Dom 21.04.2002
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VALE DECIR

Vale Decir

Liberen a Hugo

El viernes 12, el suplemento Las/12 de este diario publicó una nota sobre sexo grupal. Menos de una semana después, Crónica TV desplegaba una de sus características placas: “Detenidos por practicar sexo en grupo”. Al parecer, alertados por la nota, los sabuesos de la Federal decidieron seguir el rastro de quienes se entregaban a la práctica del placer comunitario. Tras convocar a los medios especializados –llámese “Indomables”, Crónica y TN– para hacerlos partícipes del allanamiento en La Paternal el martes a la noche, los miembros del operativo compartieron con las cámaras los espantosos resultados de su búsqueda: “Profilácticos, videos y bibliografía”, dijo el policía frente a los periodistas cual si hubiera abierto el cajón de cualquier mesa de luz. Carcomida por la culpa, Marta Dillon, responsable de la nota, se interiorizó aún más en el tema. En realidad, averiguó, a Hugo –el buen hombre dueño del local allanado– se lo llevaron por averiguación de antecedentes para que lo vieran por TV. Y para manchar el buen nombre de las periodistas de Las/12, fieles mentoras de la libertad de los cuerpos. Se las podrá acusar de muchas cosas, pero jamás de botonas. ¡Larga vida al Kama Sutra! ¡Detengan la persecución a Hugo!

Todos los cartuchos del presidente

La verdad está ahí afuera: es todo demasiado sospechoso como para pasarlo por alto. Por un lado, el aviso de los cartuchos de impresora con su apellido infame inserto en un logo de barras y estrellas. Y justo debajo de este aviso, otro encabezado por la frase “Metodología del águila”. ¿Se tratará de un mensaje en código entre enviados del FMI instalados de incógnito entre nosotros? ¿O acaso el protagonista del Watergate, al retirarse, habrá decidido abocarse al negocio de los insumos informáticos como otros ex candidatos presidenciales retoman sus actividades inmobiliarias y algunos ex presidentes se recluyen en sus quintas? De todas maneras, éste parece ser otro de esos enigmáticos casos de personajes históricos que, al morir, se vienen a radicar en nuestro país.

Contra el ladrón en jefe

Michael Moore, el periodista norteamericano que la emprendió contra el poder corporativo y el capitalismo salvaje en su país a partir de su película La gran pregunta y programas de televisión como La verdad desnuda, ha vuelto a las andadas. Su nuevo libro, Stupid White Men (Estúpidos hombres blancos), acaba de alcanzar el primer puesto de la lista de más vendidos del suplemento literario del New York Times en la categoría no ficción. Escasos fueron los medios de prensa que se dignaron a cubrir el lanzamiento, y menos todavía los que le preguntaron acerca del misterio del éxito del hombre que llama a George W. Bush el Thief-in-Chief (“Ladrón en Jefe”), en un momento en que la popularidad del presidente se mantiene alta como efecto de su respuesta a los ataques a las Torres Gemelas. Pero, aunque pocas, el periodista aprovecha cada pregunta para recordarle a quien quiera leerlo que el reciente escándalo Enron ha creado el momento propicio para que la izquierda se reúna y organice. Y ante la pregunta de si el éxito terminará por corromperlo, Moore asegura que “ya lo ha hecho. Por primera vez en mi vida siento que soy parte de una mayoría. Que este libro haya llegado al Nº 1 significa que me está leyendo el ciudadano medio, la Norteamérica profunda. Y ahora, ¿qué hago?”. Buena pregunta, Michael. Queremos creer que el gran Moore no es de esos que piden llegar y cuando llegan no saben qué hacer.

El verdadero Happy Hour

No sólo la Argentina tiene problemas. Según la revista The Economist, la ciudad británica de Bornemouth se ha ganado, a lo largo de los últimos años, cierta fama de “paraíso para los habitués del night-club”, e inclusode lugar para instalarse a vivir. Tan es así que los valores del mercado inmobiliario allí se habrían disparado por las nubes y hasta el futbolista estrella David Beckham y su esposa –la ex Spice Girl, Victoria– estarían buscando una propiedad en la zona. Pero las dos novedades del momento en Bornemouth pasan por otro lado: primero, por la apertura del Dutch Experience 2, un café al estilo “holandés” (es decir, un “cannabis café”); en segundo lugar, por sus nuevas casas de apuestas. La cuestión es que, mientras que estas últimas se encuentran avaladas por una flamante legislación al respecto, la ley británica aún no se ha pronunciado respecto de autorizar algún tipo de fumadero, y todas las sospechas recaen sobre el Dutch Experience. “La policía pasó todo el martes pasado aquí”, se quejó el dueño del café, Jimmy Ward, quien espera que su local ayude a promover la legalización de la marihuana. En septiembre del año pasado, mientras el Dutch Experience 1 abría sus puertas en Manchester en medio de un escándalo, el Partido Laborista se ocupaba de dejar bien claro que el paso más “progre” que estaban dispuestos a dar consistía en reclasificar la hierba como una droga de efectos menores, pero que de ninguna manera hablarían de legalización. Con el precedente del Dutch 1 (que terminó con decenas de fumones arrestados y una manifestación frente a la estación de policía local), el Dutch 2 ostenta un cartel que reza: “El consumo de marihuana no está permitido”. Y cuando a Ward se le pregunta sobre el poderoso aroma que reina en su local, él se limitará a responder que sólo venden café, té y bebidas, y que “tengo mala vista y un pésimo sentido del olfato”.

 

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