Ilustración El primer volumen de cuentos de Haruki Murakami sigue increíblemente inédito en castellano, pero una lujosa edición ilustrada de Libros del Zorro Rojo selecciona uno de esos relatos y lo ofrece con un encanto extra. Se trata de Sueño, con ilustraciones de la alemana Kat Menschik, quien, ante la distribución en la Argentina del libro, cuenta cómo fue dibujar los ensoñaciones de un ama de casa japonesa y qué sintió cuando el propio Murakami le expresó personalmente su agradecimiento y admiración.
› Por Martín Pérez
“El anuncio de un nuevo libro de Haruki Murakami genera una devocional anticipación.” Así comenzaba la reseña del último libro del escritor japonés, Los años de peregrinación del chico sin color, que en agosto de este año ocupó la portada del suplemento literario del New York Times. Y quien lo aseguraba –la devoción y la anticipación, digamos– era Patti Smith, fanática confesa de Murakami, que firmaba el artículo. “Los lectores esperan por su trabajo de la misma manera en que generaciones pasadas hacían cola ante las disquerías esperando los nuevos discos de los Beatles y Bob Dylan”, llegó al punto de agregar la autora de la reseña, que despierta a su vez un fanatismo similar entre los cultores del rock más clásico. Número puesto para el Nobel de Literatura en los últimos años, al menos para las casas de apuestas, porque la Academia sueca parece no darse por enterada del empuje de los números, el autor de Kafka en la orilla y Tokio Blues es también un contundente vendedor de libros. Para la editorial que tiene sus derechos en castellano, según contó uno de sus responsables en un momento de euforia, imprimir a Murakami es como estar imprimiendo billetes. Por eso es que, más allá de la velocidad de su escritura, hay al menos un libro nuevo de Murakami por año, para lo que ayuda una cierta reserva –agotándose, es verdad– de obras sin traducir al castellano. Y por eso tampoco sorprende la aparición de productos afines, como pueden ser los libros ilustrados. La sorpresa, sin embargo, es que el primer libro ilustrado de Murakami editado en castellano no es de la editorial que hasta ahora venía publicando su obra, Tusquets, sino que es responsabilidad de Libros del Zorro Rojo, una casa especializada en admirables volúmenes ilustrados, con firmas que van desde Edward Gorey hasta Aubrey Beardsley, pasando por Robert Crumb, Ralph Steadman o Carlos Alonso, entre tantos otros. Es esa especialización la que, justamente, les permitió hacerse con los derechos del flamante Sueño, ya que la esposa de Murakami quedó deslumbrada ante el catálogo más clásico de Zorro Rojo, y –según cuentan, aún algo sorprendidos, sus editores– convenció a su marido de que eran los indicados para publicar en castellano aquel viejo cuento rescatado originalmente por una editorial alemana.
“Soy lectora de Murakami desde antes de empezar a trabajar en su obra, empecé por La caza del carnero salvaje –aclara la alemana Kat Menschik, la ilustradora de Sueño, el primero de lo que terminaría convirtiéndose en una serie de cuentos ilustrados del japonés que ya lleva otros dos títulos más, aún sin edición en castellano–. Pero la idea de ilustrar ese primer relato corrió por cuenta de la editorial para la que trabajo desde hace años, Dumont-Verlag. Ya llevo un medio centenar, la mayoría sólo haciéndome cargo de las tapas, y a veces también con algunas ilustraciones dentro”, cuenta una amable Menschik por mail desde Berlín, donde creció y vive desde antes de la caída del Muro. “Cuando tengo que ilustrar un libro trato de encontrar una idea propia para hacerlo, que pueda encadenar todas las ilustraciones. Por ejemplo, en los libros de Murakami los dibujos siempre son como salidos de un sueño, complejos y con muchas capas. Nunca tiene que ser literal, siempre trato de contar una nueva historia con ellos. Murakami es uno de mis autores preferidos, porque su escritura se corresponde con mi idea de cómo tienen que ser las ilustraciones de un libro, con cierta libertad y empatía.” Según cuenta Menschik, Sueño nació con apenas un llamado telefónico de sus editores, preguntándole si conocía a Murakami y si quería ilustrar un cuento. Y no mucho más. Nadie pensaba en que esa colaboración se extendería. Nadie, salvo el propio Haruki Murakami, que se comunicó con la editorial alemana luego de ver la portada que Menschik había hecho para su cuento. “Murakami supervisa personalmente las portadas de las traducciones de sus libros”, explica Menschik, y agrega que la suya le llamó tanto la atención que pidió ver todas las ilustraciones del volumen. Es más, cuando visitó Berlín, Murakami la invitó a comer y –cuenta orgullosa Menschik– después de hablar de jazz, Japón y la cerveza alemana, le pidió personalmente que ilustrase otro de sus cuentos, La inquietante biblioteca. Antes, Menschik ya había publicado un segundo libro ilustrado de Murakami, Asaltos a panaderías, lo que según parece terminó de convencer al autor japonés de que la alemana era la indicada, ya que La inquietante biblioteca tenía una previa edición ilustrada publicada en Japón, a cargo de Maki Sasaki, pero igual le pidió el trabajo personalmente a Menschik. “Sus imágenes son diferentes y únicas –escribió Murakami–. Es precisamente ese sentido de otredad el que como autor quiero evocar en mis lectores.” Habitual colaboradora con sus ilustraciones tanto de la prensa escrita como de la televisión de su país, Menschik asegura preferir dedicarse a ilustrar obras literarias de otros, en vez de intentar escribir las suyas. “Lo único que me atreví a escribir es un libro que nadie más podía hacer por mí, un libro de jardinería ilustrado, sobre mis experiencias en mi propio jardín. No me fue mal, resultó un gran suceso en Alemania. Con él acabo de ganar un premio al libro más hermoso del año”, afirma la codiciada dibujante, que siempre tiene historias esperando para recibir sus dibujos. “En este momento estoy haciendo un cuento de detectives para chicos, que sucede en Berlín, mi ciudad. Su autor se llama Volker Weidermann.”
Publicado originalmente en 1990, traducido al inglés para The New Yorker en 1992, y compilado en El elefante desaparece, su primer libro de cuentos, que no ha sido traducido al castellano, Sueño cuenta la historia de un ama de casa que descubre que no puede dormir y luego del susto inicial, se encuentra con un nuevo mundo de posibilidades ante sus ojos. Uno que utiliza, por ejemplo, para leer Anna Karenina todas las veces que desee, noche tras noche, bebiendo cognac. De tapa dura, y dibujos azules y plateados, en Sueño las ilustraciones de Menschik parecen hacer un plano detalle en las diversas actividades de la protagonista del cuento, mostrando tanto sus placeres secretos para su familia –las novelas o el chocolate– como asociando su ausencia de sueño con otra clase de necesidad onírica, dando cuenta de un mundo acuático, literalmente sumergido en esa nueva vigilia. “Cuando hablo de buscar una nueva historia para contar en cada cuento que ilustro, no me refiero a nada específico –explica la dibujante–. Debe ser más un sentimiento que anime al lector a encontrar otros significados, su propia historia. Como una especie de picazón, que no tiene por qué encontrarse en la historia que cuenta su autor. En realidad, lo que trato es de sugerir un nuevo horizonte para los lectores. En cada libro tengo un dibujo favorito, y en Sueño mi preferido es un dibujo que muestra a la protagonista con las medusas. Pero es sólo el que más me gusta a mí. Espero que cada lector descubra el suyo.”
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