FOTOGRAFIA Con intervenciones callejeras, charlas, exhibiciones, talleres bien diversos y la posibilidad del encuentro, empieza esta semana en San Miguel de Tucumán la sexta edición de la Bienal Argentina de Fotografía Documental, abriendo un espacio de reflexión sobre el oficio y sus múltiples posibilidades de acción en la sociedad.
› Por Romina Resuche
Hace una década, la Bienal Argentina de Fotografía Documental surgió como un plan para el encuentro entre colegas. La reflexión sobre el oficio y su resultado, más la intención de compartir con la gente lo que genera la fotografía, se combinaron en un evento participativo que lleva ya seis ediciones. Inspirada en festivales hechos en pequeñas ciudades, como Paraty En Foco (Brasil) y el Festival de Arlès (Francia), la Bienal tiene sede en San Miguel de Tucumán. Durante casi una semana los principales espacios culturales son tomados por una decena de actividades en torno de la imagen. La participación de fotógrafos, estudiantes y trabajadores de la fotografía de todo el país y hasta del continente, en interacción mutua y con los lugareños propone –según el director, Julio Pantoja– “generar momentos y, tanto en términos profesionales como afectivos, concentrar en poco tiempo lo que quizá costaría años”. Habla de las redes, del cruce que habilita que el organigrama y la programación del evento propicien nuevas posibilidades para quienes participan desde la acción fotográfica, pero también para quienes lo hacen desde el campo social como, por ejemplo, organismos de derechos humanos.
Como una forma más de pensar y promover los diversos usos de la fotografía en el país, la Bienal organiza muestras individuales y colectivas en diversos formatos y también conferencias distendidas donde, según los organizadores, se habla tanto de técnica como de procesos creativos y hasta del vino que se toma mientras tanto. Con esta intensidad, más cercana a una juntada de amigos, los creadores del evento siguen buscando que el crecimiento se vea en la calidad de las propuestas más que en la cantidad de muestras o traducido en expansión zonal.
En esta edición habrá talleres teórico-prácticos como el de técnicas fotográficas ancianas con Darío Albornoz o Mirar el álbum: fotografías e historias familiares, a cargo de Agustina Triquell. También contará con intervenciones urbanas como la que realizará el colectivo rosarino Camarón, habrá un homenaje y distinción a la fotógrafa chilena Paz Errázuriz y una mesa panel compartida entre Rafael Vilela de Midia-Ninja, el colectivo paulista, y el mexicano Francisco Mata Rosas sobre nuevas narrativas y tecnología en el documentalismo contemporáneo titulada De la Leica al iPhone.
Un punto clave de la Bienal es la instancia de visionado de portfolios, donde editores y otros especialistas hacen una devolución sobre los proyectos presentados y seleccionan uno que en la siguiente edición del evento será expuesto en una muestra individual. Este fue el caso de Cecilia Reynoso, cuyo proyecto Somos Familia podrá verse en el Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro.
Una acción fundamental de la Bienal es la articulación con organizaciones que permitan avances sociales a partir de la fotografía. Este año, con la muestra Ensayo de la identidad de Mayra Martell, harán puente con la ONG María de los Angeles para profundizar en el tema de la trata de mujeres.
Con la clara intención de soltar los formatos preestablecidos y activar un hacia afuera que no deje reducido el festival al mundillo de la fotografía, organizadores, voluntarios y colaboradores trabajan para que distintas instituciones públicas, privadas, locales e internacionales aporten la financiación necesaria para que la Bienal continúe y aumente su potencial. El eje, con todas estas actividades y las muchas más que se enlistan en la contundente agenda de esta edición, es establecer lazos entre los que llevan años dedicados a la profesión y aquellos que recién comienzan a andar el camino de la fotografía. Pantoja, desde la organización, explica que “la idea de buscar y sumar a los monstruos sagrados es un hecho, pero garantizar los espacios para los emergentes es basal”.
Otras áreas ligadas de cierta forma, como el periodismo, el cine, la literatura y la acción social son fundamentales en el festival, que haciendo hincapié en la comunicación entiende a la fotografía como herramienta de colaboración y visión, y la aprovecha como excusa para el encuentro.
Más información en www.fotobienal.com.ar/Bienal_2014/index.php
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