VALE DECIR
Después de la rueda, la electricidad, la imprenta, el automóvil y la penicilina, hace su presentación estelar otro de los grandes inventos de la historia: el Barisieur, un producto que promete aligerar el despertar matutino de manera, por lo menos, elocuente. Obra del diseñador industrial británico Joshua Renouf, esta maravilla de la humanidad (con perdón del exceso) es, en verdad, la concreción de una idea simple: fusionar una cafetera y un reloj despertador, de modo tal que, al sonar la odiosa chicharra, la ingeniería ya tenga una taza de humeante café lista para el consumo. Así, además de la sonora alarma, los usuarios podrán amanecer con el olor de infusión recién hecha. Unico requisito: no olvidar cargar al adminículo con agua la noche anterior.
Según asegura Renouf, el producto tiene un bonus track: al habilitar un nuevo hábito (la preparación del cortadito del día siguiente) “estimula el ritual de irse a la cama, señalando al cuerpo y la mente que es momento de relajarse y descansar”. “Vivir despacio aún en tiempos veloces”, remata —cual hacedor de eslóganes— el hombre de Reino Unido con residencia en Londres. Por lo demás, aún en proceso de desarrollo, el Barisieur pronto estará a la venta por un precio aproximado de 250 libras. Una ganga que, además, incluye contenedor de leche y compartimentos para azúcar y café molido. Y que, lo más importante, augura un comienzo de día inmejorable.
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