ENTREVISTAS > LA HERMANA DEL DALAI LAMA
Nació el 7 de julio de 1940 en Tíbet y es la hermana de Tendzin Giatso, el XIV Dalai Lama, pero también es mucho más que eso. La Dra. Jetsun Pema es la directora de ANT, Aldeas de Niños Tibetanos, y ha dedicado 42 años de su vida a cuidar a los niños tibetanos en el exilio, educándolos y preservando una cultura cuyo valor es tan universal como incalculable. En esta entrevista, realizada durante su visita a la Argentina, habla de ese peculiar sistema educativo, del imperioso cambio religioso que necesita el mundo y hasta del día en que fue madre de su hermano.
› Por Santiago Rial Ungaro
La mujer que está enfrente nuestro, la honorable Dra. Jetsun Pema, nos saluda juntando sus manos, realizando un mudra que expresa compasión, paz. No es para menos: Jetsun Pema es la hermana del Dalai Lama, aunque ella no lo sienta así. Y no se trata de que reniegue de ello sino de algo más sutil y a la vez más grande: “Cuando nací, mi hermano ya había sido reconocido como el 14º Dalai Lama. Yo crecí viendo que cuando lo íbamos a visitar al Palacio en el Pothala hasta mi madre lo reverenciaba como la encarnación del bo- dhisattva de la compasión. Siempre, hasta el día de hoy, me relacioné con él con gran reverencia: la verdad es que nunca lo consideré como mi hermano”.
Ante el asombro que genera su respuesta, Jetsun Pema, una señorita tan seria como encantadora, que habla un inglés perfecto y que fue educada en la India, Suiza e Inglaterra (donde estudió Administración), se ríe con ganas. A pesar de (o gracias a) sus 42 años de servicio al frente de ANT, Jetsun Pema conserva aún algo de aquella niña tibetana: cuando pasados unos minutos de charla se suelta y mira a los ojos, su ternura es avasallante. La autora de Tíbet, mi historia (autobiografía publicada por Ramsay en 1996, hoy traducida a 10 idiomas) ya es una niña grande y admirable... que además tiene un hermano divino. “Aun es el día de hoy que no considero al Dalai Lama como mi hermano sino como mi gurú, alguien de quien recibo instrucciones y enseñanzas espirituales. Mis padres eran humildes campesinos, pero cuando lo reconocieron nos llevaron a toda la familia a vivir a Lhasa.” Es evidente, después de la impresionante obra cuidando y educando a los niños tibetanos en el exilio, que la educación que recibió le dejó un profundo sentimiento de agradecimiento. Y, sin embargo, su historia, como la de todos los tibetanos, es la historia dramática de una diáspora angustiante. “En realidad, yo estuve en el Tíbet hasta los 10 años. En el colegio tenía una instrucción tibetana. Esa fue una época muy feliz, en la que íbamos de picnic y disfrutábamos de los hermosos días de verano. Me fui a estudiar a India un año antes de la invasión. Después continué mi educación en Suiza y en Inglaterra, y recién entonces volví a la India. Durante todo ese tiempo estuve muy preocupada por las noticias que recibía de lo que pasaba en el Tíbet: no sabía qué iba a pasar con mi hermano, ni con el pueblo tibetano.”
Lo que estaba pasando hacia 1959 es que en el Tíbet (que había sido invadido por la China de Mao en 1950) se llevó a cabo un levantamiento popular contra la invasión. La represión fue brutal y el Dalai Lama tuvo que exiliarse en la India, donde esperó en vano una respuesta de la ONU o de la misma India de Nehru. Durante la ocupación se destruyeron prácticamente la totalidad de los monasterios, a la vez que murieron más de un millón de tibetanos. Jetsun Pema fue una más de los cientos de miles de tibetanos que debieron exiliarse, y por esa razón recibió una educación moderna y occidental: “Fui educada por monjas católicas, por las monjas de Loretto (en el Convento Loretto en Darjeeling), la orden fundada por Mary Ward (monja irlandesa que inició la congregación). Para mí fueron años de gran angustia, pero al mismo tiempo mi educación me enseñó que lo más importante era hacer que mi propia vida fuera significativa. En todas estas instituciones en las que estuve siempre me inculcaron la idea de ayudar a los pobres, ayudar a los que lo necesitan. Entonces yo ya sabía que quería hacer algo por el Tíbet”.
Cuando volvió a la India, Jetsun Pema tenía un propósito muy definido: “Hasta 1964 yo estuve realizando tareas administrativas en la oficina de Su Santidad (como se refiere a su hermano). Pero ese mismo año, cuando murió mi hermana, Su Santidad me dijo que tenía que continuar con el trabajo que estaba haciendo ella. Yo no tengo una educación en psicología infantil o en psicología de la educación. Lo que hice fue simplemente hacerme cargo. Por eso es que tengo un agradecimiento tan grande a la educación que tuve, porque me ayudó a tener el claro propósito de ayudar alos demás, que en este contexto sirvió de mucho para preservar nuestra cultura. Así pude ayudar en la situación más difícil de nuestra historia, porque no hay nada peor para un pueblo que perder su propio país”.
Hoy en día, Jetsun Pema es la presidenta de las Aldeas de Niños Tibetanos (ANT), con base en India. Jetsun Pema es la fuerza motora y madre espiritual de miles de niños tibetanos huérfanos y destituidos. En la actualidad, ANT cuenta con 5 aldeas infantiles que incluyen escuelas incorporadas, colegios residenciales, colegios con jornada diaria, centros de cuidado, centros de capacitación vocacional, hospedajes juveniles, hogares para ancianos y un programa de servicio especial de asistencia para 2 mil niños. En total, las Aldeas de Niños Tibetanos cuidan del bienestar de 21 mil niños y jóvenes, preservando así la lengua tibetana, que les permite a estos chicos conservar su identidad, sus valores religiosos budistas y sus valores morales.
Jetsun ya estuvo en el país en 1996, 3 meses y medio en Uspallata, durante la filmación de Siete años en el Tíbet, de Jean-Jacques Annaud. “Fue una experiencia maravillosa, fueron las primeras vacaciones que tuve en mis 41 años de servicio. Pero lo mejor es que, como había días en los que no me tocaba actuar y me quedaba en el hotel, pude hacer por primera vez en mi vida un retiro espiritual. Me gustó mucho la película, ¿no la viste? Deberías verla. Hice de madre del Dalai Lama. Mis hermanos me dijeron que por favor acepte porque no querían ver a otra persona haciendo de nuestra madre.” No tiene mucho sentido entonces preguntarle por Brad Pitt. Para Jetsun Pema lo más importante en su trabajo es “generar las condiciones para que el chico esté seguro: que reciba el amor de su madre, que el chico se sienta querido. Es fundamental que el chico sienta que en su casa hay alguien que lo cuida, que lo ama. Esto genera una mejor disposición para recibir una instrucción, para cooperar en el proceso de aprendizaje. Para que tengan tiempo para jugar y que se mantengan abiertos, lo que tratamos es que los chicos desarrollen la autodisciplina. Cuando hablamos de valores morales no es que hacemos una lista de cosas que hay que hacer y otra de las cosas que no hay que hacer. Nosotros les damos una instrucción budista, pero principalmente lo que tratamos de inculcarles es el sentimiento de autodisciplina. No tanto una disciplina que se les imponga desde afuera y que después, si no la cumplen, son castigados, sino más bien un sentimiento que surja de ellos mismos, de su propia convicción. Si logramos en ese período, de los 5 a los 16 años, que incorporen todas estas características, después, esos chicos, cuando salgan a la sociedad, van a ser personas bien preparadas, con criterio para poder elegir”.
Organizada por la oficina del Tíbet en Nueva York y por Kagyu Tekchen Chöling y Dongyuling (ambos Centros de Budismo Tibetano de Argentina), la visita de Jetsun Pema se da en el marco de una gira que la llevará a hablar sobre la condición de los chicos tibetanos en Brasil, Chile, México y EE.UU. Durante su visita al país brindó conferencias en instituciones educativas, ante las ONG y a la Comunidad Budista de Buenos Aires, a la vez que realizó encuentros con autoridades nacionales en las cuales expuso su enfoque educativo, en el que se destaca la importancia del amor y el afecto, aspectos cruciales para el desarrollo psicofísico apropiado de los niños.
Son muchas las técnicas “psicofísicas” basadas en conocimientos tradicionales que en estos días aparecen al alcance de las sociedades modernas, tan necesitadas de un alimento y de un conocimiento espiritual. En este contexto, el interés mundial por la cultura del pueblo tibetano reside en que los lamas, aun en el exilio, han sabido mantener un espíritu tradicional que muchas sociedades modernas han perdido casi por completo. Algunos testimonios indican que el budismo llegó al Tíbet con el maestro indio Atisha, durante el siglo X. De todas formas, está claro que hoy en día el desafío para el pueblo tibetano es adaptar esa sabiduría al mundo moderno, a la vez que preservar su identidad.
“Su Santidad el Dalai Lama dice que hay muchas cosas que hemos hecho en el pasado que ya no son útiles en estos tiempos modernos. Lo que no es beneficioso no debemos preservarlo. Lo más importante en estos tiempos modernos es que cada uno logre desarrollar un estado de paz y armonía con uno mismo.” Algo que, en el caso de los tibetanos, implica adaptarse a los tres países (India, Nepal y Bután) en los que están mayormente instalados.
“Como estamos viviendo en estos países tenemos que relacionarnos con sus sistemas educativos. Si no respetamos estos sistemas educativos, después los chicos no van a poder continuar sus estudios. En el caso de India, por ejemplo, nosotros estamos registrados como una escuela secundaria. Los chicos dan un examen ante las autoridades locales recién cuando están en 10º grado. Esto nos da una gran libertad para encarar la educación de los chicos desde que entran al colegio hasta que rinden ese examen. Así que lo que hacemos es: de 1º a 5º grado les enseñamos todo (matemáticas, ciencia, historia) en tibetano, aunque también les enseñamos un poco de inglés y de indi. Insistimos en enseñarles el idioma tibetano hablado y escrito, ésa es la columna vertebral de nuestra identidad. Después, del 8º al 10º la instrucción la hacemos en inglés, que es el idioma en el cual rinden sus exámenes. Así que la instrucción es en tres idiomas diferentes.”
Todo sea por no perder su identidad: “Yo creo que Su Santidad es apreciado en todo el mundo porque habla desde el corazón. No es un político que necesita votos sino que es alguien que habla de una manera muy directa sobre las relaciones humanas. Su mensaje es universal: no importa de qué nacionalidad seas, o qué religión practiques, lo más importante es crear una humanidad en paz y armonía. Una de las cosas que más enfatiza el Dalai Lama es el desarrollar el sentido de interresponsabilidad universal. Todo lo que pasa en el mundo está conectado, no se puede afirmar más que el mundo está fragmentado y sin conexión entre sí. Todo es interdependiente: lo que pasa en la Argentina afecta a Brasil, lo que pasa en Sudamérica afecta a Europa, todo está tan relacionado que realmente no hay otra alternativa que buscar la forma de desarrollar una armonía sin divisiones de las naciones o de religiones o de ningún tipo. Actualmente el mundo se ha vuelto uno. Hay muchas personas en los países occidentales que no han perdido su tierra y que están abiertas a la influencia de las distintas tradiciones y culturas que pueden conocer. El mundo se ha vuelto muy interdependiente y todo lo que ayude a lograr una mayor comprensión entre las distintas culturas va a terminar en una situación de mayor paz y armonía”. Imposible no hacer también ese mudra, juntar las manos y agradecerle a la Dra. Jetsun Pema su visita. Y, ya que estamos, mandarle un saludo a Su Santidad, ese Verdadero Gran Hermano que, si Dios quiere, el año que viene visitará nuestro país.
Informes sobre la visita de Jetsun Pema en:
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Mas información sobre la comunidad budista tibetana argentina en [email protected] y en [email protected]
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