casa es darle a este plato básico la jerarquía que merece, opuesta a los sobrecitos deshidratados. Aquí se encuentra un producto casero, preparado con cuidado y mantenido a la temperatura ideal en unas soperas especialmente traídas de Europa que, gracias a su sistema a baño de María, evitan que la sopa se evapore y concentre más de lo debido, conservando la consistencia perfecta.
El menú se despliega en un gran rollo de papel, tentando con variedades para todos los gustos. Algunas sopas están siempre presentes, como la Halloween de calabaza, la oriental de verduras y pollo y la Lady Power de zanahoria y jengibre. Otras, en cambio, aparecen según los productos de estación y la creatividad del momento, y así se suman la Coldout de arvejas, la clásica Vichyssoise de papa y puerro o la de brócoli con almendras ($ 32 o $ 35, según la variedad). Servidas en coquetos vasos térmicos, para completar se puede elegir entre los diferentes toppings: hay semillas, queso rallado y crema, además de sal y pimienta molida en el momento para agregar a gusto.
Y aunque los porteños no somos muy afectos a las sopas frías, el verano pasado –que encontró a Toute La Soupe con la intención de mantenerse firme en su propuesta– sirvió para encontrarle nuevos fans entre la clientela, al punto que algunas de ellas, como el gazpacho o el borsch (de remolacha y limón), siguen ofreciéndose todo el año ($ 30).
En plan de ofrecer un almuerzo rico y liviano, hay un combo que incluye una sopa, medio sandwich –de leberwurst, pepinillos, mostaza y miel; de salmón ahumado, rúcula y queso crema; caprese o de atún con mayonesa y verdes, entre otros– y, como postre, frutas frescas, todo por $ 60. El local tiene una pequeña barra para comer en el lugar, aunque el fuerte son las opciones para llevar, siendo la sopa un gran alimento para consumir al paso.
Toute La Soupe queda en Arenales 904. Teléfono: 4325-3047. Horario de atención: lunes a viernes de 12 a 15.30.
Camping se instaló en la terraza del Buenos Aires Design con la feliz idea de darle a la ciudad un campamento urbano. Un emprendimiento que, a un mes de su inauguración, es ya todo un éxito entre el público más joven que circula por Recoleta. El centro de la acción es un kiosco poblado de plantas donde se despacha la comida, sencilla pero deliciosa, servida en platos enlozados, guiño vintage bienvenido. Al mediodía salen sándwiches ($ 40), como el de pollo con palta y mayonesa o el veggie; también choclos con manteca ($ 15) y panchos ($ 35). Por la noche se suman milanesas ($ 35), ensaladas ($ 30) y tortilla de papa ($ 30), y a medida que baje la temperatura sumarán sopas y guisos. Atención: al mejor estilo comedor comunitario, estos platos se despachan sólo de 20 a 22, en tandas que se anuncian tocando una campana para que los presentes se acerquen a elegir. La cantidad de porciones que se sirven es limitada, por lo que conviene llegar temprano. Para beber se imponen las cervezas rubia y roja de Siete Colores, fábrica artesanal de Martínez, a las que a veces se suma alguna negra o IPA de la misma marca ($ 25). También sirven vinos por vaso ($ 30) de bodegas pequeñas.
El salón de Camping es un conjunto de mesas de madera tipo picnic con vista al verde de Plaza Francia, que al bajar el sol se iluminan con luces festivas. A falta de una hoguera real, en el invierno habrá calefactores, pero también ofrecen unos simpáticos ponchos para acurrucarse solos o (mejor) acompañados, siguiendo la temática de campamento. Otro detalle original es el método de musicalización: usando la conexión wifi de Camping e ingresando a su web a través de un smartphone, se accede a un catálogo de música preseleccionado por la reconocida dj SRZ, y cualquiera puede sumar temas al playlist –una suerte de rockola virtual–. La consigna es “temas que den ganas de cantar”, por lo que no extraña que suela haber grupos de chicas entusiasmadísimas coreando, por ejemplo, “Survivor” de Destiny’s Child, corroborando así que el espíritu del fogón está más vivo que nunca.
Camping queda en Av. Pueyrredón 2501 (Buenos Aires Design). Abre de martes a domingos de 12 a 24.
Fotos: Pablo Mehanna
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