PáGINA 3
› Por Jorge Herralde
Pedro Almodóvar publicó las andanzas de Patty Diphusa por entregas, en 1983 y 1984, en la revista La Luna, que fue algo así como el Boletín Oficial de la movida madrileña. A mí me divirtió mucho y le propuse publicarlo en “Contraseñas”, la colección “forajida” donde estaban Bukowski, Brautigan, Copi, Hunter S. Thompson y otros “sospechosos habituales”.
Pedro me dio largas, estaba muy liado con sus películas, una al año, y lo dejé estar, pero no olvidé a Patty Diphusa. Años después publiqué Majareta, una chiflada compilación de textos de John Waters, el autor de Pink Flamingos, entre otras joyas trash. Sabía que Pedro adoraba a Waters, uno de sus padres “espirituales” en su primera y más desmadrada época. Tan pronto como tuve un ejemplar de Majareta se lo envié a Pedro, reiterando mi sugerencia, que esta vez aceptó a vuelta de correo. Agregó otros textos y a los pocos meses apareció Patty Diphusa, con una foto de Almodóvar en la portada, chaquetilla de torero, una buena dosis de rímel, un clavel reventón tras la oreja y fumando un puro.
Patty Diphusa son las memorias de una presunta star internacional de telenovelas porno, vital a tope, joven animal nocturno que se mete en el cuerpo toda clase de sustancias y protuberancias. Sus andanzas en las desmadradas noches del Madrid de los primeros ’80 son un supercatálogo de excesos, el retrato de una excitación que invadió la ciudad durante unos pocos años gloriosos. Hasta que el listísimo Tierno Galván, alcalde de aquel Madrid, dijo en un célebre pregón algo así como: “Hay que colocarse y ponerse al loro”. Y con tanta exhortación institucional (y no poca jeringa), el loro se quedó afónico y la movida, catatónica. Pero, entretanto, con Patty Diphusa Pedro inventó un nuevo ismo literario: el “realismo frenético”. Para completar el libro, Almodóvar añadió unos textos que conformaban una suerte de autobiografía provisional. Así, en uno de ellos, titulado Autoentrevista 1984, Pedro decía: “Te estás especializando en dirigir mujeres. Es una de las pocas cualidades que todos te reconocen”. Y Pedro respondía: “Hay un extraño sentimiento de reciprocidad entre ellas y yo. A las mujeres suelo despertarles sentimientos maternales y las mujeres suelen despertar sentimientos maternales en mí. Por eso nos entendemos tan bien en el plató”. Como ven, un librito imprescindible para conocer a esa Mamá Grande que es este Pedro Almodóvar, quien acaba de afirmar: “Leyendo la lista de los premiados, encontré significativo que yo fuera el primer artista que procedía de las alcantarillas del underground nacional”. Patty Diphusa ha tenido unas ventas sostenidas, desde su publicación en 1991, y se han sucedido las reediciones, primero en “Contraseñas” y luego en nuestra colección de bolsillo “Compactos”, donde sigue dando guerra. Además, como curiosidad, se han efectuado 34 contratos de traducción, el record de la editorial para un solo libro; la última, hace unas semanas, en China.
Estas palabras son parte del discurso pronunciado por el editor de Anagrama Jorge Herralde en el encuentro Paul Auster-Pedro Almodóvar en el Teatro Jovellanos de Gijón, el 19 de octubre pasado a raíz de los Premios Príncipe de Asturias entregados a ambos artistas.
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