MúSICA > A CURE FOR LONELINESS, EL NUEVO DISCO DE PETER WOLF, EX CANTANTE DE J GEILS BAND
› Por Martín Pérez
Primero se escuchan los acordes de una guitarra, después se suman los rasgueos de otra y por último unos coros femeninos, todo antes de que aparezca la voz principal. Recién después del final de la primera estrofa es que se sumarán la batería y el resto de la banda, nada exagerado, apenas un bajo y un teclado, pero antes de que llegue ese momento ya todo estará en su lugar. “Ahí afuera en el mundo/ ¿podés sentir el cambio de los tiempos?”, es el primer verso que canta Peter Wolf en el delicado “Peace of mind”, el tercer tema del flamante A cure for loneliness y no hace falta nada más, ya es una de las canciones del año, aunque pocos parezcan haberse enterado. “Cuando era joven, creía en cualquier cosa/ ahora ya no soy joven, y no se qué canción cantar”, sigue cantando el ex líder de la J Geils Band, el hombre que se casó con Faye Dunaway en su mejor momento y nunca hizo alarde de ello, el artista cachorro que confesó haber abandonado la pintura por la música no para conseguir chicas, sino para conocer músicos. Con 70 años recién cumplidos –el 7 de marzo, para mas datos–, Wolf luce tal vez demasiado flaco pero bien en forma desde la portada de su nuevo disco, donde aparece con anteojos negros, auriculares y un pequeño tocadiscos portátil en la mano, encarnando al DJ de alma que nunca dejó de ser. Una imagen perfecta para presentar un álbum construido como si estuviese armando la lista de temas del mejor programa de radio posible, variado en ritmos pero coherente con sus ideas, pero en vez de elegir temas ajenos haciéndolo con los propios. “Todo lo que estoy buscando/ es un poco de paz en la cabeza”, asegura el estibillo de “Peace of mind”, y al escucharlo es imposible no asentir al ritmo e incluso querer inventar nuevos coros para acompañarlo. Porque Peter Wolf está de vuelta cuando ya nadie lo esperaba, ya que el suyo nunca fue otro capítulo más en la historia del pastorcito y el lobo. Después de todo, cuando el buen Peter anuncia que viene, el lobo siempre llega. Y, como si fuera poco, le presta la voz.
Una de las formas posibles de acercarse a la leyenda de Peter Wolf es a través de la nota más extraña de Psychotic Reactions and Carburetor Dung, el libro que Greil Marcus editó con los artículos mas famosos del legendario periodista de rock Lester Bangs, luego de su muerte. En ella, Bangs cuenta la vez que cumplió el sueño y la pesadilla de todos los integrantes de su gremio, el de compartir escenario con una banda de rock. Pero como se trata de Lester, el desafío no podía ser el más obvio: la idea no fue sumarse al grupo como un músico más, sino hacer su trabajo al mismo tiempo que ellos, y frente al público. Así fue como la J Geils Band hizo su show, y él estuvo sentado al lado de ellos con su máquina de escribir, tipeando su reseña en vivo, algo que sólo pudo haber existido en la Dimensión Lester pero también en el Mundo Wolf, el único rocker capaz de aceptar e incluso alentar semejante desafío. Publicado a mediados de los 70 en la revista Creem, el artículo deja en claro que semejante idea se les ocurrió sólo porque para entonces ya habían publicado todas las notas posibles sobre un grupo legendario por sus shows en vivo, repletos de referencias bluseras interprertadas con el mejor filo del rock’n’roll. No por nada el disco que Wolf siempre elige a la hora de recordar su época con el grupo es Full House (1973), un disco en vivo lleno de enérgicos covers de Smokey Robinson, Otis Rush y John Lee Hooker.
Una cura para la soledad, el título de su octavo disco como solista, es una referencia sobre su temprano fanatismo por la música, que para Wolf siempre funcionó justamente de esa manera. Su cura comenzó durante su infancia y adolescencia neoyorquina en pleno Bronx, a pocas cuadras del Teatro Apollo, donde se escurría cada vez que podía. “Tenía diez años cuando fui a mi primer concierto”, contó alguna vez. “Mi hermana bailaba en el show televisivo de Alan Freed, así que en una misma noche pude ver a Little Richard, Jerry Lee Lewis, Chuck Berry, Buddy Holly, Screaming Jay Hawkins, the Everly Brothers, y había más en la lista”. Criado por un padre vinculado al mundo de la música y el vaudeville, y una madre maestra y activa participante del movimiento por los derechos civiles, Wolf gozó de una libertad durante su formación que siempre agradecería. Y también atravesó otra clase de aprendizajes: más de una vez los agentes del FBI llegaron a golpear la puerta preguntando por su madre, y ella le hizo atender y decir que no se encontraba en casa. Al terminar la secundaria, Wolf se largó a la ruta como sus admirados beats, y llegó hasta Chicago, donde empezó a alternar sus estudios de pintura con los primeros escarceos con la música. Fue en Boston donde alternó una beca universitaria para estudiar pintura con su primer trabajo como DJ radial, y también cuando se subió a un escenario por primera vez, y no se bajó mas. Su exquisito gusto por el rhythm’n’blues alimentó el repertorio de la J Geils Band en sus comenzos, y aunque luego fueron orientándose cada vez mas hacia el pop –así fue como consiguieron sus grandes exitos radiales durante los 80, como “Love Stinks” o “Centerfold”–, Wolf nunca abandonó esa búsqueda, con la que se fue lentamente alineando con el paso del tiempo, disco a disco durante su cada vez mas espaciada carrera como solista.
Un rápido repaso por las notas al pie de su larga carrera artística incluye –además del matrimonio con Faye Dunaway– sus tempranos estudios de pintura con una figura legendaria como Norman Rockwell, el haber sido compañero de cuarto de David Lynch cuando ambos eran estudiantes de arte en Boston y que un temprano tema suyo haya sido grabado por Gram Parsons en su debut como solista, GP (1973). “Siempre dije que el secreto de mi matrimonio con Faye era que a ella le gustaba pasar el tiempo con Wilson Pickett y que yo adoraba hacerlo con Tennessee Williams o Paul Newman”, contó alguna vez Wolf, que en los últimos años parece haber terminado de cumplir con todos sus sueños, llegando incluso a grabar un dúo con Aretha Franklin. Pero si sus últimos dos discos solistas, Sleepless (2002) y Midnight Souvenirs (2010), se caracterizaron por ser un verdadero desfile de amigos –desde Steve Earle, Keith Richards y Mick Jagger en el primero, hasta Merle Haggard y Shelby Lynne en el segundo–, en el exquisito y por momentos crepuscular A cure for loneliness no hay distracciones, y los temas fluyen naturalmente. No sólo por el habitual grupo de covers muy bien elegidos por Wolf, como siempre, sino especialmente por sus nuevos temas, compuestos junto a colaboradores de lujo, como Don Covay (al autor de “Chain of fools” para Aretha Franklin) o Will Jennings (que trabajó con Steve Winwood y Eric Clapton, entre tantos otros), con el que firma casi la mitad de los temas del álbum, entre ellos el tan emocionante “Peace of mind”. En una reciente entrevista radial, Wolf confesó que un colega le preguntó hace poco por qué se tomaba tanto tiempo en hacer discos, cuando hoy ya nadie los escuchaba completos, sino que todos iban derecho a las canciones que les gustaban. Y Wolf explicó que su trabajo, para él, era hacer discos, y los iba a seguir haciendo como los hizo durante toda su vida, pensándolos como un grupo de canciones que tienen su logica, su respiración y su vida propia. Así que hay que brindar por eso, porque el lobo siga siendo lobo, y cada tanto junte un grupo de canciones a las que ponerle su voz. Y así seguir acompañándonos en la búsqueda de curar la soledad y también, por qué no, encontrar un poco de paz mental.
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