Dom 23.01.2005
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CINE - CHRISTOPHER WALKEN Y MICHAEL CAINE JUNTOS EN LA PANTALLA

“Somos como dos perros”

Los dos son estrellas a su manera. Los dos son mercenarios de larga data. Los dos son grandes actores. Los dos justifican cualquier película en la que aparecen, incluso las peores. Y por primera vez, los dos aparecen juntos en Lazos de familia, una de esas películas que no serán memorables... pero que ellos vuelven conmovedoras.

› Por Mariano Kairuz

Los videoclubes ya deberían ir rotulando sus bateas con estos dos nombres, como si se tratara de subgéneros del drama, de la comedia y de los films de gángsters. Después de todo, la mayoría de las películas con Michael Caine podrán ser algunas otras cosas más, pero para sus incondicionales son, antes que nada, películas con Michael Caine (o películas de Michael Caine). Y algo parecido puede decirse de Christopher Walken y sus películas. Son, o fueron, dos de los mayores mercenarios del cine, y a muchísima honra. Caine siempre esgrimió el argumento irrebatible de un origen pobre, de pobreza londinense de los años ‘30. Un par de décadas atrás todavía filmaba cualquier cosa (un Tiburón 4, por poner un ejemplo) para pagarse una casa nueva, y recién en los últimos tiempos ha admitido que podría pasársela sin trabajar el resto de su vida. Todavía dice asombrarse por el presupuesto de la nueva e inminente Batman, en la que interpreta al mayordomo Alfred, pero reconoce que se ha vuelto un poco más selectivo: “Tengo setenta años”, dijo el año pasado. “Mi reputación de hacer películas por dinero viene de hace tres décadas. Ya no tengo ganas de levantarme a las seis y media de la mañana para aprenderme diez páginas de diálogo y ejecutarlas con un montón de cretinos que no me agradan. Tiene que ser divertido.” Walken, por su parte, dice que él está en este mundo para actuar, que ésa es su “cosa” favorita y que no tiene muchos otros intereses. “Mucha gente me pregunta por qué hice una película como Canguro Jack”, dice y contesta: “Porque estaba sentado en mi casa y sonó el teléfono. Hice películas exitosas que fueron una verdadera sorpresa, y películas que creí que iban a ser muy exitosas, pero... Hice películas que ni siquiera he visto. No me arrepiento. Alguien me dijo una vez: sos un actor que arroja mucho material contra la pared para ver qué queda adherido. Y creo que es verdad. Nos llevó un mes hacer una película pequeña como El rey de Nueva York, de Abel Ferrara. Muy bajo presupuesto. Pero de veinte años a esta parte, cuando voy a un aeropuerto, yo soy el tipo al que conocen todos los policías. Así que, ¿quién te dice?”.

Polvo y cenizas
Melodrama de relaciones filiales, de reencuentros, rencores y recriminaciones, road movie lineal, mínima, modesta en ambiciones y hasta cierto punto también en ideas, Lazos de familia es casi un telefilm. Es incluso raro poder verla en un cine. Pero es mejor que el telefilm promedio y es bueno poder verla en el cine: Caine y Walken redimen todas las películas en las que aparecen, o al menos las escenas en las que aparecen, al punto en que podemos seguir viéndolas incluso cuando ya sabemos que no tendrán demasiado para ofrecernos. Y lo que Lazos de familia tiene para ofrecer son algunas escenas en las que está Michael Caine, muchas escenas en las que está Christopher Walken, y unas pocas en las que están ambos. Por momentos parece que, sin ellos, todo –desde los diálogos hasta la vieja Volkswagen a bordo de la cual transcurre la mitad del film– se desvanecería como el polvo del camino y las cenizas que ocupan un lugar central en la historia. También puede que no sea del todo así: la película, en su absoluta sencillez, resulta simpática y hasta conmovedora. Aunque es difícil de decir: una película con Michael Caine y Christopher Walken es, a esta altura y antes que cualquier otra cosa, una película con Michael Caine y Christopher Walken.

Padres e hijos
Uno nació en marzo de 1933 y el otro en marzo de 1943, pero en Lazos de familia Caine y Walken hacen de padre e hijo. La película insiste en mostrar la relación entre Walken y su hijo, pero lo que de verdad importa, su verdadera fuerza, está en la primera media hora, en el vínculo entre Walken con Caine: el reencuentro de un hombre viejo, muy cansado, con su padre, justo antes de su muerte. Caine está avejentado por el maquillaje, a Walken se le empiezan a notar mucho los pliegues de ese rostro extraño, que parece hecho de cera. “Es un rostro muy cuidado: en mi juventud llegué a parecerme un poco a Grace Kelly”, dijo.
Para Walken ésta era una oportunidad para interpretar a un “tipo simple con problemas normales”: “He estado haciendo villanos por mucho tiempo. Ahora interpreto a padres y ésta es la primera vez que hago de abuelo. Tal vez empiece a interpretar a tipos buenos. En general no me ofrecen papeles particularmente humanos”, dijo, pero su personaje irrumpe en la pantalla y ante la puerta de su hijo, parándose como cualquiera de sus gángsters, con ese cabello antigravitatorio con el que da la impresión de estar suspendido cabeza abajo, como colgado de los pies, y diciendo sin más: “Somos como dos perros”. Llega a tiempo para despedirse del más viejo de los perros, y para emprender un viaje que, dice, “no necesito más de lo que necesito un balazo en la cabeza”. Como una alusión al tiro que se descerrajaba en la sien un cuarto de siglo atrás, en El francotirador, que le valió un Oscar y que hizo de él una promesa de superestrella que nunca terminó de concretarse. Caine y Walken han ganado Oscar, pero las relucientes estatuillas no tuvieron en sus carreras el efecto que suelen tener en otros actores menos raros y menos perrunos: ambos siguieron aceptando papeles sabiendo lo que dicen por ahí sobre todo lo que reluce y algo más sobre aquello que no reluce para nada.
Lazos de familia no es una parada memorable en la carrera de Caine ni en la de Walken. Cada uno tiene tres o cuatro películas para estrenar este año, buenas, mediocres o pésimas, pero sólo en ésta podremos verlos juntos, compartiendo la pantalla y una cena de pollo frito y gaseosas, fundiéndose en un abrazo un poco torpe y abandonando este mundo casi al mismo tiempo.

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