VALE DECIR
“Michael Moore enfrentará una muerte segura si alguna vez apunta sus cámaras hacia mí.” Tal fue la amenaza proferida por Clint Eastwood hace unos días, cuando acababa de recibir su premio al Logro Especial en Realización por Million Dollar Baby, su última película (de inminente estreno por acá) en una cena organizada por la Junta Nacional de Críticos en Nueva York. Eastwood fue claro al advertirle al director de Bowling for Columbine y Fahrenheit 9/11 que evitara convertirlo en objeto y centro de algún proyecto futuro, “si es que valora su vida”. El episodio fue reproducido de manera algo confusa por la prensa norteamericana, ya que, si bien se sabe que el director de Los imperdonables, y actor de infinidad de westerns y de la saga de Harry el Sucio, es un firme aliado del Partido Republicano, también admitió que él y Moore comparten cierta visión acerca de cómo debería operar la sociedad norteamericana, y las amenazas terminaron mezclándose con las risas del público presente. Risas nerviosas, ¿tal vez? “Michael Moore y yo tenemos, de hecho, mucho en común: ambos apreciamos vivir en un país con libertad de expresión”; dijo el viejo Clint, para luego agregar: “Pero, Michael, si alguna vez te me aparecés en la puerta de casa con una cámara... te mato”. Cuando Eastwood notó que el público había estallado en risas ante su amenaza, insistió, más enfáticamente: “Lo digo en serio”.
Para cualquiera que viva en el Tercer Mundo, la idea de irse hasta el Primero para ser “como un pobre” puede sonar ridícula, y sin embargo, no deja de tener cierto valor terapéutico: ser “como un pobre” allá seguro que no es lo mismo que ser pobre acá. Menos que menos si la farsa tiene lugar en Londres, donde actualmente el maestro zen Grover Genro Gauntt ofrece un tour capitalino que funciona además como “retiro callejero”. Durante dos noches, los participantes viven y duermen en la calle, con los mendigos y homeless locales. El retiro –que Gauntt describe como “espiritual”– incluye entre su amplia oferta de actividades, las siguientes: limosnear, quedarse parado en una esquina hasta que los eche la policía, conversar con legítimos mendigos y “caminar sin rumbo por la ciudad”. Los que quieran participar no pueden afeitarse ni lavarse el pelo desde cinco días antes de comenzar la experiencia, deben vestir ropa y zapatos viejos y no llevar nada para cambiarse, y necesitan una bolsa de plástico vacía para recoger latas y botellas. Está prohibido llevar reloj, libros o almohada, aunque se permite un plástico para acostarse sin mojarse y cualquier medicamento que uno esté tomando. Aunque la verdad, a lo que están el euro y la libra, cualquier hijo de vecino de por acá que llegue hasta Londres puede considerarse homeless.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux