TEATRO > FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DE BUENOS AIRES
Como un vendaval que se hace presente cada dos años, llega el Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires. Una tormenta de espectáculos de todas las latitudes y también una garúa de muchas de las producciones más interesantes del último tiempo en nuestra ciudad. En su décima edición, la grilla promete lujo en distintos puntos del mapa: espectáculos al aire libre, en salas alternativas, en oficiales, óperas, danza contemporánea, homenajes, películas, muestras de fotos, libros y mucho más con entradas para todos los bolsillos. Aquí se ofrece una posible guía para este evento que desde el próximo jueves y durante dos semanas ocupará la cartelera y las cabezas de los amantes de las tablas.
› Por Mercedes Halfon
Uno de los platos fuertes del Festival es sin duda esta versión de la ópera Macbeth de Verdi (foto), a cargo del director sudafricano Brett Bailey. Con la interpretación sobre el escenario de una orquesta de cámara de doce instrumentos y la riqueza y complejidad vocal de diez cantantes africanos. El Congo actual es el escenario: un grupo de refugiados se topa con un baúl lleno de partituras, vestuarios y vinilos de la ópera Macbeth. Con ese disparador se reinterpretará la historia de ambición, corrupción y brujería que hace siglos concibió Shakespeare pero que sigue resultando actual. En Macbeth se mezcla la música original de Verdi con arreglos del compositor contemporáneo belga Fabrizio Cassol. Emotiva, fascinante y con influencias musicales y teatrales de origen africano. “Los temas recurrentes de mis trabajos son las atrocidades poco conocidas cometidas en Africa por un colonialismo voraz; la despiadada explotación de los recursos de los ‘países en desarrollo’ a manos de las multinacionales; el olvidado ‘infierno’ en el que millones de personas trabajan en condiciones de miseria para ofrecer bienes y materia prima a los mercados de países ricos; y la inestabilidad alimentada en estas naciones por oportunos ‘superpoderes’”.
Y si de clásicos reversionados desde la periferia se trata, otra imperdible en la misma tónica es Antigonón, del cubano Rogelio Orizondo. Claro que ofrece una reflexión muy libre sobre la figura de Antígona tomada desde el contexto cubano. Los versos del poeta José Martí expresaron un profundo anhelo de libertad que guiaron a los esclavos en la lucha por la independencia contra España: así como Antígona se opuso a ley inhumana en la antigüedad clásica, ellos se alzaron contra el gobierno colonial sin posibilidad real de triunfo. Desde entonces, la lucha por el derecho a la humanidad y la independencia ha sido un medular en la cultura de la isla para las sucesivas generaciones. Orizondo es un referente de la nueva dramaturgia cubana y en esta obra, dura y a la vez divertida y lujosa como una noche de carnaval, lo demuestra.
Este año el Ciclo Invocaciones del Cultural San Martín presentó dos nuevas entregas: Brecht, Invocación III (foto), de Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob, y Artaud, Invocación IV de Sergio Boris. Tal como el ciclo lo plantea, ambas obras parten de la premisa de indagar en el material teórico y las biografías de directores emblemáticos y revolucionarios del siglo XX, para hacer con ello una obra, desde sus propios intereses como directores contemporáneos. Todo el ciclo –por el que también pasaron Meyerhold de Silvio Lang y Jarry de Mariana Chaud que reestrenan sus obras paralelamente al FIBA– es un diálogo a dos voces entre el pasado y el presente teatral. Este año el dúo Mendilaharzu- Jakob tomó El Círculo de tiza caucasiano de Brecht y –como era habitual en este director germano lo hace transcurrir en el lejano oeste. La obra muestra un grupo de actores que en la noche del estreno de su Círculo de tiza... en el far west descubren la presencia de un inspector en la sala que les pedirá el permiso para representar tal obra. Como no lo tienen, deberán improvisar una función especial para desorientar al enviado. La otra pieza del ciclo es Artaud de Sergio Boris, que tomó libremente los años psiquiátricos del poeta francés, y creó una obra que transcurre en un ex loquero, convertido actualmente en una playa de estacionamiento adonde ex médicos, y ex pacientes resisten el abandono y la represión policial.
Otro ciclo que viene desde hace años nutriendo la cartelera porteña con obras de vanguardia a la vez que posibilitando el crecimiento de teatristas de todo Latinoamérica con sus seminarios y workshop, es Panorama Sur. Este año el ciclo producido por Alejandro Tantanian y Cynthia Edul está asociado con FIBA y entre las múltiples propuestas y actividades que traen, mostrarán una obra que ellos produjeron: Las noches vencidas. Palimpsesto es un texto construido entre nueve autores de países latinoamericanos, España y Estados Unidos, con la dirección de tres directores: Eduardo Calla (Bolivia), Agostina López (Argentina), Fernando Ocampo (México/Chile).
Toda la programación nacional es un muy buen seleccionado de las cosas más interesantes que vienen sucediendo en estos últimos dos años. Entre la enorme oferta, algunas imperdibles: El hambre de los artistas del actor y director Alberto Ajaka con el mismo grupo de trabajo con el que viene indagando la relación entre arte y política local desde Cada una de las cosas iguales e Y llegó la música; Algo que no era (foto) de Pablo Elías Quiroga, donde tres amigos que vacacionan en la costa atlántica terminan viendo dentro de su heladera a sus antepasados rusos invitándolos a participar de la revolución de 191; y Mi hijo solo camina un poco más lento, la emotiva pieza de Guillermo Cacace. En danza vienen con mucho reconocimiento Qué azul que es ese mar de Eleonora Comelli y Lejos de Marina Sarmiento con Florencia Bergallo. Y ¡obviamente! La máquina idiota de Ricardo Bartis y Terrenal de Mauricio Kartun, padres de la escena porteña que suman sus maravillosos universos a esta gesta teatral que ocupará la totalidad de CABA y de la que ojalá nadie salga indemne.
Ivo van Hove es el director de Toneelgroep Amsterdam, la compañía teatral más grande de Holanda. Profusamente galardonado –ha recibido, entre otros, el Dutch Prosceniumprijs, premio otorgado por los críticos de teatro de los Países Bajos, y el Critics Circle Theatre Award y el Olivier por su puesta de A View from the Bridge en Londres–, llega a Buenos Aires por primera vez con una producción: Opening Night, basada en la célebre película de John Cassavetes con la intensidad de Gena Rowlands a la cabeza. La obra muestra a una compañía de teatro durante los agitados días previos al estreno de una pieza llamada The Second Wife. La obra alterna fragmentos de lo que ensayan con discusiones, angustias y conversaciones íntimas entre los personajes. Opening Night ofrece una mirada única sobre lo que sucede en el detrás de escena de un elenco teatral. Además Myrtle Gordon, la primera actriz de la compañía, tiene un problema: le cuesta el papel que tiene que interpretar, el de una mujer que no quiere envejecer. Tras ser testigo de la muerte de una joven admiradora, momentos después de darle un autógrafo en el primer preestreno, Myrtle empieza a confundir la vida real con el teatro. Mezcla de cine y teatro y extraescena como van Hove ya había realizado con un trabajo sobre Antonioni.
Uno de los estrenos locales más esperados es sin dudas Las ideas, de Federico León. De hecho, al día siguiente de haber entrado a la venta las entradas, ya había agotado sus funciones. Después de Las multitudes, que llevaba precisamente una profusa cantidad de personas al escenario, este es uno de sus trabajos más pequeños en escala. Las ideas (foto) trabaja los límites entre realidad y ficción al poner en escena la intimidad de un proceso de creación, similar al que León podría atravesar en sus obras junto a su actor y colaborador asiduo Julián Tello.
Otro de los estrenos que nos ponen ansiosos es el nuevo trabajo de Mariano Pensotti, Cuando vuelva a casa voy a ser otro. La obra parte de la pregunta: ¿Qué pasa cuando uno descubre que es otro? Como en sus obras anteriores Pensotti trabaja con elenco extraordinario (en este caso Agustín Rittano, Mauricio Minetti, Santiago Gobernori, Julieta Vallina, Andrea Nussembaum), una estructura narrativa fuerte donde se presentan situaciones que nos dejan perplejos: Un ex militante revolucionario encuentra unos objetos que escondió hace décadas y se enfrenta a esa cápsula de tiempo.
Por último no hay que perderse el foco dedicado a Fernando Rubio, un artista que en los últimos años ha girado y girado con sus obras y ésta es la oportunidad de verlas a todas en una misma ciudad: Todo lo que está a mi lado, una instalación con actores y camas que ya se hizo en Tecnópolis y en el CC Kirchner que se presentará en la plaza seca del Teatro Colón. A pasitos de ahí Rubio hará la intervención Decir afuera, sobre la pantalla gigante de la misma plaza. Proyectará textos de todas sus obras, pensando en el espectador como transeúnte y en la palabra como un mural. En el centro de experimentación del mismo teatro se verá La distancia real, el resultado de una Residencia en el Jardín Sahel que dirige Rubio en el que busca que artistas y pensadores de distintas disciplinas se encuentren. En esta oportunidad los artistas fueron la coreógrafa Luciana Acuña y el norteamericano Nick Hallett. Por último se podrá ver Pueden dejar lo que quieran, una pieza teatral de Rubio con actores y ropa como grandes protagonistas.
Rodrigo García nació en Buenos Aires pero desde los veinte años vive en España. Es uno de los directores que más reconocimiento tiene en el panorama internacional, al nivel de Angélica Liddel o René Polesch. Cada una de sus obras levanta una polvareda de repercusiones. Enfant terrible y crítico acérrimo del capitalismo tardío, García ya no es un desconocido en Buenos Aires. Además de haber pasado por FIBA en 2001, fue llevado a escena por Emilio García Wehbi en los últimos años (Agamenón: Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo y Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta). Es fundador de la compañía La Carnicería Teatro con la que realizó muchísimas puestas experimentales con referencias que van de Quevedo a Céline, de Goya al Pop internacional. Desde enero de 2014 dirige el Centre Dramatique National LanguedocRoussillon Montpellier (Francia), rebautizado hTh, “Humain Trop Humain”. Aquí hará Gólgota Picnic, un espectáculo revulsivo, exuberante y plagado de referencias bíblicas. El dice: “La Biblia es la fábula más fascinante, por la calidad del lenguaje y por la imaginería desbordante: ángeles que suben y caen, llamas por todas partes, cielos que se abren, milagros, demonios, muertes y torturas inimaginables, teorías sobre el amor impracticables... Pero esta obra luego despega hacia otros asuntos, relacionados con la muerte. La muerte como ir a comer el menú del día, no como el fin del mundo”.
Por su parte, también estará la coreógrafa argentina radicada en Berlín Constanza Macras con uno de sus últimos trabajos, The Past, en el que once bailarines exploran desde la danza la relación entre espacio y memoria personal. Partiendo de la pregunta: ¿Qué sucede con nuestros recuerdos y más aun con aquellos en los que se recuerdan lugares que ya no existen más? Para la realización de este trabajo Macras entrevistó a personas capaces de recordar ciudades que ya no existen. Las acciones en esta obra reflejan las antiguas técnicas del ars memoriae, el arte de la memoria, que proponen que para traer a la memoria aquello que se quiere recordar, es necesario encontrar y organizar nuestras impresiones personales.
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