VALE DECIR
Pocos meses atrás, esta humilde sección se extrañaba en presentar las Sleeping Tapes de Jeff Bridges, rarísimo disco de 11 tracks cuyo objetivo era guiar en meditaciones hasta que venciera el sueño, gracias a relatos sobre cementerios espaciales, halcones y oficinas abandonadas. Ahora, el actor —y hombre del Renacimiento, realmente— ha vuelto a ser noticia viral por otra de sus facetas arty: la de fotógrafo. No es precisamente una novedad el hecho de que saque fotos; después de todo, ya había publicado Pictures: Photographs by Jeff Bridges, en 2003, e incluso ha recibido el reconocimiento especial de los Infinity Awards del International Center of Photography, en Nueva York. Lo que ha ocurrido es que, gracias a la inventiva de alguna mente despierta, la Internet se ha desayunado de que, desde que comenzara con su afición de capturar momentos en sets de filmación durante las grabaciones de Starman en 1984, el artista lleva décadas haciendo algo bastante increíble: selfies.
Antes de que el término siquiera existiese, antes de que fuera moda, furor, símbolo del tiempo digital, Bridges ya registraba consistentemente el detrás de escena de todas y cada una de las películas en las que participó usando su cámara Widelux de 35 mm, tomando cantidad de autofotos. Claro que también hay retratos a compañeros, planos generales, etcétera, pero son sus selfies las que han llamado especialmente la atención. Con un ¿muñeco? colgado de un árbol, víctima de linchamiento en True Grit (2010) o junto a Matt Damon mientras ambos son maquillados. Junto a Lloyd Bridges, su padre, en Blown Away (1994), abrazando a Iron Man en la homónima película de 2008, acompañado por una Olivia Wilde ya en trajecito para rodar Tron: Legacy (2010), o bien apoltronado sobre la barra del bar del Big Lebowski, codo a codo con Sam Elliot, ninguna decepciona. Empero, disponibles a través de su web, las imágenes hacen algo más que freezar el backstage; también son una oda cariñosa a su amada cámara de objetivo gran angular. Al respecto, Jeff ha dicho: “La Widelux es una amante volátil; su visor no es preciso y no hay enfoque manual, por lo que es arbitraria en sí misma, una cualidad caprichosa. Me gusta precisamente por eso”.
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