música Guitarrista exquisito e hijo de los ’80, Ulises Butrón ensayó con Soda Stéreo antes de que la banda tuviese ese nombre, formó parte de Metrópoli, tocó con Spinetta en Privé y en el extraordinario La La La junto a Fito Páez, y conoció el super éxito en la gira Rockas Vivas de Miguel Mateos y cuando su banda La Guardia del Fuego tocó el tema principal de la película Tango feroz. Pero ese éxito fue contraproducente: después prefirió integrar bandas que, injustamente, no llegaban a grabar y también se dejó caer en ciertos excesos. Ahora está de vuelta con Lejos, un disco que incluye canciones nuevas y otras que tienen casi veinte años, grabado a instancias de Tweety González y con momentos de una belleza tan intensa que parece querer reclamar para su autor el lugar que merece en la escena local.
› Por Santiago Rial Ungaro
Hay viajes internos y viajes externos. Viajes cercanos y viajes lejanos. Viajes ascensionales y viajes que son como caídas vertiginosas hacia el vacío, en las que uno puede incluso perderse a sí mismo. En poco más de medio siglo de vida Ulises Abel Butrón parece conocer de todos estos viajes, y ahí están como testimonio las emocionales canciones de Lejos, su segundo disco solista y seguramente uno de los mejores del 2015. Hace 17 años que Ulises Butrón no editaba un disco, así que su ausencia y su regreso son una oportunidad de rescate emotivo de una figura clave del rock nacional.
Guitarrista extraordinario y exquisito, eslabón perdido entre el rock experimental local del principios de los ‘80 y el virtuosismo del rock nacional original, compinche musical de Daniel Melero, Richard Coleman, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta, el ex Metrópoli de algún modo había logrado escaparse de sí mismo. Que, por cierto, en general de nada sirve, aunque en su caso, sus zigzagueantes decisiones (signadas por grandes éxitos y grandes crisis, con excesos permanentes de todo tipo) nos dan una clave para entender un dramatismo y una voluptuosidad que contrasta con las desabridas propuestas de cientos de bandas que, más allá de la corrección musical, parecen aun no haber estrenado sus propias vidas; incluso sus mismos nombres.
Ulises se sienta en un bar de Boedo, flanqueado por Juan, un amigo de confianza, y su agente de prensa y acepta con una sonrisa indescifrable que su nombre lo marcó “muchísimo”. Casi se diría que le duele hablar y preferiría tocar un rato: “Yo me llamo Ulises Abel, un nombre con una carga bastante fuerte. Toda esa cosa de estar 30 años fuera de tu casa, de lo difícil que es volver al hogar, mientras pasan los años, pasa la gente, cruzando los mares atado al palo mayor con las sirenas. Toda esa cuestión mitológica te marca: no sos José. Yo me llamo Ulises, mi abuelo se llamaba Ulises, mi viejo se llama Ulises, y mi hijo también se llama así. ¡Y él también me dijo que le pensaba poner a su hijo de nombre Ulises!”. Las primeras canciones de Lejos (el onírico comienzo con “Días de Sueño”, la psicodelia levitante de “Desvarío” y la delicadeza acústica de “Anita”, dedicada a su madre) nos llevan de viaje por una música impecable y vale aclarar que se trata de un viaje de ida: esta suerte de “compilado” de canciones (que incluye algunas de hace 17 años atrás y otras, como “Gelatina”, dedicada a su amiga María Gabriela Epumer y cierre del álbum, solo tiene un año) funciona como un inesperado conjuro que desarregla nuestros sentidos, una gas hilarante que te sube y te baja, casi como una montaña rusa sonora emocional: “El disco es una sinusoide: tanto te vas para arriba como te vas para abajo. Esos son los discos que más me gustan: los que pasan por distintos estadios”, dice Ulises, que nació en 1962 y que en su viaje musical ha ido decantando su estilo hacia un rock clásico, en donde la identidad de rock nacional hace equilibrio con su gusto por el rock inglés: “El rhythm’n’blues no, pero el rock es inglés. Y en el semillero del rock de principios de los ’70, estaban todos: Led Zeppelin, Genesis, Jethro Tull yPink Floyd dando vueltas por ahí. Me hubiera encantado estar en Londres en el ’73”, dice Ulises mientras ofrece amablemente la mitad de su tostado.
“Desvarío/ Me parece volar sobre el agua/ encendido/ Como una bengala de rojo lanzada/ al abismo/ Explorando mis sueños extraños quedando aturdido”, canta Butrón en “Desvarío”, una canción mágica y hasta angelical de un disco fluctuante y catártico, en el que también canta sobre sus ascos y sus broncas más profundas: “La verdad es que el disco lo hice porque me apretó Tweety (González): él ya conocía el material y me venía insistiendo de que ya era hora de que sacar otro disco”. A la vez spinetteano (Ulises fue guitarrista de Spinetta en la presentación de su disco Privé a mediados de los ‘80) y nebbiero (Litto aparece cantando en “Colores” en otro de los momentos más emotivos del disco), el estilismo de Butrón no da margen ni a una sola mueca de imitación: con su virtuosismo ya controlado (“ahora toco lento”), su musicalidad está puesta al servicio de un formato que Ulises (que también trabaja como sesionista y productor) tenía de algún modo negado, guardado, secreto: sus propias canciones. El ex guitarrista de Metrópoli siempre fue un jugador diferente: exquisito, hipersensible, vehemente y a la vez siempre melodioso, ser una instrumentista tan especial no impidió que Triangular, su anterior banda, no se llegara a editar y lo mismo sucedió con Indigo, otro proyecto anterior más cancionero.
Con sólo 22 años, cuando aún tocaba la guitarra junto a Isabel de Sebastián en Metrópoli, Ulises empezó a tocar con Luis Alberto Spinetta, que por entonces buscaba reinventarse y actualizar su sonido con el disco Privé. Ulises grabó también en La La La (de Spinetta-Páez), para después convertirse en el “guitar hero” de la banda de Miguel Mateos en la gira de Rockas Vivas. “Por entonces el ambiente del rock era como un ghetto, todo era mucho más personalizado: te quedabas después del show, te tomabas una cerveza y podías hablar con el artista. Y los conciertos eran más personalizados: tocaba tal banda en tal lado, no habían esas maratones de bandas”. Teniendo en cuenta sus primeras experiencias musicales a principios de los ’80 (míticas bandas como David Vincent, dúo experimental con Melero jugando a ser Fripp y Eno; Siam, junto a Richard Coleman y Ricky Sáenz Paz y una breve participación en el ’83 en Los Prototipos, los “proto” Soda Stereo) es curioso el efecto que puede tener para un artista tener un mega éxito como el que en su momento tuvo Ulises en los ’90 junto a La Guardia del Fuego: incluida en la película Tango feroz, la canción “El amor es más fuerte” (compuesta por el mendocino Fernando Barrientos) fue un éxito paradójico: por un lado porque no representaba demasiado el estilo de Ulises, que quizá como reacción a eso, durante años se refugió en tríos de rock muy pesados. En ese contexto (exitoso y polémico), esa canción generó un profundo malentendido sobre quien es artísticamente Ulises Butrón, que luego del éxito y de tocar por todas partes con La Guardia del Fuego de un día para el otro se quedó sin contrato.
Mientras se repasan estos años, llega el mozo con la mochila de nuestro entrevistado, que se ríe sorprendido por todo lo que estuvo a punto de perder sin darse cuenta al cambiar de mesa en el bar: “¡Menos mal que apareció! Acá tengo el disco rígido con el disco, el documento, los cigarrillos. El celular no, tenía uno, pero en este momento no tengo porque se me cayó al inodoro. Pero está bueno, porque sin celular sos inubicable. Creo que el celular, el Facebook o el mail a veces empiezan a tener delay: el Facebook me pone re loco. Soy muy analógico”. Aunque ya no toque la guitarra 15 horas por día como en la época de Metrópoli, este discípulo de Rick Anna (discípulo a su vez de Robert Fripp) en sus manos la guitarra suena como una computadora. Quizá por eso Ulises no se puede olvidar de Triangular, aquel power trío que merecía mejor suerte, pero que de algún modo sofocaba (o postergaba) su talento como cantautor: “Toqué mucho como trío, pero la verdad es que soy más del quinteto: con esa formación de dos guitarras, bajo, batería y teclado puedo cubrir el espectro que necesito para mis canciones. La cuestión es tímbrica: hay muchas canciones que necesitan pianos, órganos. La verdad es que necesito de un cuarteto para arriba, a no ser que quieras sumar una sección de vientos; pero soy bastante tradicional en cuanto a la formación del quinteto: una onda Beatles con Billy Preston. Para mí toda la música está hecha entre los ’70 y los ’80. Después hay algunas cosas puntuales de los ’90 como Nirvana, Soundgarden o Radiohead, pero la mayoría está todo clonado”.
Apoyado por una banda excelente (la base rítmica la grabaron Andrea Alvarez y el bajista Lonnie Hylier), Lejos parece ayudar a Butrón a sacarse una pesada mochila personal y aclarar, simbólicamente, viejos malentendidos con el rock nacional y quizá también con sí mismo: “Andrea es muy laburadora, y ya había grabado en Viajero, mi primer disco. Tuvimos como un mes de ensayo con Lonnie Hylier, un negro neoyorquino que toca tremendo y nos compenetramos en grabar las bases de una: los temas quedaron en toma uno o en la toma dos”. Esa frescura está presente en el disco, que marca el inicio de Twitin Records, el interesante sello que incluye nuevos artistas con propuestas seleccionadas por el propio Tweety Gonzalez: Amel, Martín Rodríguez, Audia Valdez, Boreales, Agosto, Juguete Ruidoso estarán tocando durante este mes en La Usina del Arte en un ciclo organizado por el sello. ¿Será Lejos el disco que le brinde a Ulises Butrón el espacio que se merece dentro del rock nacional? Por calidad, no hay dudas. Y por intención también: “Creo que en el rock nacional somos pioneros en Latinoamérica y somos mucho mejores que los españoles. ¡No sé qué pasa con el rock español!”, dice y menea la cabeza. “Con los Catupecu Machu (que grabaron una versión de ‘Héroes Anónimos’ de Metropoli) hace bastante que no vemos, pero nos adoramos. Fernando era fan de Triangular: en los shows se volvía completamente loco. Te tenés que parar al lado suyo: te pasa por encima. Fernando es muy intenso, y Gabriel era un genio, con ellos tocaba la guitarra medio tono más abajo, bien pesado y los shows era muy freaks, nos subíamos a los parlantes y nos tirábamos, la gente se subía al escenario. Los Tipitos me parecen sutiles. El Otro Yo son muy auténticos y buenas personas. La zona sur es completamente rockera. El oeste también, pero el sur es más de taller mecánico y de laboratorio. Me re cabe Piti. Tiene una sensibilidad tremenda, y su estilo es inconfundible. Y Richard Coleman me encanta: me parece un peso pesado.” Junto a Coleman (con el que suele colaborar como guitarrista invitado y toca como invitado en La Senda) en Lejos aparece otro invitado muy especial: Litto Nebbia, el crítico más severo (con razón) de esa berretada feroz que fue la película de Tanguito: “El día que vino a grabar fue muy fuerte: se me caían las lágrimas todo el tiempo. Además de que apoya mucho todo lo independiente Litto es un tipo muy sensible y emotivo”. Como Ulises, claro. Dedicada a María Gabriela Epumer, “Gelatina”, la hermosa canción que cierra el disco es una psicodélica y graciosa metáfora sobre la fragilidad que dice mucho sobre él mismo: “‘Gelatina’ es un tipo deshecho, aunque también es gracioso. Es el más despojado: guitarra de doce cuerdas y voz nada más y los derechos van a ir destinados a armar una ONG a favor de la protección de las comunidades aborígenes con la colaboración de Juan Namuncurá. Es un tema que le hice a Gabriela, y ya que estamos, tratamos de apoyar un poco a la cultura aborigen mapuche. La compuse una mañana en lo de Claudia Sinesi, la noche anterior me acuerdo que había fallecido el perro de ella y me acuerdo que lo enterré en el jardín atrás y mientras ella estaba preparando un mate yo estaba en la cocina y compuse el tema así entero, de una”. Mientras prepara el show del 4 de Julio en la Usina del Arte y trata de adaptarse a los horarios que le impone Alcohólicos Anónimos, Ulises Butrón está de regreso: “Tengo mis altibajos, pero me mantengo. ¿Si el ambiente del rock es el ambiente musical más confuso? Sí, no sé cómo será el folklore, pero el rock es muy alienante, muy de burbuja, y a eso me refiero también a las bandas: cada una genera su burbuja. Lo importante para mí es tocar. Si pudiera tocar todas las semanas tocaría todas las semanas. Eso me sacaría muchos de los bichos que tengo. El bicherío me agarra cuando me encierro. Lo mejor es tocar: es lo más sanador”.
Ulises Butrón toca el 7 de julio, cerrando el Ciclo Twitin Records, que se está realizando todos los domingos en la Usina del Arte,Av Caffarena 1, La Boca. A las 19. Gratis.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux