Dom 14.12.2014
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ESCENAS DE LA ANGUSTIA ARGENTINA

CRUCES Roberto Arlt pudo haber fantaseado con la televisión, pero lo cierto es que murió casi diez años antes de que se produjera la primera transmisión en Argentina, el 17 de octubre de 1951. Ahora, con Ricardo Piglia al frente de un nutrido equipo de trabajo, se está llevando adelante la filmación de Los siete locos y su continuación, Los lanzallamas, que podrá verse por la Televisión Pública el año próximo. Un viaje al corazón de los años ’30 y al alma de ese gran personaje del siglo pasado llamado Erdosain, en treinta capítulos que contarán con las actuaciones, entre otros, de Carlos Belloso, Belén Blanco, Daniel Fanego, Diego Velázquez y Daniel Hendler.

› Por Natali Schejtman

Roberto Arlt, un escritor fascinado por la invención y la técnica, murió en 1942: nunca conoció la televisión en Argentina, que tuvo su primera transmisión el 17 de octubre de 1951. Arlt pudo haber soñado con la televisión: era una fantasía común, cuando la radio ya había desarrollado cierta cotidianidad de lo instantáneo y el cine había ofrecido varias generaciones de estrellas. Sólo faltaba un poco para que imagen y transmisión a distancia se cruzaran para siempre. Esa sinergia daba sus primeros pasos en Europa casualmente al mismo tiempo que él escribía su obra más poderosa, Los siete locos. Arlt, que en sus novelas construyó personajes como Remo Augusto Erdosain, obsesionados como él con los inventos (y con la chance de hacerse ricos con ellos), abordó también el american dream hollywoodense y la máquina de picar carne de los medios de comunicación masiva, tal vez imaginó que algún día podría él mismo escribir guiones. Pero pasaría mucho tiempo hasta que comenzaran las adaptaciones televisivas y cinematográficas de su obra, como hizo Alejandro Doria con “El jorobadito” y “Noche terrible” (dentro de su ciclo de espaciales para TV de 1996) o las películas Los siete locos, dirigida por Torre Nilsson (1973), y El juguete rabioso (versión de Aníbal Di Salvo y José Maria Paolantonio, 1984, y de Javier Torre en 1998). Hasta ahora, nunca nadie se había animado a la empresa de llevar sus dos novelas más sustanciosas, Los siete locos y su continuación, Los lanzallamas, ejemplos notables de ferocidad escrita, al lenguaje y formato seriado de la televisión. Hasta que Ricardo Piglia –uno de los escritores y críticos que más consistentemente trabajaron sobre la obra de Arlt– se convirtió en la cabeza de un equipo que durante 2014 trabajó arduamente en la adaptación del texto a 30 capítulos de una miniserie. Esa adaptación acaba de culminar para dar paso al rodaje de la serie, que tendrá aire en la TV Pública el año que viene. El titánico proyecto que está en proceso cuenta con la dirección de Fernando Spiner y Ana Pitterbarg y la coordinación de guión a cargo de Leonel D’Agostino. Se trata de una ambiciosa coproducción entre TV Pública, la Biblioteca Nacional y Nombre Productora, cada uno a cargo de diversas tareas y responsabilidades.

En estos días la producción recorre locaciones disímiles, cuidadosamente ambientadas en la década del ’30, para convertir el guión en realidad audiovisual, como por ejemplo la farmacia de Ergueta, un negocio actual convertido en botica histórica, la mítica quinta del Astrólogo en Temperley, los vagones de un tren en donde ocurren acciones definitorias o los estudios de Canal 7 devenidos en la pensión de Barsut, el prostíbulo de Haffner o la oficina de redacción. Por todos estos lugares, desfilan actores que trabajan sobre clima de época y el tono filoso y oscuro de un Arlt revisitado. Entre otros, aparecen Carlos Belloso, Belén Blanco, Daniel Fanego, Diego Velázquez, Daniel Hendler, Marcelo Subiotto, Julieta Zylberberg, Fabio Alberti, Leonor Manso y Pompeyo Audivert. Se nota el trabajo puesto en pintar un mundo magnético que llevan a cabo los directores Spiner y Pitterbarg: entrar al set de la farmacia de Ergueta (interpretado por Alberti), ahí donde Erdosain (Velázquez) recurría tantas veces, es un pasaje instantáneo a la atmósfera amarronada, química y extrema de la novela de Arlt.

LA CONSPIRACION

No es la primera vez que Piglia, quien ha analizado el rol de las series y su lugar privilegiado como narrativas de esta época, trabaja activamente en televisión. Es más: esta idea de adaptación surgió cuando él estaba terminando su ciclo de clases Borges por Piglia, emitidas a fines de 2013 en la TV Pública, que a su vez fueron la continuación de otro ciclo de clases de 2012, Escenas de la novela argentina, en el que analizaba a distintos autores trascendentales de nuestra literatura y su relación con los medios de comunicación. “Cuando terminamos el programa sobre Borges nos pusimos a discutir el proyecto del año próximo y surgió la idea de hacer un programa sobre Arlt. Entonces pensamos que era mejor no repetir la forma que habíamos usado y en lugar de hacer clases sobre Arlt, decidimos hacer un programa con Arlt. Ahí entonces propuse hacer la adaptación para una serie de Los siete locos y Los lanzallamas. Primero me pareció importante no repetir el formato, que es uno de los males de la televisión, la repetición incesante de lo que ha funcionado. Y segundo, me pareció que era un modo no de adaptar la literatura a la televisión, sino la televisión a la literatura. Es un gran riesgo y un desafío.”

Una vez aceptado el desafío de llevar Los siete locos y Los lanzallamas a la TV, el trabajo comenzó en la oficina de Piglia, en reuniones populosas, como describe Alejandro Montalbán, productor ejecutivo por parte de Nombre Productora, en las que se cruzaban María Pía López (socióloga, ensayista, directora del Museo del Libro y de la Lengua) y el historiador Javier Trímboli (de la Televisión Pública), ambos abocados también a la adaptación. Junto con ellos, los directores Fernando Spiner –quien ya había trabajado con Piglia cuando escribieron, junto con Fabián Bielinsky, el guión de su película La sonámbula– y Ana Pitterbarg; y Gabriel Reches y Alejandro Montalbán, de Nombre Productora.

Piglia describe el proceso terminado recientemente y en su relato uno puede recrear lo que habrán sido esas jornadas intensas de discusión documentada en términos literarios, sociológicos e históricos: “Primero hicimos una lectura exhaustiva de la novela, preparamos una síntesis de las acciones del libro y una primera discusión sobre el desarrollo de la trama. Vimos en seguida que debíamos convertir al personaje elíptico del comentador que aparece en la novela en un protagonista importante. El comentador en el libro es quien recibe el relato de Erdosain después del crimen y recibe otros testimonios sobre lo sucedido, de hecho es quien narra la novela. Otra cuestión importante fue revisar el complot del Astrólogo. La idea como sabemos es muy poderosa y a ellos alude el título del libro. Mantuvimos la forma de la conspiración pero ampliamos algunos datos aludidos en el libro. Por ejemplo el encuentro con Di Giovanni y Paulino Scarfó presente en la novela nos dio pie para ampliar la conexión con las acciones de los anarquistas. También con Javier Trímboli, que participó muy productivamente en la adaptación, trabajamos la serie de conspiraciones del partido radical que en los años ’30 usó la violencia para quebrar el régimen dictatorial. En la adaptación, el Astrólogo parece estar relacionado con esas dos formas de acción política que son contemporáneas al relato”. Entre lo más desafiante del trabajo, Piglia hace foco en cómo trasladar lo que funciona en Arlt al lenguaje audiovisual y televisivo: “Lo más difícil, desde luego, es trasladar la prosa de Arlt. Está claro que Arlt es un novelista excepcional en la construcción de situaciones dramáticas y de personajes inolvidables, pero toda esa maquinaria funciona gracias al carácter extremo de la prosa. Entonces, el punto central para nosotros es el de transmitir con la imagen la misma intensidad que tiene la prosa de Arlt”.

Montalbán agrega detalles del proceso: “Durante tres meses de arduo pero feliz trabajo, mientras se iniciaba la preproducción, las idas y vueltas con el guión insumieron febriles discusiones presenciales y por mail sobre los personajes, el tono general del proyecto y el elenco”, y no cuesta imaginar esos largos debates alrededor de todas las aristas que hacen de estas novelas, piezas de lo más productivas: su época, sus personajes, su locura, sus fantasías, su violencia. Hasta que por fin comenzó el rodaje, que durará hasta febrero, para empezar a trabajar en el estreno en 2015.

LA VIGENCIA DE ERDOSAIN

Si bien llevar Los siete locos y Los lanzallamas a la televisión podría parecer algo relativamente nuevo para el frondoso recorrido de Ricardo Piglia, se articula muy naturalmente no sólo con sus antecedentes como guionista y su continuo foco en la relación entre la imagen, la literatura y los medios, sino también en su propia narrativa y lo que Arlt significa en su lectura de la literatura argentina. Ya en su libro Crítica y ficción, había remarcado su actualidad en un sentido muy profundo: “Las novelas de Arlt parecen alimentarse del presente, de nuestra actualidad. Si hay un escritor profético en la Argentina, ése es Arlt. No trabaja con elementos coyunturales sino con las leyes del funcionamiento de la sociedad”, decía en una entrevista de Ricardo Kunis para Clarín en 1984. Y llamativamente, como una corroboración más de su interés y capacidad de seguir (re) escribiendo a Arlt, la adaptación coincidió con la publicación de su Antología personal (Fondo de Cultura Económica), en donde uno de sus cuentos inéditos, “El astrólogo”, ofrece una continuación posible del destino de uno de los protagonistas de este dúo dinámico de novelas en clave policial, en donde se cruzan y toman protagonismo elementos de la historia política argentina como el golpe del ’55 y el peronismo proscripto. La fascinación de Piglia por Arlt alcanza múltiples plataformas. La televisiva, además, concentra preocupaciones que el autor también ha desarrollado a lo largo de los años, como la narración cinematográfica.

¿Qué elementos de la novela de Arlt dirías que la hacen más fácil de adaptar y qué elementos la hacen más difícil?

–Lo más sencillo, como dije, es que la novela maneja escenas notables en una trama secretamente melodramática y casi folletinesca, con elementos del género policial y de una comprensión extraordinaria de las motivaciones de los personajes. Lo más difícil fue, por supuesto, transmitir la cualidad excepcional que tiene el personaje de Erdosain, que es para mí, el mayor personaje de la literatura argentina del siglo XX. En el siglo XIX tenemos a Martín Fierro y en el siglo XX lo tenemos a Erdosain. Todo gira alrededor de él y de su percepción de la realidad. De hecho, la serie podría haberse llamado Erdosain.

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