PERSONAJES Estela de Carlotto suele presentarla como “nuestra humorista”: Vicky G. –el nombre artístico de Victoria Grigera Dupuy– es actriz; su padre fue secuestrado cuando ella aún no había nacido y desde 2014 viene presentando Montonerísima, su espectáculo de humor que toma tanto de su historia personal como de aquellas performances que vio de chica en el Parakultural, donde su madre hacía prensa.
› Por Salvador Biedma
Desde hace tiempo parece ampliarse el abanico de recursos para hablar sobre la militancia en los ’70, la desaparición forzada de personas y la lucha de los organismos de derechos humanos. La circunspección ya no es la alternativa casi única. La película Los rubios, de 2003, fue pionera. Diario de una princesa montonera, el blog y luego libro de Mariana Eva Pérez, mostró una mirada “desde adentro” en un tono cotidiano, con unas cuantas notas de humor negro. En ambos casos –podría agregarse el libro ¿Quién te creés que sos?, de Angela Urondo Raboy– hablaban hijas de desaparecidos. Desde otro lugar, también sumó el Bombita Rodríguez de Capusotto.
En su espectáculo Montonerísima, Vicky G. comenta que su padre era “muy Bombita Rodríguez”. Un grupo de tareas lo secuestró cuando ella aún no había nacido, cuando Mónica Dupuy estaba por convencerlo de que el nombre de la hija fuese Sofía Martina y no Victoria, casi un karma entre las hijas de militantes. Arriba del escenario, ella expresa alivio porque, al menos, no la llamaron Contraofensiva. “Hay espectadores que contienen la risa y les digo: ‘Ríanse, me gusta que se rían de la desgracia ajena’.”
Montonerísima surgió en 2014, derivado de un “monto-stand up” y de un espectáculo a dúo que Vicky venía haciendo. El marco lo da el personaje de una política en campaña que les habla a los “Carlottos y Carlottas” y se define como “honesta y piantavotos”. Ella presenta a una chica del Movimiento Evita Botinera que en los actos busca conseguir su “selfie con Axel Kici-Rose”. También presenta la historia de la propia Vicky, con proyección de fotos reales y especial énfasis en la “monto-niñez” (cuando aseguraba que era sandinista porque le gustaba el postre Sandy) y en los nietos apropiados, a los que ella llamaba “los desaparecidos de mi edad”.
Consciente desde chica de la desaparición de su padre (aunque recién en los ’90 sabría los detalles crudos), le impresionó mucho enterarse de que había nenes apropiados. A los dieciséis, cuando conoció el caso de los mellizos Reggiardo Tolosa, se acercó a Abuelas preguntando si podía ayudar. Ahí le servían la merienda y le encargaban “tareas pequeñas, pero muy concretas”. Se define como una Hija-Abuelística. Cuando surgió HIJOS, en 1995, había largas asambleas que reunían a gente de cuarenta años que tenía ya un recorrido militante y chicos de veinte que acababan de conocer su historia. Aquello la espantó un poco y, por su personalidad, prefirió mantener la colaboración en Abuelas y encontrarse con los HIJOS en marchas y escraches.
El año pasado, presentó Montonerísima en el aniversario de Abuelas. “Me voy a agrandar y voy a decir que traigo suerte porque, unos meses después, apareció Ignacio Guido. ¡Otra que la Chiqui!” Además de tomarse con mucha gracia el espectáculo de Vicky, que podría sonarle un poco trash, Estela de Carlotto –con quien comparte una larga historia– disfruta presentándola a distintas personas como “nuestra humorista”. Acto seguido, la otra parte del ritual: alguien le pide que cuente un chiste.
Hay algo en Vicky que hace particularmente difícil tomar de mal modo su humor negro. Claro que ha tenido algún encontronazo, gente que le dijo, por ejemplo, “con los muertos no te metas”. Ella plantea en Montonerísima que todo el mundo conoce a algún facho carismático y gracioso; del mismo modo, asegura, hay gente “del palo” sin humor.
En 1985, Mónica, la madre de Vicky, empezó a trabajar como prensa en el Parakultural. Eso trajo un gran alivio a su casa. “¡Se acabó el montonerismo! ¡Recreo!”, bromea. Había vivido un clima de derrota y desastre en 1984, incluso más que durante los últimos años de la dictadura, y el Parakultural constituyó para ella la gran primavera democrática. A los ocho años se enamoró de Alejandro Urdapilleta. Le fascinaban las Gambas al Ajillo y trataba de sacarse buenas notas para que su mamá la llevara a ver esos espectáculos.
Lo que busca en el teatro está muy cerca de aquello. Llegó a hacer algunas performances en el Parakultural (ya mudado a la calle Chacabuco) a principios de los ’90. Y, luego de estudiar actuación, volvió al escenario en 2001 como parte del varieté Clásico amoral, que Omar Chabán dirigía en Cemento. Ahí, recuerda, estaban Juliana Gattas y Ale Sergi, del grupo Miranda, y hasta se hicieron funciones para nudistas. “Era una cosa muy descarnada: los actores estábamos vestidos y el público en bolas, sentado en el piso de Cemento.”
En 2007 se estrenó Vic y Vic, escrita y dirigida por Erika Halvorsen, como parte de Teatro por la Identidad. La obra contaba la historia de Victoria Donda, interpretada por Vicky G., desde su amistad con la propia Vicky, interpretada por Melina Petriella. Si bien el texto tenía toques de humor, la actriz le pidió a Halvorsen más. “No era negación: lo que duele, duele. Necesitaba cortar un poco porque, si no, sentía que estaba haciendo Hamlet.” Así, por ejemplo, una Vic le reprochaba a la otra que los gritos de su madre en la ESMA no dejaban dormir al padre.
Lo que terminó de convencer a Vicky G. de armar un show de humor fue Infancia clandestina. Ella es amiga de Benjamín Avila, el director, y vivió de cerca el proceso de la película. “Me daba mucha ternura cómo los momentos angustiantes se resolvían con una canción o con un chiste del tío Beto. Es una tragedia basada en hechos reales de la Contraofensiva y te encontrás riéndote.”
A la vez, suele aclarar, puede hacer Montonerísima porque las heridas están “relativamente cicatrizadas”. En los ’90, usaba el humor negro con compañeros que tenían historias similares (“como cualquiera se ríe de su propia tragedia”), pero no se le hubiese ocurrido hacer algo así en público mientras los genocidas y apropiadores caminaban por las calles.
“Hasta en los velorios se hacen chistes –dice– para entender y soportar un poquitito. El humor puede ser una herramienta de fuga o reelaboración. Y si uno de los involucrados se ríe, está dando un permiso.”
Montonerísima se va a presentar el domingo 24 de mayo a las 20 en Los Chisperos (Carlos Calvo 240), con entrada a la gorra. Reservas por mail: [email protected]
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