Dom 01.02.2015
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EN CONSTRUCCIÓN

CINE La activista y transexual Paula Yermén Dinamarca es la protagonista de Naomi Campbel, una película que propone un experimento entre el documental y la ficción. Con un relato a partir del cotidiano de Paula y de su travesía para obtener una cirugía de reasignación de sexo, consigue también un relato sobre ciertos aspectos de la sociedad chilena y los cambios culturales que atraviesa actualmente.

› Por Andrea Guzmán

“Una palabra fundamental es sobrevivencia”, declara Paula Yermén Dinamarca, activista y protagonista de Naomi Campbel, la película chilena que construye un relato ficcionado basado en su propia experiencia. “Soy optimista con los cambios culturales que experimenta el país. Pero las personas transexuales somos sobrevivientes y desde ahí articulamos un trabajo político”, agrega del otro lado de la línea telefónica mientras camina a su casa en La Victoria, una villa al sur de Santiago, la misma donde transcurre la película y que es retratada en su callada intimidad con importancia de personaje. La misma donde ella ha vivido siempre, donde ejerce la militancia política y donde es conocida por su lugar como conductora de un programa trans feminista en la radio del barrio. “Nos interesa trabajar el cine desde una perspectiva social”, dice Yermén. A punto de estrenarse en Buenos Aires, Naomi Campbel es la ópera prima de Camila José Donoso y Nicolás Videla. La película, que fue el proyecto de titulación universitaria de ambos jóvenes directores, propone un experimento de hibridación que no se decide entre el documental y la ficción, y que transita libremente entre los formatos para construir un retrato muy cercano a los personajes. Una película afectuosa que rehúye de la violencia sensacionalista y que, a partir de la observación de Yermén dentro de su intimidad y en la travesía por obtener una cirugía de reasignación de sexo, consigue también un elocuente relato sobre ciertos aspectos de la sociedad chilena.

“Son increíbles, son la imagen de un hombre”, dice Yermén. Está sola en una calle de La Victoria, rodeada de perros callejeros que ladran insistentemente sin acercarse. Una de las escenas ásperas de la película por la intensidad emotiva y el punzante realismo del registro. Corresponde al material más estrictamente documental del proyecto, registro que con una cámara Hi 8 la protagonista obtuvo durante el proceso de preproducción de la película y que usó para filmar algunas de sus vivencias personales y estados emocionales durante el primer período de acercamiento. La noche, el barrio, sus habitantes y el deambular callejero y existencial. “Los videos representan una realidad documental bastante pura, los grabó ella sola en el proceso iniciático de la película en el cual se le pasó la cámara para que tuviese un espacio de autoría. Se trataba de un proceso de investigación del personaje, pero lo que obtuvimos fue un material tan poderoso, tan sublime que optamos por hacerlo parte de la película”, cuenta Nicolás Videla, uno de los directores. De esta forma queda cristalizada una hibridación que excede la búsqueda estética y que autoriza a que el espacio de pugna en la construcción de identidad que transita el personaje se represente también materialmente en la realización de la película. Que la realidad más fina y espiritual de Yermén se amalgame con un relato de ficción construido por los realizadores. Una historia anclada en lo periférico en varias de sus formas; no sólo en los márgenes de la ciudad de Santiago, construida estratégicamente en el espacio como separadora de clases, sino en la humanidad de quienes se encuentran en la periferia de lo social y los que no suscriben a los estándares de un sistema conservador, ultramachista y sectario. “Estás viendo algo que para ti estaba negado y yo te lo estoy brindando”, dice la voz de Yermén en el video mientras explora su barrio a través de la cámara.

En la película, Yermén representa a una transexual con intensas inquietudes religiosas y espirituales que se gana la vida como tarotista en un call center y que, a pesar de no tener recursos para concretarlo, ha decidido someterse a una reasignación de sexo. Para esto recurre a un casting de reality show que le ofrece la oportunidad de costear la operación a cambio de filmar y exponer todo el proceso. Naomi Campbel es en realidad un personaje secundario, en quien Yermén se refleja y reconoce a sí misma: se trata de una inmigrante afrocolombiana que acude al mismo reality en busca de una operación para parecerse a la modelo. “En la película se muestra un Chile que no tiene mucho que ver con el imaginario del turista sino el escenario real de la ciudad y lo que nos ocurre a quienes la habitamos”, explica Yermén. Ambos personajes se identifican y comparten en la disconformidad con sus cuerpos, la mirada que ellas reconocen como morbosa y jueza del exterior que les exige y las limita a la vez, y la periferia que ambas habitan desde su lugar en la otredad dentro de las limitaciones de la sociedad chilena. Existe también un interés en la construcción del relato por abordar la transexualidad alejada de los clichés que generalmente rondan este tipo de representaciones y encarnar estas tensiones en las relaciones materiales y cotidianas con los hombres, con otras mujeres, con los juicios de las personas en la villa, con las relaciones afectivas, con el deseo y la frustración. “El tipo de cine que yo venía desarrollando tenía que ver con retratos de personas, mis motivaciones parten de una persona que me interesa y que quiero retratar. En base a esa persona y a su conocimiento, juego con dispositivos ficcionales como excusa para entrar a sus vidas. Con Camila quisimos remarcar bastante la temática que tenía esta película: la constante construcción que es la identidad. Posicionarnos en los binomios de hombre y mujer. Blanco y negro. Ficción y documental. Todo esto tenía que ver directamente con lo que estaba pasando y cómo el personaje se entiende y se construye en esta sociedad”, dice Nicolás.

El discurso político de la película no se construye desde lo explícito sino a través de la conciencia de sus personajes y el entorno en que se enmarcan, moldeados por la violencia de sus circunstancias sin enunciarla de modo efectista. Los hijos de la dictadura, la marginalidad, la pertenencia de clase y la construcción de identidad, son temas que forman parte de la cotidianidad de los personajes y la forma en que se enfrentan al mundo. La película se estrena justo en medio de una reciente apertura del debate en Chile, que no sólo estaba atrasado en el marco legal sino en las reflexiones sobre género. “En Chile están pasando cosas buenas, hoy se aprobó el pacto de unión civil en grupos LGBT, hace 10 años a nosotras nos metían presas. También se están ampliando las discusiones, creo que hay algo que se ve en la película en su propuesta y en la forma de contar la historia, algo que también estamos experimentado los que vivimos acá. Que Chile está cambiando”, termina Yermén.

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