VALE DECIR
En el acuario de Chessington, en Gran Bretaña, hay una estatua de una sirena: está debajo del agua, entre los peces, decorativa como si fuera el buzo de plástico de una pecera. No importa que la sirena haga topless, al fin y al cabo es una estatua, ¿verdad?
Justine Locker, manager del acuario, comenta al diario Metro que “no pensamos en el generoso busto de Sally hasta que empezamos a notar que los varones jóvenes (y no tan jóvenes) se pasaban mucho rato mirándola”. La inocencia de la estatua desapareció y la decisión final fue ponerle una bikini. ¡Si quieren ver tetas que vayan a la playa!
Pero no en Italia: el diario Telegraph habla de una señorita que, amparada por la ley, estaba tomando sol con sus pechos al aire y poniéndose bronceador. Una madre que estaba en la playa con sus dos hijos llamó a la policía porque sus chicos, de 12 y 14 años, se hallaban “perturbados” por las acciones de la señorita.
Gianluca Arrighi, el abogado de la acusada, no se anda con vueltas: “Aclaremos que mi cliente es alta, morocha, de amplio busto y naturalmente será muy sensual a la hora de ponerse bronceador en el pecho”. A diferencia de la sirena, que no pudo decir ni pío, esta señorita siguió tomando sol a su manera. Si los hombres miran o se perturban, es asunto de ellos y de la madre que les lava las sábanas.
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