En Suiza, la semana pasada, un turista sueco recorría el país en su Mercedes sin soltar el acelerador. Evitó la mayoría de los radares porque estos aparatos no pueden detectar velocidades mayores a doscientos kilómetros por hora.

Finalmente el viernes, en la autopista entre Berna y Lausanne, una cámara lo captó a casi trescientos kilómetros por hora. Su excusa fue que el velocímetro del coche, que es nuevo, estaba roto.

Las boletas de tránsito en Suiza se calculan en base a los ingresos del conductor y la severidad de la falta. Para este sueco de 37 años y su Mercedes de doscientos mil dólares, la multa fue de un millón de dólares: la boleta de tránsito más cara del mundo.

La velocidad era tan criminalmente peligrosa que lo arrestaron no bien detuvo el auto. “Iba tan rápido”, declaró un oficial de policía al diario The Guardian, “que le hizo falta medio kilómetro para frenar del todo”.