MUSICA Después de siete años vuelve a Buenos Aires Calexico, la banda de Arizona que ya desde su nombre plantea el mestizaje de géneros. Esta vez Joey Burns y John Convertino, junto a su muy numeroso grupo, vienen a presentar Algiers, el disco que grabaron en Nueva Orleáns y donde a su habitual mezcla de tex-mex, folk, country western y música latina le suman un sutil aire afrocaribeño y canciones de vitalidad renovada.
› Por Mariana Enriquez
La música de Calexico siempre sonó como una banda de sonido. Incluso en aquel primer disco debut de 1996, Spoke –insólitamente editado en Alemania antes que en Estados Unidos–, las canciones lo-fi con acordeones, guitarras cansadas y una capa de polvo del desierto variaban en intensidad y en duración, las había breves y muy largas, como si hubiesen sido pensadas para acompañar climas y escenas; algunas instrumentales, otras con la voz delicada y poco intrusiva. Cuando Calexico debutó a mediados de los ’90 se los solía asociar con Ennio Morricone y sus spaghetti westerns, en un refuerzo de la sensación cinemática. Pero de a poco la banda fue cambiando de forma. Liderada por Joey Burns y John Convertino, formada en Tucson, Arizona, y llamada así por la ciudad de frontera que tiene un poco de México y otro poco de California, a partir de The Black Light en 1998 fue incorporando a su música mariachis, jazz latino, cellos, algo de country, mientras la voz casi susurrada de Joey Burns ganaba en sutileza y confianza.
Hasta que en 2003, con A Feast of Wire, la banda encontró oro en el desierto: entre la atmósfera aparecieron canciones hermosas, como “Sunken Waltz” o la festiva y triste “Across The Wire”, con una de las primeras letras totalmente narrativas de la banda: “Alberto le pega a su hermano en la parte de atrás de la cabeza/ Mira al norte mientras empieza a levantarse/ Su hermano, adormilado, le dice ‘todavía no es de día’. Si querés una nueva vida, ¿qué importa esperar unos minutos?...” Los hermanos están cruzando la frontera, ese es el “a través del alambre” del título. “Alberto y Armando siguiendo los rastros de los coyotes/ En el desierto vagando por días/ El futuro se ve oscuro y sin esperanzas de cambio.” La historia no termina bien a pesar de que la canción resuena con trompetas de mariachis y una melodía deliciosa. A Joey Burns, que vive desde 1993 en Tucson, el tema de la inmigración lo preocupa –la banda tiene, además, integrantes estables que son mexicanos–. “Cada verano se mueren más inmigrantes en el desierto tratando de cruzar”, le decía este año a The Guardian. “No se puede cerrar totalmente la frontera, pero se puede poner vigilancia en lugares estratégicos de modo que la gente debe retraerse a regiones inhóspitas e imposibles, donde se mueren. Así que tratamos de involucrarnos políticamente con el tema de las leyes de inmigración que en Arizona son parte de un debate agitadísimo.”
Después de este gran disco, Calexico siguió de gira –las giras son una constante de la banda, que pasa casi todo el tiempo de viaje– y colaboró con Nancy Sinatra, Wilco y Neko Case, grabaron discos de covers y uno especialmente bueno con Iron & Wine, In The Reins. De esa época surgió Garden Ruin (2006), el disco más pop hasta el momento, el primero sin instrumentales. Y dos años más tarde, después de la primera gira del grupo por América latina, editaron Carried To Dust, que empieza con un homenaje a Víctor Jara, tiene la voz y guitarra del español Jairo Zavala –de Depedro y miembro más o menos estable de la banda– y canciones como “Two Silver Trees”, una osada combinación de guizeng asiático y cuatro venezolano que suena perfectamente natural.
En los últimos años, los miembros de Calexico se mostraron no exactamente molestos pero sí inquietos porque se los considere únicamente como una banda regional, obsesionada con Cormac McCarthy y el tex-mex. “Nuestra intención siempre fue estar dislocados”, decía Joey Burns. “No estoy hablando de ser ‘global’, sino de poder incorporar desprejuiciadamente.” Es cierto: la capacidad de poder viajar con más facilidad y de un grado de conexión tal que es posible escuchar cualquier música de cualquier parte del mundo hace que Calexico pueda grabar con Amor Belhon, un dúo francés de pop vanguardista que había hecho base en Arizona, o que en Finlandia exista la extraordinaria Mirel Wagner, una chica de origen etíope que canta en inglés un folk sencillo y siniestro. Los certificados de autenticidad van quedando caducos cuando las distancias se acortan.
El nuevo disco de Calexico, el que vienen a presentar a Buenos Aires –esta es su segunda visita–, iba a ser grabado en Europa, pero por varios problemas logísticos ese plan se suspendió y la banda se decidió por Nueva Orleáns y específicamente por Algiers, el barrio de la orilla izquierda del Mississippi, que lleva el nombre porque los primeros pobladores coloniales encontraban similar su proximidad a la ciudad con la de Francia y Argelia. Los Calexico, recién llegados de Cuba, donde grabaron con Amparo Sánchez, quedaron fascinados por la humedad y la comida, el pulso de una ciudad sobreviviente de la espantosa inundación de 2005 que todavía conserva sus raíces haitianas, caribeñas, francesas, irlandesas, cajun y creole: una de las ciudades más mestizas de Estados Unidos y la que produjo uno de los grandes artes mestizos de América, el jazz. La posibilidad de respirar esa diversidad palpable y antigua terminó en las canciones de Algiers –el disco se llama como el barrio–: en la expansión acuática de “Epic”, el misterio de “Fortune Teller” y la percusión latina de “Puerto”, con trompetas y letra bilingüe. Fue grabado en The Living Room Studio, que es una iglesia bautista reacondicionada. Un espacio enorme, un sonido amplio. “En el fondo soy un etno musicólogo frustrado”, dice Joey Burns, lo que también puede explicar que mucha de la música de Calexico suene, a veces, demasiado cerebral: es música de estudiosos. “En el caso de Nueva Orleáns, me sumergí en la mezcla de músicas portuguesas y españolas junto con la influencia africana y el catolicismo, y pensé en eso en oposición al norte del continente. Yo soy de California, vivo en Tucson y obviamente soy anglosajón y blanco, pero lo que me gusta es el fado, los ritmos afrocubanos y afrocaribeños, los mariachis. Y el jazz. No trato de ser algo que no soy. Pero Calexico sí es mi manera de ser fiel a lo que amo, de inventar mi propia tradición.”
Calexico toca en Niceto el próximo miércoles 22 de octubre, Niceto Vega 5510. Desde las 21. Banda invitada: Silvestre y La Naranja.
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