“¿Sabés cómo llaman al Cuarto de Libra con queso en París? Utilizan el sistema métrico, no sabrían qué mierda es un cuarto de libra… Lo llaman ‘Royale con queso’”, “¡Oh, man! ¡Le disparé a Marvin en la cara!”, “¿Querés seguir esta discusión teológica en el auto, o preferís hacerlo en la cárcel con la policía?”, “Le he dado un millón de masajes en los pies a un millón de damas y todos significaron algo”… Aunque las frases no necesiten mayor introducción, va la aclaración para los despistados: todas pertenecen a Vincent Vega, el personaje que devolvió la gloria a John Travolta en Pulp Fiction. No fue el único en dispensar espurias oraciones; finalmente, Tarantino repartió buena dosis a Jules Winnfield (Samuel L. Jackson), Butch Coolidge (Bruce Willis) e incluso al secundario Jimmy Dimmick (encarnado por él mismo). Recordados todos por citas que hoy vuelven a tomar forma corpórea. En talle extra small, dicho sea de paso.

Ocurre que la firma de juguetes Beeline Creative ha lanzado lo que muchos ya definen como “la mejor colección de muñecos jamás creada”. Se trata de los figurines parlanchines de los mentados personajes, articulados y, claro, con voz. Nomás tocar un botón y Winnfield dirá: “¿Tú estás por estallar? ¡Yo soy una puta bomba atómica cuando estallo, cabrón! Cada vez que mis manos tocan cerebro, ¡soy una súper-mosca TNT, soy los cañones de Navarone!”. O Butch, para el caso, contará que “Zed está muerto, bebé. Zed está muerto”. Por lo demás, cada figurín viene con artefactos específicos y removibles: Jimmy, con pantuflas y una taza de excelente café; Butch, espada samurái, remera sangrienta y el reloj de su padre; etcétera. A cincuenta dólares cada uno, algo es certero: jugar nunca había sido más entretenido. Y luego: algunas injusticias deberían remediarse. ¿En este caso? La falta del figurín de Mia Wallace y su jeringa descartable. Una auténtica pena.