Dom 12.02.2006
radar

PáGINA 3

Lo que sé

› Por Jerry Lewis

Todos tienen nueve años. Empezando por mí.

Pero saben que voy a cumplir los 80, ¿no? Por Dios, es deprimente.

Recuerdo la primera noche que hablé con Dean de usar smokings en nuestro show. Me dijo: ¿por qué un smoking? Le dije: “Si estás en el Bowery y ves a un tipo en traje de calle y se cae, dirías que es un borracho. Pero cuando se cae en un smoking de 1500 dólares y sale sucio de la pista de baile, es gracioso”. Nunca más actuamos sin smoking.

Si no estás nervioso, sos un mentiroso o un tonto. Pero no sos un profesional.

Actué para seis presidentes. Conocí a nueve. Una de mis posesiones más preciadas es una placa que me dio Jack Kennedy. Dice: “Hay tres cosas verdaderas: Dios, la estupidez humana y la risa. Como las dos primeras están fuera de nuestra comprensión, debemos hacer lo mejor que podamos con la tercera”.

Tengo sentimientos muy personales sobre la política, pero no me meto con eso porque ya hago comedia.

No le digas a nadie que está equivocado hasta que puedas decirle cómo puede estar en lo cierto.

La adrenalina es maravillosa. Cubre el dolor. Cubre la demencia. Cubre todo.

Solía caerme porque la caída funciona. Porque rendía. Y la pasaba de lo mejor. Si me hubiera dicho lo que iba a sufrir por eso más tarde, no lo hubiera cambiado en absoluto.

¿Quieren una lista? Diabetes. Fibrosis pulmonar. Doble bypass. Tuve tres cirugías en la columna. Mi columna es un chiste. Cada vez que me caía, mi padre me decía: “Vas a pagar por eso”. Y tenía razón. Así que cada vez que me diagnostican algo nuevo, me pregunto de dónde proviene.

Nunca tuve una educación formal. Así que mi intelecto es mi sentido común. No tengo nada más. Y mi sentido común le abre la puerta al instinto.

El ego es necesario.

Nunca le pagué a una mujer por sus servicios. Incluso a los dieciséis años, cuando era un chico bastante calentón, no pude hacerlo. No tenía nada que ver con la moral. Tenía que ver con: “Esa mujer es hija de alguien”.

Voy a contar algo que nunca le conté a nadie: nunca leí nada que se haya escrito sobre mí. Nunca.

Tom Shales escribió en el Washington Post sobre el telethon de 2003. Decía: “El telethon de Jerry Lewis es uno de los mejores shows del planeta, y uno de los mayores showmans de Estados Unidos está detrás de él”. Eso lo leí dos veces.

En 1954, a un chico diagnosticado con distrofia muscular se lo daba por muerto. Y moría en un año. Hoy, un chico diagnosticado con cualquier enfermedad neuromuscular puede seguir adelante por veinte años. ¿Así que quieren hablarme sobre usar la lástima? No me importa lo que tenga que usar. Solía decir, si hay un tipo en un bar, y me dicen que le puedo sacar cien dólares vestido como una travesti, lo haré y se los sacaré si lo necesito para mis hijos.

No hay que ser muy gracioso para vestirse de mujer. No es un desafío. Dicho esto, me avergüenza decir que no quise participar de Una Eva y dos Adanes. ¿Ven qué inteligente puedo ser? Sentí que no podía aportarle nada gracioso. El disfraz era gracioso. No necesito competir con el vestuario. Así que cada vez que Billy Wilder me veía, decía: “Buenos tardes, tonto, ¿cómo van las cosas?”. Y por supuesto, Jack Lemmon me mandaba caramelos y rosas para las fiestas, con una tarjeta que decía: Gracias por ser un idiota.Tuve una reunión con ocho o nueve ejecutivos de estudios recientemente. Les dije: “Compraron una opción para hacer la remake de The Bellboy (El botones) en 1996 y durante nueve años no pudieron hacerla. Yo la hice en menos de nueve días, incluyendo la escritura del borrador final. Consigan un arreglo y les escribiré un guión”. Dijeron que hablarían conmigo. Eso fue tres meses atrás. En Hollywood, el control es una mala palabra.

Mi reputación dice que tuve un romance con cada una de mis actrices protagónicas. Una de ellas fue Agnes Morread, así que ubiquemos esa reputación donde corresponde.

Los hombres se pueden degradar para hacer reír. Las mujeres también, pero es una risa más dura.

Hace algunos años, pensé que podía abrir una cadena de negocios de elegías, para que uno pudiera entrar y, por veinte dólares, escuchar todas las cosas hermosas que van a decir sobre uno cuando muera. Pero no quiero que la gente diga cosas maravillosas sobre mí cuando no pueda escucharlas. Díganlas ahora, que todavía estoy acá.

Así respondió Jerry Lewis a la sección “Lo que sé” de la revista Esquire.
Para los que tienen ganas de más, una buena tanda de las películas de Lewis acaban de editarse en dvd en la Argentina.

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