MúSICA > THE MAGIC NUMBERS: CANCIONES TRISTES PARA SONREíR
Sus canciones de amores rotos dejan una sonrisa en la cara del oyente, y sus armonías de tres voces recuerdan a una California somnolienta, aunque el cuarteto sea oriundo de los suburbios de Londres. Celebrados tanto por The Chemical Brothers como por Brian Wilson, The Magic Numbers son los últimos niños mimados del rock: dos amigos y sus respectivas hermanas que –por suerte– prefirieron primero tocar y después grabar.
› Por Martín Pérez
“No me falles ahora, no me falles ahora, no me falles ahora.” Eso es lo que repite una de las voces de “Love Me Like You”, el último de los simples extraídos del maravilloso álbum debut de The Magic Numbers, la última gran revelación de la escena musical británica. Oriundos de un barrio del oeste de Londres, el cuarteto está formado por dos parejas de hermanos, Romeo y Michelle Stodart –nacidos en Trinidad y criados en Nueva York durante su adolescencia– y Sean y Angela Gannon. Pletórico en canciones de amores rotos que, sin embargo, le dejan una sonrisa en el rostro al ocasional oyente, la marca de fábrica del exitoso primer disco del grupo son sus generosas armonías de voces que recuerdan a una California somnolienta, aunque el grupo se haya formado en Hanwell. “Un suburbio que es como una burla”, suelen decir en sus reportajes. Y recuerdan que ahí fue a la escuela Charles Chaplin, que ahí fue donde Jimi Hendrix compró su primer amplificador en Londres y que de ahí es el tipo que inventó el paraguas. Ahora, la broma se termina diciendo que de ahí es de donde salieron The Magic Numbers, el grupo que con su éxito lidera una pequeña movida que intenta sacar al pop británico de la dictadura de los protosensibles a-lo-Coldplay o los adrenalínicos metaochentosos bien a lo Franz Ferdinand. Los hermanos Stodart y Gannon cantan como si la tormentosa costa británica fuese el plácido océano Pacífico en el que solían perder la vista tanto The Mamas and The Papas como Brian Wilson. Y entonces sus canciones están llenas de o-ohs y a-ahs, y de coros que acompañan melodías que son azúcar para el oído, y que invitan a su público a sumarse a ese coro, canciones que pueden contener tanto esa voz principal que canta un himno para ella (“Hymn For Her”), habla de estar perdido para siempre (“Forever Lost”), o que le dice a alguien que otro/a “ama como vos” (“Love Me Like You”), y al mismo tiempo ese rezo que pide “no me falles ahora”, una y otra vez. Y la música de The Magic Numbers, algo raro en estos tiempos tan inconstantes, nunca falla.
Cuenta la módica leyenda de The Magic Numbers que, una noche del año pasado, los dueños de los dos sellos británicos independientes más prestigiosos coincidieron en primera fila de uno de los shows del grupo. “Fue divertido ver cómo los dos parecían estar diciéndose entre ellos: es mi grupo; no, es el mío”, se ríe Romeo Stodart, cantante y compositor principal de una banda que prefirió tocar y tocar en vivo antes que hacer demos y correr a golpear las puertas de cualquier discográfica. Es más: cuando las discográficas golpearon a su puerta, la respuesta del grupo fue: déjennos seguir tocando, después grabamos. “Así fue como ellos llegaron a buscarnos, porque se los decía la gente que nos iba a ver. Y preferimos seguir tocando antes que meternos a grabar”, explica el líder natural de un grupo que nació hace dos años, cuando él y su amigo Sean decidieron sumar a sus respectivas hermanas a los ensayos musicales que mantenían regularmente desde que la familia Stodart se afincó definitivamente en Londres, luego de la larga escala en Nueva York que siguió a su mudanza de la isla de Trinidad, donde nacieron sus dos hijos.
“Si nunca me hubiese ido de Trinidad, tal vez hubiese hecho música mucho más cercana a Lee Scratch Perry o Bob Marley”, concede Romeo cada vez que le sacan el tema de su isla natal, y le insisten si hay algo de ella en The Magic Numbers. “Pero cuando estaba allá, lo que más me interesaba era la música que no tenía nada que ver con lo que escuchaba todo el tiempo. Por eso, cuando escuché por primera vez a Guns’n’Roses, me pareció que era la mejor banda del mundo.” Los Stodart dejaron Trinidad a comienzos de los ‘90, cuando un golpe de Estado islámico cambió la vida de la isla para siempre, y se instalaron en Nueva York, antes de terminar recalando en Hanwell. “Pasar de una pequeña isla a semejante ciudad fue como ser protagonista de una película”, recuerda Romeo. “Pero nunca terminamos de arreglar el asunto de nuestras visas, así que como el padre de mi padre era escocés, decidimos venirnos a vivir acá.”
Una vez que los chicos dejaron entrar en el grupo a las chicas en el 2002, todo sucedió muy rápido. Al año siguiente empezó el boca a boca en la escena londinense y, luego de varias ofertas, terminaron firmando con el sello Heavenly. Sin embargo, editaron primero un EP independiente, titulado Hymn For Her. Después, sí, salió el primer simple para Heavenly, “Forever Lost”, que los envió derecho al Top 20. Y en junio de este año por fin llegó el turno del disco debut. Pero antes de grabar sus propios discos, pusieron sus voces en “Push The Button”, de The Chemical Brothers. “Después de un show, Ed nos vino a hablar y nos dijo que éramos geniales. Y a la semana me llegó un CD con propuestas a través de Heavenly”, contó alguna vez Romeo. Pero los elogios de un Chemical fueron sólo el comienzo: todo el rock parece estar rendido a los pies de The Magical Numbers. “Bono nos envió una botella de champagne”, contó Sean Gannon. Y Brian Wilson no dudó en declarar que son la mejor banda que escuchó en los últimos diez años.
Si hasta se vieron envueltos en una polémica cuando se retiraron sin tocar del programa televisivo Top of the Pops –fueron el primer grupo en hacerlo– luego de considerarse ofendidos por los comentarios sobre su gordura que hizo el presentador. “Nosotros somos los primeros en burlarnos de nuestro exceso de peso, pero eso fue demasiado. Fue como si alguien hubiese presentado a Stevie Wonder diciendo: aquí llega un tipo con un potencial enceguecedor...”, se explicó Romeo en una de las notas que realizaron como consecuencia del incidente. Hermanos y entrados en peso: tal vez así se explique las recurrentes comparaciones con The Mamas and The Papas. Pero no hay que desestimar las canciones, las armonías y esa California tan somnolienta que han descubierto al oeste de Londres, pero a la que se puede entrar donde sea que suene su disco. Allí donde cantan eso de “no me falles ahora”. Y nunca defraudan.
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