Dom 26.06.2016
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MúSICA > PJ HARVEY

LA BELLEZA DE LAS RUINAS

Durante muchos años, PJ Harvey fue una intérprete que podía pasar de la intimidad al desgarro, entre el más brutal blues punk y la delicadeza de un piano quebrado. Su tema eran los amores difíciles y el deseo femenino, pero desde Let England Shake en 2011 también empezó a escribir sobre política. Ahora acaba de editar su noveno disco acompañado de un libro: The Hope Six Demolition Project se debe escuchar en compañía de El hueco de la mano, su primer poemario, en coautoría con el fotógrafo Seamus Murphy. Poemas y música responden al registro de viajes por Washington DC, Afganistán y Kosovo, paisajes de desolación donde Harvey es la más indicada para captar con sobriedad lo bello en lo triste.

› Por Micaela Ortelli

Hace alrededor de dos años, Paul Schwartzman, un periodista de The Washington Post, recibió un mail de Seamus Murphy, un fotógrafo irlandés conocido por su trabajo en países en conflicto. Murphy preguntaba si Schwartzman lo llevaría a recorrer las zonas más pobres de la ciudad para una obra en conjunto con una música y poeta de Inglaterra. Un proyecto “extrañamente difícil de definir” que también incluía registros de Kosovo y Afganistán, decía el mail. El periodista, que cubre el territorio del DC desde hace más de una década, contestó que sí y días después pasó a buscar en auto a los artistas británicos para mostrarles “el lado más oscuro de Washington”. Murphy, desde el asiento del acompañante, sacaba fotos y era el que llevaba la charla; la mujer –muy educada, de ojos inteligentes– iba silenciosa mirando por la ventanilla y tomando notas. Murphy la llamaba “Polly”.

Schwartzman manejó por Ward 7 y Anacostia, uno de los barrios más violentos de la ciudad, atravesó Benning Road y South Capitol Street, calles donde hubo tiroteos y muertes, les mostró el hospital psiquiátrico donde se estaba mudando el Departamento de Seguridad Interna, pasó por el único restaurant de Southeast Washington, y los llevó por el área de East Capitol Street, donde se desarrolla un proyecto de demolición y reparación de viviendas públicas bajo el programa federal de urbanización Hope 6. En Alabama Avenue y Naylor Road Schwartzman se detuvo y dijo al pasar que allí donde estaba el shopping vacío iban a poner un Walmart. Después devolvió a los turistas al hotel y googleó al fotógrafo desde el teléfono; la web destacaba de Murphy sus colaboraciones con PJ Harvey, una prestigiosa compositora ganadora de dos Mercury Prize.

Meses atrás Schwartzman recibió un nuevo mail de Seamus Murphy, que pedía volver a hacer el recorrido por los suburbios, esta vez él solo, para filmarlo. El periodista accedió y el fotógrafo le trajo de regalo un libro de fotos y poemas llamado El hueco de la mano, firmado por él y PJ Harvey. Murphy le mostró directamente la sección dedicada a Washington, la página titulada “Haciendo turismo, al sur del río”. “Aquí está el proyecto de demolición Hope 6 y aquí está Benning Road, el célebre ‘sendero de la muerte’”, arranca el texto, que aparece entrecomillado y es el único del libro sin forma de poema. “Ésta es la ciudad de las drogas”, “puros zombies”, “otro camino de muerte y destrucción”, menciona, y termina: “Aquí van a poner un Walmart”. Murphy le contó a Schwartzman que con ese material Harvey también había escrito una canción de nombre “The Community of Hope” (La comunidad de la esperanza).

El periodista quedó impresionado con su colaboración casi involuntaria y tiempo después pidió ver las notas que había tomado Harvey aquel día. Quería escribir un artículo sobre su proceso creativo, entender cómo había traducido su relato en poesía y música, cómo se había convertido en arte su tour por el lado B de la ciudad. Harvey le contestó a través de su agente de prensa que no, que no le dejaría leer sus notas y tampoco le daría una entrevista; pero que lo alentaba a escribir acerca de la experiencia. Sí le mostraron en exclusiva el video que armaron con el registro de Seamus Murphy en su segunda visita, que empieza con la imagen del periodista en el espejo retrovisor explicando el origen del programa Hope 6. En su artículo, publicado en marzo en The Washington Post, Schwartzman describe el video y se detiene en la escena dentro de la oficina de la iglesia, donde cuatro mujeres y un hombre negros practican el animado estribillo y la última línea de la canción. “Aquí van a poner un Walmart”, repite después el coro en el altar, bajo la pintura en colores de una última cena y un Jesús negros. “A la comunidad no le cayó bien la canción”, escribió Schwartzman en su nota, y señaló que la ONG Comunidad de la Esperanza publicó una carta donde reprocha a Harvey su “retrato incompleto”, y que el ex intendente del distrito de Columbia, ahora en campaña para volver al cargo, dijo que no le daría entidad a esa “composición necia” con una respuesta. A sus propias emociones el periodista se las guardó: “Más allá de la canción hay una realidad que surgió dos años después de hacerles el tour a Seamus y Polly”, dice al final del artículo porque Walmart no cumplió el compromiso de instalarse en el lugar.

VER LA OSCURIDAD

The Hope Six Demolition Project es el noveno álbum de PJ Harvey, y El Hueco de la Mano –que se consigue en Argentina a través de Caja Negra– su primer poemario. El coautor del libro, Seamus Murphy, había colaborado en el disco anterior Let England Shake (2011), el reconocimiento de Harvey de la historia bélica de su país y sus frutos caídos. Sin experiencia de este tipo, Murphy dirigió los doce videos que acompañan a las canciones, filmados con luz natural en paisajes yermos. Harvey se interesó en él después de ver Una Oscuridad Visible, la exhibición de sus diez años de cobertura en Afganistán. Llevaba mucho tiempo elaborando las letras del nuevo disco; era la primera vez que se abría a escribir sobre historia y cuestiones sociales y quería ser cuidadosa, no sonar evangelizadora. Para prepararse leyó testimonios de la Primera Guerra Mundial y poesía antigua y contemporánea, inglesa, iraquí, rusa; escuchó música folk tradicional prestando atención a su poesía; miró pinturas de Goya, Velázquez, Dalí y películas de Kubrick.

Con una trayectoria de más de veinte años, PJ Harvey es un clásico fantasmal del rock inglés. Seamus Murphy, por caso, no conocía su obra. Pero durante el trabajo que convirtió a Harvey en la única artista de las islas con dos Mercury Prize, hicieron amistad y quisieron iniciar otro proyecto juntos. En el comunicado de prensa del lanzamiento de El Hueco de la Mano el pasado octubre, Harvey dijo: “Recoger información de fuentes secundarias se sentía muy lejano a lo que estaba tratando de escribir. Quería oler el aire, pisar la tierra y conocer a las personas de los países que me fascinaban”. En el libro, las miradas de Harvey y Murphy deambulan solas y complementarias: no hacen falta fotos para ver el ciruelo creciendo a través de una ventana, la mujer que espera con el manojo de llaves, las margaritas en la grieta de un andén, ni palabras sobre el caballo muerto en la calle de tierra, las vacas adentro del almacén abandonado, la ropa de persona sin persona tirada en el pasto de Kosovo.

La más inmediata y abundante sección de imágenes es la de Afganistán, el terreno que Murphy observa con más familiaridad. Harvey escribe con poesía sencilla y su atención recae donde podría hacerlo la de un principiante en un lugar así: los chicos. “La arena llueve sobre niños vestidos con harapos a un lado del camino. Entre ellos se desafían a acercarse. Dólar, míster, dólar, míster”, dice “En la base aérea”. La función de Washington en el proyecto es mostrar la ciudad donde se tomaron las decisiones que afectaron a las otras, y a sus propios sufrientes. “Siempre estoy aquí, canta la mujer en silla de ruedas con sus bolsas de plástico meciéndose, y su gorra de los Redskins hacia atrás, mientras toma otro trago de una botella envuelta en una bolsa de papel marrón”, termina un poema que habla sobre medicinas naturales.

Este personaje se repite en la canción “Medicinals”, y también la señora de las llaves en “Chain of Keys”: “Imagina todo lo que sus ojos han visto. Le preguntamos pero no nos deja pasar”, dice. Como en Let England Shake –pero es más rotundo esta vez– la música en The Hope Six Demolition Project equilibra la densidad de las letras. “Lo que vi cambió mi forma de ver la humanidad”, canta Harvey en “A Line in the Sand” –con la voz de cristal que descubrió hace tiempo en el hermoso White Chalk (2007)–, y cuenta de la familia de refugiados comiendo vasos de caballo y la gente que vio matarse por agua. “Si a esta altura no aprendimos, somos una vergüenza”, dice a un ritmo que en verdad hace balancear una cabeza sonriente, sobre esos coros masculinos tan inusuales y cálidos. En el video de “The Wheel”, el primer single, hay imágenes de Kosovo: un hombre haciendo una danza tradicional con un vaso en la cabeza, un frente de policías con barbijo, personas envueltas en mantas junto a la vía, una mujer y un hombre reconstruyendo un techo, niños caminando por un basural entre postes de luz, mientras suena un saxo que podría ser de Los Redonditos de Ricota. “Ey, niños, no desaparezcan”, canta Harvey, y en el video se ve el momento en que encuentra una foto en la ventana de una casa deshecha y se pone a tomar notas. “Escuché que fueron 28 mil”, repite el coro que forman John Parish, Mick Harvey y el productor Flood, sus colaboradores desde hace muchos años.

COSAS QUE VALGAN LA PENA

John Parish fue el hombre que la inició en los escenarios. Harvey se crió en el campo con un hermano mayor, hija del dueño de una cantera y una escultora que también tallaba piedra. Fanáticos del rock clásico y el blues los dos, solían gestionar conciertos en Bridgeport y hospedar a los músicos en su casa. Harvey aprendió a tocar el saxo en la escuela y la guitarra ya dentro del grupo de formación itinerante Automatic Limini, que lideraba Parish. Con el baterista y bajista de esa banda empezó a tocar sus propias canciones. En 1992, a los 23 años, debutó con Dry, uno de los discos preferidos de Kurt Cobain. Siguió Rid Of Me (1993), punk y lamentoso, y potenció su identidad To Bring You My Love (1995), donde canta como un diablo sobre instrumentación mínima y pone a sembrar futuras melodías con la sugestiva “Working For The Man” o el atrevido cierre “The Dancer”. Después de Dance Hall at Louse Point (1996) junto a John Parish, lanzó Is This Desire? (1998), un trabajo más cargado pero igualmente elegante, poblado de misteriosas damas.

El mismo año que salió ese disco Harvey debutó como actriz en el papel de María Magdalena en The Book of Life, de Hal Hartley. La película se filmó en Nueva York y allí Harvey se inspiró para componer Stories From The City, Stories From The Sea (2000). El más convencional de sus discos le dio su primer Mercury Prize y dejó dos canciones en repeat, “A Place Called Home” y “The Mess We’re In”, con la voz de Thom Yorke. Uh Huh Her (2004) fue un álbum especial que grabó y produjo prácticamente sola. Tocó la melódica, el acordeón e incorporó la cítara diatónica que se luce en Let England Shake. Como Harvey nunca habló de su vida privada –se sabe de la relación corta pero intensa con Nick Cave en los ‘90, nada más– y su tema de escritura eran las historias humanas íntimas, en general retorcidas, se tendió a considerar sus letras como autobiográficas, imaginarla a ella como una mujer al menos intrincada, interpretar el conjunto quizá con demasiada seriedad. Con más razón cuando en 2007 llegó White Chalk, un disco súper cerrado –aunque amoroso una vez adentro– con el que aprendió a tocar el piano. “Es muy natural para mí querer seguir aprendiendo, y por eso siempre estoy experimentando y descubriendo cosas, porque me estimula como artista. Creo que hay que esforzarse por encontrar nuevas formas de decir y para eso hay que ponerse en situaciones desconocidas”, dijo en The Quietus en 2011.

Let England Shake, grabado en una iglesia del siglo XIX de Dorset, fue su apertura a los temas del mundo. Sonidos simples pero decisivos de palmas, redoblantes y panderetas dieron lugar a performances más teatrales y carnavalescas. “Realmente siento que a esta altura de mi vida lo importante es darle voz a cosas que lo valgan de verdad”, dijo Harvey en la misma entrevista. Hablaba de cómo la experiencia con ese disco la estaba motivando para escribir lo nuevo, que resultó una tarea de años. La música de The Hope Six Demolition Project surgió de a poco después de los viajes y la escritura. El disco se grabó en la Somerset House de Londres, donde funcionan museos y la Real Sociedad de Literatura. El estudio se armó donde antes funcionó un gimnasio, con vidrio de visión unilateral e instalación de sonido para que pudiera asistir público a las sesiones. Así quedó cerrada la ronda de este proyecto interdisciplinario que además dignifica al periodismo como forma de arte. Harvey, que también dibuja y pinta, parece una cronista experta cuando al final del poema “El Cuarto de Visitas” dice: “Espero que sepamos cuándo irnos”.

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