PERSONAJES. PETER DINKLAGE, EL ACTOR DETRáS DE TYRION LANNISTER, EL GRAN ANTIHéROE DE JUEGO DE TRONOS
› Por Mariana Enriquez
Cuando Peter Dinklage era niño, en un suburbio de Nueva Jersey, sus padres nunca le alcanzaban ningún objeto que estuviese demasiado alto, al que él no pudiera llegar solo. Preferían que trepara a mesas y sillas antes que facilitarle lo que quería. Eran más piadosos con sus otros dos hijos porque ellos no habían nacido con acrondoplasia y no se pasarían la vida intentando llegar a lo inalcanzable. Hay algo raro en esa crianza rigurosa: en la casa Dinklage nunca se hablaba de la baja estatura de Peter, ni siquiera cuando el chico se sometió a muchas y dolorosas operaciones –cirugías correctivas que no todas las personas nacidas con acrondoplasia necesitan o quieren, pero que previenen escoliosis, la pronunciación del arco de las piernas y dificultades para caminar en la edad adulta–. “En casa no me explicaban nada –dice Dinklage–. Una enfermedad se explica. Un accidente. Pero algo fisonómico no necesita explicación.”
Peter Dinklage, el extraordinario Tyrion Lannister de Juego de Tronos, no tiene problemas en llamarse a sí mismo “enano”, pero lo que no permite es que lo humillen ni que se rían de él. Después de una secundaria penosa estudió Arte Dramático y se mudó a Brooklyn, al barrio de Williamsburg que en esa época, 1992, no era el paraíso hipster de la actualidad. En un departamento frío, Dinklage esperaba papeles que no llegaban y rechazaba participar del casting número mil para alguna producción de Blancanieves y los siete enanitos. “Era un esnob –dice ahora–. No era solamente una cuestión de dignidad. De esa parte sigo orgulloso, pero no de morirme de frío y comer basura: despreciaba la televisión y la publicidad y sólo quería hacer Beckett en sótanos. Lo importante es encontrar el balance. Es cierto que prefiero no hacer de enano mágico o del enano que los demás revolean: hasta Tolkien cae en esa trampa. No quiero ser un chiste.”
Conseguir papeles que no estuviesen escritos para personas de baja estatura –Dinklage mide 1,35– fue un problema durante toda su carrera. Su primer papel en cine, en 1995 (Living in Oblivion) era, justamente, el de un actor enano que se quejaba todo el tiempo de los encasillamientos. Ya en ese primer papel quedó claro lo obvio: Peter Dinklage es sexy. No es solamente su cara, sus melancólicos ojos azules, el pelo rebelde y abundante. Es algo más: la inteligencia obvia, cierta amargura irónica bien canalizada, la seguridad en cada uno de sus gestos, el talento fabuloso. En esa película conoció a Steve Buscemi, que le presentó gente en Hollywood y fue encontrando papeles variados: los dos personajes geniales de 2003, el solitario de The Station Agent de Tom McCarthy, que fue la gran ganadora de Sundance de ese año y el bestial escritor de literatura infantil de Elf, con Will Ferrell. Aunque quizá su papel más importante es el de la comedia británica Death at a Funeral, donde su actuación es tan genial que, cuando se hizo la remake de la película en Estados Unidos, repitió su personaje. Algún cínico dirá “bueno, pero ¿de dónde iban a sacar otro actor enano?” y se equivocaría: el personaje había sido escrito para una persona de estatura normal, pero después de la apabullante audición de Dinklage, los productores decidieron que eso no importaba. Esa, dice Dinklage, es una de sus metas: romper con la barrera de lo que puede hacer un actor enano. Barrera que él mismo ignoró en 2008 cuando fue Trumpkin en Las crónicas de Narnia y tuvo que usar barba y zapatos puntiagudos. “Fue muy incómodo –dice–, pero me ayudó a superar mis propios prejuicios. Si no es un chiste, puedo ser el enano mágico. De vez en cuando.”
Sin embargo, cuando se encontró con los productores de Juego de Tronos, la experiencia de Narnia estaba fresca y, antes de siquiera leer un renglón de Tyrion, les dijo: “No quiero disfraces ni barbas”. No habrá nada de eso, le aseguraron los productores y no le mentían. Tyrion Lannister, el hijo enano de la familia más poderosa de Westeros (Poniente, en su versión en castellano) es el gran antihéroe de una saga llena de personajes ambiguos y plagada de villanos brutales. Es el hombre moderno en este mundo sangriento y medieval, el que quiere morir con la panza llena de vino, el que entiende de arte y de belleza; el despreciado por su padre y su hermana, pero querido por su atractivo y quebrado hermano Jamie. Es el hombre sensual: el que disfruta de la compañía de las mujeres, el que se enamora de prostitutas, el que se sabe (y es) buen amante. El que, como dice en uno de los primeros y memorables capítulos, “siente aprecio por los deformes, los bastardos y las cosas rotas”. Desde 2011 Tyrion es (casi) lo mejor de Juego de Tronos y hasta se lo reconocieron con premios, cosa rara para una serie de fantasía épica: en 2011 ganó el Emmy y el Globo de Oro. La real injusticia es que no le hayan dado esos premios el año pasado. Lo que hizo en la última temporada de Juego de Tronos con su dolor animal después de la traición fue demoledor. Su alegato durante el juicio donde se lo acusa del asesinato de su sobrino y rey fue tan poderoso que ese hombre, en ese estrado, humillado y falsamente acusado, podía incendiar a sus enemigos con la sola voluntad de su rabia. Que le sacara la estatuilla el predecible Bryan Cranston por repetirse una vez más en Breaking Bad es comparable a que El ciudadano no haya ganado el Oscar a Mejor Película. Ciertos momentos de genio incandescente deberían ser reconocidos, no importa el lugar que después les otorgue la historia: hay que decir que Peter Dinklage es un genio y hay que decirlo ya.
A los 45 años, casado con la directora de teatro Erica Schmidt y padre de una hija, Dinklage no parece muy preocupado por premios y halagos. “Solamente quiero trabajar”, dice. Fue Bolivar Trask en la última X-Men, por lejísimo lo mejor de la película, y está produciendo un documental sobre la vida de Hervé Jean-Pierre Villechaize, el actor de La isla de la fantasía que se suicidó en 1993. Sin embargo, no quiere ser un ejemplo ni un portavoz. “Cada uno se maneja con esta condición como puede. Yo no le voy a decir a la gente cómo hacerlo ni cómo ser feliz ni cómo manejarlo bien. A veces yo lo manejo muy bien; pero hay días que la paso mal.” Sus compañeros de Juego de Tronos no están muy de acuerdo. “Peter es el tipo más seductor del mundo”, dice Lena Headey, que interpreta a su hermana Cersei. Su esposa, que lo dirigió en una versión de Tío Vania de Chéjov, dice que ella siempre lo supo. “Peter es es un galán, es hermoso, es sensual. Para mí es divertido ver cómo el mundo maneja esto de tener fantasías con un hombre como él.”
La quinta temporada de Juego de Tronos empieza el 12 de abril por HBO.
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