VALE DECIR
Como una rara combinación entre la Fundación Favaloro y el hospital de los muñecos al que va “el pobre Pinocho malherido”, acaba de abrirse en Alemania una clínica para darles tratamientos de emergencia a aquellos que han sufrido un abandono romántico. Diseñada por la doctora Birgit Delisle, la clínica –instalada dentro del Hospital Schwabing, en Munich– está destinada principalmente a los adolescentes que sufren mal de amores y no saben cómo lidiar con un corazón destrozado. “Que te rompan el corazón puede derivar en problemas físicos y psicológicos, desde una pérdida del apetito y su consecuente caída brusca del peso, hasta dolores insoportables que llevan a mucha gente a tomar medidas drásticas.” Con estas palabras vendió la Dra. Delisle el proyecto. Así que ahora cobra una nueva dimensión esa frase tan triste de momentos de ruptura: “Hacete ver”.
Tenía que llegar y finalmente llegó: el preservativo anatómicamente personalizado ya se vende en Alemania. El empresario visionario detrás de semejante proeza es Oliver Gothe, de 36 años, cabeza de la compañía Lebenslust (que puede ser traducido en algo así como “apetito por la vida”), y la cosa funciona más o menos de esta manera: una máquina mide el miembro del cliente y genera una imagen tridimensional computarizada. Luego se invita al usuario a elegir el grosor del preservativo y otros detalles tales como agregarles la firma, grabada en la base. “Estos condones van a calzarle tan bien que apenas los notará”, es el slogan ideado por Gothe. Pero después, cuando se informó que el precio del servicio va a estar bien lejos de los dos pesos por cajita de tres y bastante más cerca de los ochocientos dólares (por una cantidad más importante, eso sí), quedó bastante claro que serán ultrafinos, acanalados o anatómicos, pero notarse se van a notar.
Tom Monaghan, existosísimo hombre de negocios, fundador de Domino’s Pizza (en EE.UU. todavía una de las cadenas de pizzerías más importantes) y fervoroso religioso “criado por monjas” (así viene indicado, al parecer, en su curriculum vitae), está a punto de patinarse 300 millones de dólares en una ciudad libre-de-porno, donde la anticoncepción estará prohibida. Monaghan dijo que “es la voluntad de Dios”. El pueblo se llamará Ave María y será gobernado siguiendo estrictas reglas católicas: estará prohibida la venta de material XXX, de preservativos, de píldoras anticonceptivas y el servicio de televisión condicionada por cable. Los gestores del emprendimiento (Monaghan y sus apóstoles) contaron orgullosos que ya han recibido unas 7 mil consultas sobre los 11 mil hogares con los que planea inaugurar el pueblo, que contará con un colegio católico construido también por Su Seguro Servidor. De lo que no se dijo nada todavía es de la masturbación compulsiva de los habitantes de Ave María como alternativa a tanta voluntad divina.
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