Sáb 31.12.2005
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ENTREVISTAS > PETER SINGER, EL FILóSOFO MáS PELIGROSO DEL MUNDO

La vida y sus alrededores

El filósofo australiano Peter Singer fue catalogado como el hombre más peligroso del planeta en 1975, cuando publicó Animal Liberation, la biblia del movimiento por los derechos del animal. Desde entonces ha estado en el ojo del huracán de debates tan virulentos como controvertidos. Sus puntos de vista sobre la eutanasia, el aborto y la santidad de la vida humana lo han llevado a ser considerado un profeta de la muerte, un infanticida y un nazi. Cuando aceptó un puesto en la Universidad de Princeton hace unos años, recibió amenazas de muerte, su correo fue violado y pasó a tener guardaespaldas. A continuación, el mismo Singer explica sus posiciones.

Por Andrew Derton

¿Podemos empezar desde el principio? ¿Cuál es la diferencia entre ética y moral?

–Mucha gente hoy en día usa los términos de manera que no se diferencien, pero yo creo que, en ideas estándar, la moralidad es un sistema de prohibiciones, es a veces algo que tiene que ver con el sexo, o algo que es divertido pero que no debería hacerse. La ética es un término más amplio que en realidad cubre una gran variedad de respuestas posibles a preguntas como: “¿De qué manera yo debería vivir?” Creo entonces que la ética es lo más amplio y que está menos focalizado en prohibiciones y más atento a los principios, cuestiones e ideas sobre cómo vivir la vida.

Entonces, la moral es “¿Debería tener esta relación sexual?”, y la ética es “¿Debería tener esta relación con esta persona?”

–Pongámoslo de esta manera: “¿Esta relación es parte de una buena vida?”

Sé que usted dona el 20 por ciento de sus ingresos a la caridad y que no usa ni come productos animales. ¿Tiene alguna culpa secreta? ¿Existe algún rincón por el que se deslice su ética?

–Por supuesto que no soy puro. Usted dice que no como productos animales, pero si estoy viajando, la verdad es que no voy a devolver algo que pueda contener lácteos o algún producto animal. Creo que la vida se torna muy complicada si uno trata de ser absolutamente puro en estas cosas. Básicamente, mi opinión es que no quiero apoyar la explotación de animales, y dentro de lo razonable, haré lo que pueda para evitarlo, pero no lo tomo como una religión. No considero que esté contaminado si un poco de leche o queso roza mis labios.

Se lo ha catalogado como el hombre más peligroso del planeta. ¿Qué es lo que lo hace peligroso y por qué la gente se ofende con lo que usted dice?

–Creo que ese epíteto lo gané luego de ser muy crítico con lo que la gente a veces denomina la “santidad de la vida”. Es decir, la visión de que cada vida humana, sólo por ser humana, es sacrosanta y nunca debe interrumpirse. Yo creo que quienes piensan eso en realidad son hipócritas, no lo creen realmente, pero sólo porque yo lo cuestiono abiertamente mientras que otros lo aceptan sin discusión alguna aun cuando no estén de acuerdo, creen que es peligroso. Creen que esto puede llevar a algún tipo de pendiente por la que comencemos a permitir que la gente les pida a sus médicos que terminen con sus vidas cuando tengan una enfermedad terminal y lleguemos a un estado que decida qué personas son políticamente indeseables y las asesinen. Ahí es donde yo creo que estas personas apuntan con el término “peligroso”, pero personalmente no creo que exista dicha pendiente; sí creo que es mucho más peligroso pretender que adherimos a una ética que en verdad no aceptamos que decir “Mire, hablemos abiertamente, seamos honestos acerca de lo que estamos haciendo y tratemos de desarrollar el acercamiento ético más apropiado para esta amplia gama de decisiones complejas sobre cuándo estaría bien interrumpir una vida humana y cuándo no”.

Es increíblemente complejo. Ya hablaremos de eso, pero antes déjeme crear un retrato suyo como un hombre que sencillamente no se encuentra parado sobre la torre de marfil de Princeton. Usted es un hombre que está en la línea de fuego y nunca lo ha estado tanto como con Animal Liberation. Esto es una protesta suya cuando vivía en Australia hace algunos años: “Es 21 de noviembre, mi nombre es Peter Singer, estoy en el Chiquero Porkville y estoy encadenado en solidaridad con este cerdo que también se encuentra encadenado gracias a este método totalmente cruel y obsoleto de utilizar cadenas. Pueden ver que el cerdo no puede moverse, no puede girar ni caminar más de un paso, que es lo que su cadena le permite, estos cerdos están en estas condiciones por meses”. Ahora bien, usted dice que no deberíamos comer animales, pero nosotros somos omnívoros, ¿por qué no deberíamos hacer lo que otros omnívoros hacen y comer carne?

–Nosotros tenemos la posibilidad de elegir. Somos capaces de reflexionar, otros omnívoros o carnívoros generalmente no poseen nuestra habilidad de raciocinio o de reflexión. Si alguien sufre una gran pobreza, es una situación muy diferente, y yo no lo culparía si usa lo que esté a su alcance siempre que sea nutritivo para él y su familia. Pero si tenemos la fortuna suficiente de vivir en una sociedad en la que podemos entrar a un supermercado y podemos elegir entre comprar un pollo miserable que ha salido de una granja fábrica y que jamás ha pisado el pasto o ha visto la luz del día y una porción de tofu que podemos cocinar en un wok, marinarlo con verduras y convertirlo en un plato nutritivo y delicioso, creo que deberíamos hacer aquello que reduzca el daño y que no apoye el sufrimiento por el que hacemos pasar a un pollo hasta convertirlo en un producto de supermercado.

¿Su objeción apunta simplemente a la manera en la que se trata a los animales o su objeción es hacia el hecho de que elegimos comer animales?

–Al sufrimiento por el que los hacemos pasar, no tengo objeción alguna hacia el hecho de comer animales... si usted quiere comerlos.

Usted también habla del sexo con animales.

–Un psicólogo que tiene pacientes que han tenido contactos sexuales con animales me ha dicho recientemente que les ha dado mi comentario y que los ha ayudado a entender que no deben sentirse tan culpables y atormentados.

No me quiero entrometer más en esto, sólo por curiosidad, cuando escribía este artículo sobre el libro, ¿tomaba en cuenta el punto de vista del animal?

–Absolutamente. Existe mucho contacto sexual entre seres humanos y animales en los que se fuerza al animal, o sea que es doloroso para el animal, pero imagino situaciones –y existen– donde está claro que el animal es absolutamente libre de elegir apartarse o no, y no es dañado... ése es el punto, ése es el punto de vista del animal. Y, obviamente, todo lo que sea abusivo para el animal, hacerlo sufrir por ejemplo, yo no lo apoyaría y debería ser prohibido.

Las opiniones sobre los animales han llevado a otras posiciones que han causado mucha más controversia, como que en ciertas circunstancias es mejor realizar experimentos en humanos que en animales. ¿En qué circunstancias?

–Yo no creo que la especie es lo importante. Una vez que se establezcan las leyes, si usted es un ser humano, sin importar su condición, o sea, sin importar qué capacidad tenga de ser consciente de lo que esté haciendo, estará protegido por la ley y no podrá ser, con algunas excepciones, usado en experimentos dañinos sin consentimiento. Mientras que si usted es animal, sin importar su grado de conciencia, sí puede ser utilizado en experimentos. Hay ciertos seres humanos, como un bebé anencefálico (o sea que ha nacido sin cerebro, posee tallo cerebral, por eso no está muerto cerebralmente, y es por ese tallo que respira, el corazón late y la sangre circula), que jamás estarán conscientes de nada, nunca sentirán nada, esos bebés jamás reconocerán a sus madres, nunca sonreirán. La mayoría de los casos no es tratada médicamente y por eso mueren dentro de las horas o días de nacidos. Lo que quiero decir es lo siguiente: si alguien te dice “Mire, tenemos que hacer esta investigación, es urgente, y debemos hacerla en chimpancés porque son los únicos seres lo suficientemente parecidos a nosotros como para poder ser útiles en este experimento”, entonces yo le contestaría: “Bueno, ¿usted, estaría preparado para hacerlo en un bebé anencefálico si los padres le dieran permiso?”. Y creo que, dado que un chimpancé es un ser muy consciente de sí mismo, entiende su situación bien y puede sufrir de varias maneras, sería mejor hacerlo en un ser humano que tiene menos conciencia de lo que sucede, con el consentimiento de los padres, que hacerlo en un chimpancé que tiene mucho más potencial para sufrir.

También manifestó su opinión de que puede ser ético matar a un chico enfermo o discapacitado luego de nacer, y esto le ha sumado enemigos. Y cuando se hace referencia a esto, usted dice que se lo ha sacado de contexto. ¿Nos puede decir específicamente cuál es la base de este argumento?

–Seguro. Déjeme comenzar con la razón de por qué empecé a considerar este tema. Esto fue cuando estaba en Monash, en el Centro para la Bioética Humana, en los años ’80. Y junto con mi colega Helga Kuhse éramos abordados por médicos del Hospital Melbourne que estaban tratando a bebés tanto prematuros como seriamente discapacitados. Nos venían a ver porque nos decían: “Tenemos dilemas éticos”. Lo que ellos hacían con algunos de estos niños les mostraba que la condición del bebé era tan seria que su vida estaría llena de un sufrimiento tal que ellos no querrían infligirle a nadie. Y a pesar de eso, tampoco podían tratar los problemas fundamentales de esos bebés, como la espina bífida, entre otros. Entonces, en ese caso, se presenta una situación en la que hay una herida abierta en la espina que los médicos tendrían que dejar abierta hasta que se desarrolle una infección, no tratarían esa infección, el bebé enfermaría, levantaría fiebre y quizá dejaría de comer. Tal vez habría una concentración de líquido en el cerebro, se inflamaría la cabeza, causando finalmente la muerte. Quizá el bebé muera después de una semana de nacido, quizá un mes después y en algunos casos seis meses después. Y durante ese tiempo, por supuesto que ese bebé tendría una vida miserable, sus padres también y el hospital también.

Pero ésta no es la práctica normal realizada en un caso con espina bífida.

–Ya no, pero sí lo era en los ’80. Actualmente tenemos métodos mejores.

¿Usted quiere decir que el niño hoy en día tendría una muerte más digna?

–Exacto, pero la cuestión era que los médicos estaban tomando una decisión de vida o muerte para ese niño, sin cuestionarla. Pero como creían que estaba mal matar, lo que en realidad hacían era infligir más sufrimiento a ese niño, a sus padres y al personal hospitalario. Entonces, uno ve esta situación y piensa, como primera medida, que no deberían ser los médicos quienes tomen una decisión de vida o muerte. Son los padres los más afectados y quienes quizá pueden considerarse como representantes del interés del niño afectivamente. Por eso son ellos quienes deben sobrellevar este proceso de decisión. En los años ’80, ésta no era en absoluto la visión normal del problema. Me complace decir que actualmente sí lo es. En segunda instancia uno debe considerar tomar una decisión que no está basada en el interés del niño por continuar viviendo, uno debería ayudarlo a morir, esencialmente administrándole una inyección letal. Y esto es algo que la ley no ha cambiado y que aún no puede hacerse, pero en mi opinión algunos médicos dirán: “Bueno, estamos preparados para ayudar a los niños a morir dándoles analgésicos que sabemos que les acortarían la vida”.

Prácticamente, ¿en qué se basa para hacer este juicio de que se le quite la vida a un bebé? ¿Qué pautas prácticas puede establecer para esto?

–No estoy diciendo que uno pueda decir: “La condición debe ser ésta o aquélla”. Uno puede especificar todas las variables y por eso creo que la participación de los padres es tan importante, porque si ellos en verdad quieren a ese bebé sin importar su condición, lo aman, y quieren llevarlo a casa y darle un hogar lleno de amor, entonces las posibilidades de ese niño de tener una vida razonable son mucho mejores que si los padres dicen “No, no podemos con esto”. Por eso creo que los padres, informados por los médicos, son quienes deben tomar la decisión. Y si los médicos piensan, según su experiencia en estos casos, que los padres están tomando una decisión razonable, deben seguir adelante. Si los médicos piensan que los padres están siendo completamente irracionales, entonces no deben aceptarlo y quizá le toque al comité de ética del hospital o a la corte decidir.

Usted también dijo que si tuviese un niño con síndrome de Down y hubiese otra pareja que quisiera criarlo, usted lo daría en adopción. Ya que usted es un hombre de recursos y que podría criar a ese niño, a simple vista parece una elección de vida muy egoísta. ¿Por qué no tendría sentido de responsabilidad o preocupación hacia ese niño?

–Creo que lo que dije en ese momento era comentando acerca de cómo trataría a ese chico. Y creo que yo tendría una dificultad enorme para brindarle a ese chico el amor y el cuidado que debería tener.

Hablemos de percepción. Quiero mostrarle una fotografía. ¿Cuál es la diferencia entre usted y este hombre? [fotografía de Leonard Nimoy como Spock (de Viaje a las estrellas) apuntando un arma]

–El tiene orejas más largas, creo.

La gente lo ve como una persona sin sangre, fría.

–Así es, o sea... profesionalmente soy un filósofo. Los filósofos utilizan la razón y la discusión. Si fuese un poeta, estaría escribiendo poesía en la que volcase todas las emociones con el fin de enfatizar la situación del pollo en el criadero o de la familia que no puede llevar comida a su mesa. Entonces ése es el peligro profesional, si usted quiere, de ser filósofo, es el hecho de que a uno lo vean como alguien que es todo razón y nada de emoción. Yo creo que como retrato de mi persona esto es falso, pero como retrato de lo que soy en mi vida profesional, en mis escritos y mis charlas, es parte del juego. Cuando la gente dice “Bueno, ¿qué piensa usted de la controversia que ha creado?”, a menudo respondo: “Bueno, al menos esto significa que estos temas están saliendo a la luz, si usted está de acuerdo conmigo o no, no es lo importante”.

Para nuestros hijos, ¿cuáles serán las grandes cuestiones éticas?

–Desafortunadamente, la división entre los que tienen y los que no en el mundo aún será un gran problema. Probablemente, el tratamiento de los animales seguirá planteándose... pero si buscamos temas nuevos, creo que nuestros hijos tendrán la posibilidad de elegir su descendencia mediante selección genética, tomando sus embriones, utilizando fertilización in-vitro o algún método que les permita diagnosticar a sus embriones, y que algún experto les diga: “Mire, éste es un niño y probablemente será muy atlético, pero no será muy bueno en matemática, y éste será niña y tendrá buen oído para la música, pero...” Y de esta manera la gente podría querer elegir a sus hijos así. Y creo que éste será uno de los grandes dilemas que nuestra sociedad tendrá que enfrentar... Y vamos a decirles: “No. Usted puede hacer diagnósticos genéticos para descubrir enfermedades serias, pero no puede hacerlo para elegir las cualidades positivas que a usted le gustaría que tenga su hijo”.

¿Alguien que prefiere lo mejor, como usted, no apoyaría la idea de poder seleccionar al niño correcto?

–Creo que no es una cuestión de elegir blanco o negro. No diría que esto debería prohibirse pero... lo que me preocupa de esto es si se desarrolla de manera privada... Y en EE.UU. es lo que con seguridad ocurrirá, ya que EE.UU. no financia cosas que la gente no aprueba, pero tampoco las impide. Tiene la gran creencia en el libre mercado y de ahí que uno vea en avisos del diario de la Universidad de Princeton a alumnas con altas calificaciones ofreciendo óvulos. Otras son altas, atléticas o lo que fuere, y hay gente ofreciendo 25.000 dólares por óvulos de un donante con estas características... Esto es libre mercado. Uno en el que la gente que tiene recursos y puede solventar estos diagnósticos genéticos podrá tener hijos “superiores” y aquellos que no los tengan, no. Y así lo que tendremos es una sociedad donde exista una clase de aristocracia genética. No estamos tan lejos de lo que muestra la película Gattaca, si la recuerdan. Esta es una de las grandes preocupaciones, por lo que preferiría que esto estuviese regulado, o controlado de alguna manera para que no se enloquezca y esté disponible sólo para quienes tienen recursos y pueden seleccionar como les guste y aquellos que no pueden hacerlo y tienen que conformarse con lo “natural”, como se lo llama en Gattaca.

Traducción: Marisol García.

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