VALE DECIR
Viggo Mortensen parece estrella noble, respetuosa y diplomática, pero cuando nota que otra figura “del ambiente” no adopta actitudes igual de consideradas, se sale de las casillas. En la última entrega de los premios Goya, en Madrid, una de las mayores estrellas locales brilló por su ausencia: Pedro Almodóvar. Y Mortensen volcó su enojo en su propio blog: “Fue una noche especial, y nos sentimos muy orgullosos representando nuestra película (Alatriste). Ganar o perder premios no es lo más importante en el trabajo de hacer cine, aunque por supuesto felicito a todos los que tuvieron suerte este año. Lo que más vale en tal ocasión, al fin y al cabo, es el compañerismo y el hecho de estar presentes, pase lo que pase. La notable y posiblemente calculada ausencia del multi-nominado Pedro Almodóvar, que esperó hasta después de las votaciones para anunciar que no venía, no le quitó lustre al evento. Al contrario, puede que haya resaltado el coraje y la humildad de Agustín Díaz Yanes y los otros directores nominados que sí acudieron. La verdad es que me cuesta entender cómo un director con tanto talento y más premios ganados que Buñuel pueda insistentemente faltarle respeto a la Academia y al público español, que tanto cariño y reconocimiento le han dado a través de los años”. Y remata: “En vez de volver, ha elegido la mala educación. Los que tuvimos la suerte de poder y querer ir lo pasamos muy bien. Espero que Pedro, gran veterano internacional de tales ceremonias, también lo haya pasado bien en su fiesta privada, y que le haya complacido su más reciente triunfo.” Para el que quiera leer el texto completo del ex Aragorn de El Señor de los Anillos: www.percevalpress.com.
“Sin lecibo, no hay lopa”, les dice Jack Nicholson a los agentes del gobierno chino en el momento más tenso de Los infiltrados. Están intercambiando una valija llena de chips de última tecnología por otra repleta de dinero. “En veinte años podríamos estar en guerra con China”, aclara el personaje de Martin Sheen, jefe de la policía bostoniana, como para dar cuenta de que no es una venta más. Pero si bien la película (remake de un thriller hongkonés) le valió a Scorsese cinco nominaciones al Oscar (incluida una como director, categoría que nunca ganó), esa escena le ha costado también un mercado enorme: el público chino (algo menos de un sexto de la población del planeta). La condición que pusieron los censores chinos es modificar algunas líneas de ese diálogo. Los distribuidores no accedieron, y por lo tanto Los infiltrados no verá la luz de los proyectores de cine en China. Esto, sin embargo, no será un problema para muchos espectadores ansiosos del país oriental, que pueden conseguir la película en copias truchas en dvd, hábilmente infiltradas por los mercaderes del ramo en cada esquina de las grandes ciudades.
Después de filmar el martirio de Cristo en arameo, una película ambientada en México antes de la Conquista hablada en dialecto maya ya alcanzaba para saber que Mel Gibson había tomado un camino de difícil retorno. Pero con el chiste que escondió en Apocalypto se supera a sí mismo. En uno de los planos más oscuros de la película, tirado, campante, sobre una pila de cadáveres de aborígenes aparece, por menos de una fracción de segundo, el viejo y querido personaje de la serie de libros infantiles ¿Dónde está Wally? Esto ocurre al minuto 91 de la película, aunque es difícil de detectar a simple vista, así que algunos usuarios de YouTube lo han puesto a disposición del público general. Para verlo, basta entrar a www.youtube.com, tipear en la caja de búsqueda “Wally + Apocalypto”, y las primeras dos o tres opciones que aparecen son videítos brevísimos, de unos pocos segundos. Si uno lo detiene al segundo 07, ahí está Wally.
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