VALE DECIR
El doctor Philippe Benseniot, de París, se levantó el lunes pasado sin saber que antes de que terminara el día iba a ser un héroe. Por nada en especial, sólo por estar ahí donde le tocaba estar; si no creía en el Destino, ahora debe haber cambiado de opinión.
Un testigo contó a la agencia de noticias France Info que vio a una nena de un año y medio jugando cerca de la ventana de un departamento en un sexto piso. Dijo que ella y otra nena algo mayor iban y venían, que le pareció que algo malo iba a pasar.
No se sabe cómo, pero la nena más chiquita se cayó por la ventana. El doctor Benseniot iba caminando con su esposa y su hijo, quien vio la caída. Así fue cómo el doctor pudo correr y atajar a la nena; ella rebotó en el toldo de un bar y cayó en sus brazos. El la revisó ahí mismo y no le encontró nada; de todas formas, la llevaron al hospital. Otro testigo contó a Le Figaro que la pequeñita lloró un poco pero se calmó enseguida.
Benseniot dijo que fue pura suerte. “Estuve ahí en el momento justo. Estoy contento por ella.” A eso se le llama buena fortuna: caerse por la ventana y aterrizar sana y salva en brazos de un médico.
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