CINE - LAS SIETE DIFERENCIAS ENTRE EL EMBAJADOR DEL MIEDO ORIGINAL CON FRANK SINATRA Y LA REMAKE CON DENZEL WASHINGTON
Una voz en la cabeza
› Por Mariano Kairuz
Usted está a punto de convertirse en el primer vicepresidente de los Estados Unidos que será propiedad y operador de una entidad privada.” La frase llega a los oídos de Raymond Shaw demasiado tarde. Tarde también para el público, porque ¿quién se va a creer eso de que el tal Shaw es recién el “primer” títere de intereses privados que llega a la Casa Blanca?
Como ocurrió en 1962 con la película de John Frankenheimer (sobre la novela de Richard Condon adaptada por George Axelrod), la nueva, sólida remake de El embajador del miedo dirigida por Jonathan Demme (El silencio de los inocentes) parece conectar con su propia época con un timing notable. Estrenada durante los tensísimos “trece días” de la crisis de los misiles, aquélla fue un artefacto de la era Kennedy, emplazado entre los conflictos de Corea y Vietnam, en pleno imperio de la Guerra Fría y la Paranoia Roja. A la actual la sobrevuelan las ominosas sombras de las “operaciones preventivas” de la administración Bush, en año electoral.
La primera adquirió status de culto, en parte debido a que Frank Sinatra, su protagonista, la hizo salir de circulación, paranoico y supuestamente culposo tras enterarse de que “Lee Harvey Oswald la habría estado viendo poco antes de disparar sobre JFK”. Prácticamente no volvería a verse hasta fines de los ‘80. La remake, producida por Tina Sinatra (la menor de sus hijas) y protagonizada por Denzel Washington, aggiorna la historia del hombre “programado” para acceder al poder, pero las diferencias con el film del ‘62 sólo rasgan la superficie de un relato que superó la prueba del tiempo:
1
The Manchurian Candidate es el título original de ambas películas. En la primera alude al enemigo comunista. En la remake la amenaza proviene de la compañía Manchurian Global. Es decir, del centro mismo de la Norteamérica corporativa.
2
En 1962, Raymond Shaw (el actor Laurence Harvey) es recibido como un héroe a su regreso de la guerra de Corea. En la remake, Shaw (Liev Schreiber) es condecorado por su actuación en la Operación Tormenta del Desierto.
3
Las pesadillas sufridas por los sobrevivientes del regimiento de Shaw transcurrían en el ‘62 en lo que parecía ser un grotesco club de jardinería, donde asistíamos en realidad a las sesiones de “programación” de los soldados capturados por el enemigo. En la remake ya no hay club, sino una carpa en medio del desierto, y unas mujeres con extraños velos.
4
En ambos films, es Eleanor Shaw quien maneja los hilos de su hijo Raymond. En el primero la interpreta una temible Angela Lansbury; en la remake es Meryl Streep, inspirada, se dice, en un combo conformado por Hillary Clinton, Condoleeza Rice y Dick Cheney. Si antes operaba desde las sombras para elevar a su marido (un personaje modelado en el senador Joseph McCarthy) a la presidencia, ahora es una monstruosa senadora que aspira a poner a su propio hijo en la vicepresidencia, como primer peldaño de su maquiavélico plan.
5
Para activar la “programación” de Shaw, en 1962 bastaba una simple carta de poker con la figura de la reina. Ahora hacen falta un chip en la espalda, un aparatito implantado en el cerebro y, a modo de disparador, la cuidadosa pronunciación del segundo nombre del sujeto programado: Raymond “Prentiss” Shaw.
6
El personaje de Eugenie Rosie (Janet Leigh antes, Kimberly Elise ahora), que sólo funcionaba como distracción romántica para Sinatra, acá encuentra una razón de ser, aunque no es del todo seguro que sea para mejor.
7
Hay un giro distinto en el final. Aquél era más contundente, inescapable. Este no deja de ser oscuro y pesimista, pero un epílogo innecesario le resta algo del carácter amargo y asfixiante que hizo del original un film memorable.