VALE DECIR
La alarma no les dio mucho trabajo: una veterinaria no es un banco, el sistema de seguridad fue cosa de niños. Enseguida se pusieron manos a la obra, seleccionando su botín: tres serpientes de 300 libras esterlinas y un loro Rosella de 250 libras. Nada mal: casi dos mil dólares por una noche sencilla.
Bien dicen que la avaricia rompe el saco: los ladrones divisaron otro loro maravilla y abrieron la jaula para sumarlo a su ganancia. Fue un error que les costó el resto de la noche.
“Jack es un pájaro muy activo, muy protector de los demás –explica Caroline, la dueña del negocio, al diario Metro–. A veces lo dejamos volar suelto para que haga ejercicio, así que conoce el local.”
La policía encontró un rastro de plumas y sangre. “No podíamos creerlo cuando llegamos esa mañana –recuerda Caroline–. Había sangre por todas partes y Jack, encima de su jaula, chillaba como loco.”
El ADN que dejaron los ladrones servirá para tratar de identificarlos. En la veterinaria deben estar pensando en colocar un cartel: “Cuidado con el loro”.
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