Más de 400 horas ha dedicado el fotógrafo británico Steven Burton –que vive en Estados Unidos– a remover tatuajes de 27 hombres y mujeres. Digitalmente, dicho sea de paso; en retratos que él mismo tomó de expandilleros de Los Ángeles, amén de confrontar a sus modelos de ocasión con el antes y después de la tinta. “Uno de los más tatuados, Marcus, empezó a reírse nomás ver su imagen retocada. No sabía qué decir, estaba shockeado. A la risa la siguió un silencio cargado, y luego sus ojos se llenaron de lágrimas. Fue entonces cuando supe cuán profundo podía calar este proyecto”, relata el artista que, con la ayuda de Homeboy Industries –organización social que trabaja en la capacitación y reinserción de otrora miembros de gangs– convenció a casi una treintena de personas de compartir más que su foto: también compartieron sus historias. “Me interesaban menos los delitos que hubieran cometido que el giro positivo que dieron a sus vidas”, subraya el creador de Skin Deep, la serie –devenida libro– en cuestión, cuya explícita intención es mostrar la otra cara de quienes, a menudo, son demonizados por los gráficos que dibujan su cuerpo.
“Un rostro más humano”, dirá Burton, cuya meticulosa edición, sumada a los relatos reunidos, pretende cuestionar el modo en que la sociedad percibe a los extensamente tatuados y, a su vez, profundizar en cómo el estigma acaba afectando la percepción que estas personas tienen de sí mismas. “Una propuesta profundamente personal y hondamente conmovedora que muestra dos visiones conflictivas y, al mismo tiempo, irresistibles de la misma identidad. Quitando la tinta, Burton libera a expandilleros del prejuicio que la gente se forma en base a su aspecto desconocido y, por lo tanto, intimidante, dando por resultado imágenes emocionalmente cargadas”, resume el sitio arty Design Boom. Aportando, además, las palabras del sobrecogido fotógrafo: “Jamás imaginé el impacto que tendrían las imágenes en ellos, ni el impacto que sus reacciones tendrían en mí. Fue un poquito sorpresivo para todos”.